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3: UN EXTRAÑO ÚNICO

Calix es, definitivamente, un chico muy extraño, demasiado raro

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Calix es, definitivamente, un chico muy extraño, demasiado raro. Lexie tiene razón al sospechar de él. No parece que sea un chico que se deje ver inferior a los demás, siempre tiene que quedar por encima, tampoco parece que sus sentimientos vayan más allá del sarcasmo o la ironía, puesto que nunca he visto signos de haberse sentido intimidado, nervioso o incluso tímido, al contrario, cada vez que alguien intenta ponerlo en una de esas situaciones, él se limita a sonreír y a mirar al chico que se ha atrevido a enfrentarlo con una sonrisa ladeada, como si le divirtiera que se hubieran arriesgado a hablarle.

Me sorprendió la facilidad con la que puede ignorar ciertas cosas. Ayer en el instituto, sin ir más lejos, uno de los chicos más populares lo acorraló contra las taquillas, él y su grupo de cretinos invencibles. Le dijo un par de cosas que nadie escuchó, puesto que las susurró muy cerca de su rostro, pero desde luego, no parecía nada bueno, y sin embargo, Calix no pareció asustado, de hecho, lo que hizo fue sonreír, completamente entretenido con la situación.

Hay cosas que no me gustan de él, por lo tanto, voy a tener en cuenta la amenaza que Lexie le hizo y voy a tratar de mantenerlo alejado de mí, aunque me resulte prácticamente imposible hacerlo cuando lo tengo cerca, teniendo en cuenta esa especie de atracción que parece emanar de su cuerpo allá donde va. Eso es algo extraño, él es extraño y no me gusta.

—Vamos, Aria —la voz suave de mi madre llama mi atención.

Suspiro sonoramente, para que sepa que su idea de ir a darle la bienvenida a Calix me molesta, pero como de costumbre, ignora mi protesta y se centra en complacer su curiosidad.

Desde que Calix llegó no ha dejado de insistir en ir a visitarlo.

Caminamos por la acera hasta llegar al porche de la casa de nuestro nuevo vecino. Mi madre llama a la puerta con dos golpes secos y luego se coloca detrás de mí. Parece que estoy viendo la sonrisa de oreja a oreja que tiene en su rostro, una sonrisa que, a mi parecer, parece de psicópata, pero ella se niega a aceptar. Yo, por otra parte, estoy completamente seria, y no tengo intenciones de sonreír o mostrar amabilidad, mi querido vecino y compañero de clase ya sabe lo que opino de él, no voy a pretender ser alguien que no soy solo por complacerlo.

Calix abre la puerta, vestido, como es usual, con ropa negra. Su pelo está revuelto, lo que me permite ver el gran contraste que tiene de azul y negro, tiene unas grandes bolsas bajo sus ojos turquesa, lo que le da un aspecto mucho más espeluznante de lo que ya parece y su piel continúa siendo igual de pálida. Me mira con sorpresa cuando me ve delante de él y una pequeña sonrisa se empieza a formar en el rostro, provocando que su brillante piercing plateado brille aún más.

—¿Puedo ayudaros en algo? —Suelto un suspiro, esperando que mi madre hable, porque desde luego que yo no voy a hacerlo. Calix ya sabe quién soy, por lo tanto no necesito hacer una estúpida presentación.

CALIX #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora