CAP 11. MENTIRA PIADOSA

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Ocho y media de la tarde, recién entraba al Tequila, ha decir verdad no iba a venir, pero me negaba a que Greco estuviera molestando incansablemente diciendo que era un cobarde por su estúpido «reto», ¿Qué teníamos doce años?

La música azoto levemente mis tímpanos cuando al fin estaba dentro del lugar, repase el lugar rápidamente, cuanto antes fuera a ver que quería antes me iría a casa. Observe una cresta rosa chicle sentado en la barra.

—¿Dónde esta el comisario Rodriguez? —pregunte sin prestarle atención una vez había llegado a donde este estaba.

—Llegas tarde, realmente creí que no vendrías —ignoro unos segundos mi pregunta, bebió la copa, casi a la mitad, parecía ser Vodka rojo, adornado con una fresa cortada y una pajita. Aun que tuviese buena pinta yo prefería el Vodka.

—No me ha respon...

—Siéntate, no pienso, de momento, morderte —dijo con brusquedad, de nuevo era el cretino que era originalmente —. Está en el baño, así que siéntate y toma algo —con un suspiro me senté en el taburete de al lado de este —. Póngale Vodka a mi querido amigo ruso amargado.

Me gire a mirarle con los codos apoyados en la barra, este miraba al frente, seguramente mirando como ponían las bebidas, parecía ligeramente absorto. Sus pestañas se veían largas de perfil. Deslice mi mirada aún más, su rota era igual de estrafalaria que el propio Horacio.

—¿Me esta echando mal de ojo? —pregunto con humor pasándome la copa deslizándola por la barra, detuve la trayectoria del baso haciendo que unas pocas gotas cayeran.

—Puede ser, no le importa —dije simple.

—Eso esta bien —murmuro con humor tomando la pajita con ambos dedos bebiendo.

—¿Él comisario...? 

—¿Para qué quieres al comisario si estoy yo? —dijo apoyando la mejilla en su palma, me observante.

—He venido específicamente para saber que quería, no para verle a usted —le recordé con cólera, me contuve de alzar la voz de más.

—Oh, pues te tendrás— que conformar conmigo —le mire con el ceño fruncido.

—¿Disculpe?

—¡Una mentira piadosa! —exclamó con falso tono infantil —. Solo estoy yo —al oír aquello mi sangre hirvió, ¿Una «mentira piadosa»? ¡Me había hecho perder el tiempo! Hice el amago de levantarme, pero su brazo me lo impidió —, termínate la copa por lo menos hostia que vale dinero.

—¿Usted sufre de bipolaridad? —le pregunte brusco —, ¿Me odia pero me trae a este lugar a traición? 

Se encogió de hombros —, me gusta molestarte, es sencillamente maravilloso.

—¿Se puede ir a la mierda? —dije apretando el baso con fuerza. Evite a toda costa mirarle.

—Podría —aseguro simple —, pero no me da la gana —el silencio breve se instalo entre nosotros, con la música y voces externas de fondo —. ¡Quita esa cara! Cuéntame ¿Por que me odias tanto? Aparte de lo que ya sé.

Estaba jugando conmigo. 

Termine de un trago la copa.

—¿Quiére que hablemos, no? —pregunte ya sabiendo la respuesta —. Pues hablemos, ¡Camarero dos de Vodka!

Y yo iba a entrar en su juego.

Pecado delicioso. Volkacio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora