CAP 35. POR FAVOR NO

851 122 7
                                    

No sabía cuánto había estado caminando, pero el sol estaba en todo el centro, indicando que era medio dia, mi palma sangraba excesivamente, sin contar el dolor, mi cara mostraba la frustración acumulada que llevaba sintiendo desde hacía demasiado. Un coche derrapó a unos pocos metros, un patrulla se dirigía a toda velocidad por la carretera en la que caminaba, paro casi en seco cuando la puerta del copiloto quedó a un lado, me incline observando por la ventanilla, el comisario ─. Dime que en casa tienes vodka ─dije cansado abriendo la puerta del copiloto, me senté en el asiento. No me quitaba la mirada, retire el arma del bolsillo del chándal, la deje en la guantera.

─¿Qué mierda ha pasado allí? ─preguntó, aún no había arrancado, solo me miraba. Rebusque entre la guantera, encontré un pañuelo, parecía ser usado únicamente para ocultarse, el ruso tomó mi muñeca bruscamente observando mi palma ensangrentada ─. He visto esa foto, ¿Que ha pasado? ─volvió a preguntar, estaba sumamente alarmado.

─¡No me agobies, llévame a comisaría de una puta vez! ─estaba saturado. De la situación, de mi mismo, de mis decisiones, del comisario...

Volkov con su mano libre apago el coche, la carretera no era muy transitada, se encontraba casi en las afueras de la ciudad ─¿Qué ha pasado allí? ─repitió la pregunta aún más serio.

Sin saber el por que, mis ojos comenzaron a picar y un intenso nudo en la garganta se formó, aquello no era lo mismo que forzar las lágrimas, aquello dolía con cada intensidad que me asustaba. Estaba tan herido que sentía que iba a romperme ahí mismo.

Volkov aflojo sus facciones, estiró su mano sin soltar la que ya tenía agarrada, me arrebató el pañuelo ─. Necesito saber que ha pasado ─comentó el peli grisáceo más tranquilo, esta vez parecía no querer agobiarme, comenzó a vendar con fuerza mi palma sacandome algún quejido que otro de dolor ─. Fuiste a tu casa, tengo entendido. Has llegado con un arma, una herida en la palma y una cara que dice todo lo que no quieres decir tu, sin contar la imagen que tú mismo me has mandado ─decía todo aquello sin mirarme, centrado en hacer un lazo evitando que se soltara e infectara.

─"La traición se paga con más traición" ─murmuré cerrando los ojos, suspire intentando controlar la oleada de tristeza que no entendía en absoluto. Estaba tan abrumado y cegado.

─¿Qué quiere decir eso? ─preguntó, aparte mi mano de las suyas.

─Quiero que me entregues ─le pedí, mi voz patino quebrándose ─. Quiero terminar con esto de una buena vez, Volkov ─mi voz se rompió, tape mi rostro con ambas manos ─. Ya no puedo seguir joder ─un sollozo salió de lo más profundo de mi, note la tensión por parte del comisario, no sabía cómo controlarme así que solo me deje llevar, deje que la ira y frustración fluyeran.

─¿Qué? ─preguntó abrumado ─. No ─negó rotundamente ─. ¿Cómo puedes decirme esto? ¡Me pediste ayuda! ¡Prometí ayudarte! ─estaba frustrado, también incómodo, lo notaba.

─¡Quitame del medio! Quitanos a quien llevas buscando tanto tiempo.

Le escuche desabrocharse el cinturón de seguridad, mis muñecas fueron aprisionadas por sus manos, las retiró de mi cara ─. No se que ha pasado, pero se que no ha sido lo mejor que has podido presenciar en tu vida. No te rindas, por favor no te rindas, ¡No le des lo que quieren, espabila joder! ─le miré intentando retener las lágrimas ─. Tu no eres asi ─aseguro como si me conociese, con sus dedos atrapó mi barbilla ─, ya no puedes irte. Ya ni puedo, ni quiero dejarte.

─¿Por qué? ─susurré controlando mi pesar.

─Eso no importa ─aseguro sin más.

─A mi si.

─No importa ─repitió llevando ahora ambas manos a mi rostro, limpio mi furtivas lágrimas que se habían esparcido por toda mi cara ─. Somos un duo, tu y yo contra los que quieren joderte.

No entendi porque, pero ambos sonreímos, una pequeña sonrisa que sirvió para darme un poco de fuerzas.

─Asi que dejate de gilipolleces, necesito tu lado cabron para esto, recomponte en menos de treinta horas ─le di un manotazo a una de las manos que aún seguían en mi rostro, las quitó lentamente, regalandome una leve caricia, tal vez no intencionada ─. Si no puedes pideme ayuda, ¿Vale?

─No me traiciones tu tambien, por favor ─le pedí de manera inconsciente ─. Literalmente solo me quedas tú.

─No lo haré ─aseguró.

─Por tu bien. Por que si no te matare mientras duermes ─bromee en busca de aligerar el ambiente, por suerte lo conseguí, ambos de nuevo sonreímos.

─Que le den ─comenzó a ponerse el cinturon.

─Cuando quiera, no me opongo ─le sonreí mostrándole mi dentadura, puso los ojos en blanco.

─¡Horacio! ─estalle en una pequeña risa.

Pecado delicioso. Volkacio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora