CAP 48. ES UN «HASTA LUEGO»

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Siempre se ha dicho que a un animal salvaje era inviable, mejor dicho, no había que intentar volverlo doméstico, es casi, casi, imposible, porque, aunque no lo parezca, le estas arrebatando esa libertad que siempre han tenido, la libertad de correr por donde quieren, de ser sencillamente libres. 

¿Por qué estoy diciendo esto?

Las bolsas resbalaron de mis manos, dejando que el ruido metálico cubierto de una plástica  bolsa sonará bruscamente al caer al impoluto suelo.

La mirada de Greco observaba a un punto de la oscura habitación, se notaba el ambiente lúgubre se podía notar perfectamente que nada iba bien, al contrarío ─. Se ha ido ─susurró sin mirarme, mi vista fue al barbudo hombre atado con un alargador a una silla, al parecer el chico sólo había querido sacarme de casa ─, tengo que decirte algo que no te gustará...

─¿Dónde está? ─le pregunté sin moverme de mi lugar.

Por el hecho de que; había intentado convertir un animal salvaje en uno doméstico.

─Comisario... ─me llamo ─, le he traicionado, yo... no... yo no pensaba que...

Se le notaba apenado, tal vez por el hecho de que había estado mintiendo a todo el mundo, pero en ningun momento senti el verdadero arrepentimiento, tampoco parecía haber sido obligado a lo que hubiera hecho. 

─¿Qué ha hecho, Rodriguez? ─pregunte precavido.

─Juro que yo no sabía que era Fred... ─murmuró mirando hacia sus pies.

─¿¡Qué cojones dice!? ─grité dando zancadas al atado comisario.

─¡No sabía que era! ¡Lo juro! ─me miró con importancia ─, Sabía que no era de buen trigo, por lo que decía, por lo que hacía, ¡Pero yo no...!

La dura verdad de Greco.

Había confiado, casi de manera ciega, en aquel hombre. Parecía no estar muy arrepentido, pero no estaba para nada feliz con aquella situación.

─¿Dónde está? ─en un matojo de nervios, le exigi aquella respuesta a la pregunta que había hecho dos veces.

─"Vodka" ─murmuró. 

─¿«Vodka»? ─pregunte confundido ─, ¿Me estás tomando el pelo? 

─Comisario en esta situación, ¿Crees que voy a vacilarte? Es lo único que me ha dicho, ya esta.

Impaciente comencé a caminar a la cocina, abrí aquel armario que Horacio había dicho que era su caos y paraíso personal, mi reserva de Vodka traido de Rusia. 

Faltaba una botella, una de las más caras y deliciosas que había adquirido, había un papel pegado en otra con la palabra Волков [Volkov].

La tome rápidamente.

Tengo que solucionar demasiadas cosas, y con pensar en el alma, tu no puedes ayudarme, te enteraras en unos días del por qué, no me detestes demasiado, porfavor. 

Deja a Greco, el no tiene culpa de haber caído ante la inmensa putada del amor, vigilalo, pero protegelo y guarda su secreto como hiciste conmigo. 

Prometí que te esperaría, pero no dije donde, cuando, ni en qué momento. 

Así que te esperaré, y cuando nos volvamos a ver, beberemos esta botella de Vodka que decidí robarte.

Esto no es un «adiós», es un posible «hasta luego».

Apreté con fuerza el papel, con la limpia caligrafía del chico.

Y fue así como el animal salvaje encontró la manera de escaparse de las cuatro paredes que le mostre.














Pecado delicioso. Volkacio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora