CAP 40. AYUDA DOBLE

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Nunca me he considerado una persona que se sienta preocupado o nervioso, siempre he vivido a mis anchas haciendo lo que siempre he querido sin preocuparme por las consecuencias que, seguramente, generarán dichas acciones, tampoco solía preocuparme por el prójimo, tus problemas no me incumben si no estoy relacionado. 

¿Por qué hablo en pasado?

Aquella era una muy buena pregunta de la cual no quería, ni podía responder en estos momentos.

─Joder ─murmuré llevándome una mano a la cabeza, todo se movía, se podía escuchar una melodía de fondo entremezclada con una leve discusión a susurros.

Abrí los ojos lentamente, me sentía observado.

─¡Pero buene! ─exclamó una voz gallega. 

Un peli negro de chaqueta naranja a rombos exclamó mirándome. Mierda.

Los gallegos dementes, subordinados desde que empezamos la mafia, se encargaban de repartir la droga, y en algunos casos traer víctimas.

Me incorporé sentándome en el asiento. Pestañee aturdido. Estaba amaneciendo, y sin saber dónde iba, me encontraba en un coche un tanto antiguo que parecía estar en sus peores momentos por los ruidos tan horribles que sonaban de este. Si no moría asesinado, moriría de un accidente automovilístico.

─Escúcheme agradece que no te he atropellado, ¿Entiende'? ─ahora me hablo el de la chaqueta a rombos azul, me miraba por el retrovisor. 

─¿Dónde mierda me lleváis? ─pregunté apretando con fuerza mi sien ─, ¿Planeaís matarme en un bosque o algo asi? De ser así mi hermano a decaído con sus esporádicos asesinatos.

Segismundo. Así se llamaba el del chaleco naranja. 

─¿Matarte? ─preguntó en tono agudo Rogelio, se giró a mirarme unos segundos, volvió a mirar a la carretera. Fruncí el ceño.

─¿Dónde está? ─murmuré comenzando a recordar todo con claridad ─. ¿Dónde esta el cabron del ruso? ─se miraron entre ellos, seguido de aquello Segismundo me miro a mi, eso me indico que nada bueno había pasado. Yo no estaba yendo donde el comisario estaba, yo no me estaba acercando ─. ¡Os estoy hablando! ─exclamé, me arrepentí de inmediato al hacer tan sandez, pues mi cabeza comenzo a doler puzadamente. Puse ambas manos en mi rostro ─, ¿Dónde está? ─la pregunta la repeti una tercera vez, pero en aquellas tres veces donde pregunte, en ninguna recibí una respuesta.

─Relájate hombre ─intentó apaciguar mis nervios el gallego menor, negué con la cabeza seguido de mirar por la ventanilla, entrabamos en el centro de la ciudad ─. Te llevamos al hospital, estabas tirado en la carretera, ¿Verdad Royels?

─Sé que sabéis dónde está Gustabo ─aseguré inclinandome, y posandome entre los dos asientos.

─Nos estamos jugando la pute vida solo por subirte al coche ─me recordó el conductor, Rogelio ─, no diremos nada.

─Segismundo ─le llamé, posiblemente era el más fiel a Gustabo de los dos, pero el más débil ante mis peticiones, se giró a mirar al frente.

Había perdido mi lugar en la mafia, había perdido el poder de hacer lo que quisiera. Ya nadie me respetaba lo suficiente como para hacer y decir cosas que no querían.

─Necesito vuestra ayuda. Yo...

─Has dejado la mafia, ¿No? Todos lo saben, eres el mierdas que quieren muerto, traición, ¿Así se dice no primo? ─aquellos no parecían estar por la labor de ayudarme, pero era mi única carta.

─Quiero derrocar a mi hermano ─asegure, ambos me miraban de reojo pretendiendo parecer que no miraban ─, cuando lo haga, por que lo voy a conseguir, la mafia será mía, vosotros seréis mis manos derechas, seremos respetados. 

Ambos primos se miraron, note como retenían la sonrisa, Segismundo carraspeo ─; ¿Quién nos garantiza eso, eh?

─Solo tengo la palabra de este sucio mentiroso ─dije simple poniendo una mano en mi pecho ─, pero sabéis que soy de palabra.

─¿Qué tenemos que hacer? ─preguntó Rogelio, sonreí.

─Tres sencillas cosas ─me dejé caer al respaldo del asiento de atrás ─; quiero saber donde esta, un arma y lo único que tenéis vosotros que hacer es llevaros al ruso.

─¿Cómo estás tan seguro que lo conseguirás? ─pregunto Segismundo ahora.

─No estoy seguro ─afirme simple encogiendome de hombros ─. Se que lo sacare de allí, por que es lo que él quiere. Quiere que le busque, quiere jugar para después intentar matarme ─un pequeño silencio se situó en el vehículo ─. Bueno, dejando esta charla, jodidamente aburrida, ¿Dónde coño está? Mi tiempo es oro y creo que no podéis pagarmelo.

─Ya decía que estabas muy pacífico ─murmuró el de chaqueta naranja.

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PRÓXIMO: CAP 41. PSICÓPATA.

He traído a la generación vieja, son personajes que, a mi parecer, eran muy buenos en Spainrp, quería darles un papel a mis dos locos gallegos que TAAAAAAANTO amo.

Pecado delicioso. Volkacio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora