CAP 39. ¡VOLKOV!

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Las farolas iluminaban el camino ─, ¡Horacio solo me preocupo por ti! ─bramo exaltado, podía sentir la rabia en sus palabras ─, ¿No te das cuenta? Eras un jodido infiltrado del CNP, ¡Eres el más buscado! ─todo era verdad, posiblemente estaba jodido.

Claudio me dijo que eligiera bando o moriría, pero la verdad era que el bando que eligiera todos quieren verme muerto, lo único que hacía cambiar o no, era morir como un héroe, o un jodido villano. No había nada más. Eran pocas opciones pero esas eran las cartas que estaban sobre la mesa.

─No diré nada de tí si me arrestan ─le aclaré simple, no le daba importancia a la gravedad de la situación, Volkov apretó con fuerza el volante.

─En todas las opciones siempre tienes el mismo resultado, la muerte ─me recordó como si ni siquiera yo lo supiese, parecía que ya había barajado opciones ─. Buscaremos una salida para que no...

─Si tengo que morir lo haré, no me importa.

─¡Horacio! ─dijo entre dientes, estaba enfurecido, aquello no le había gustado una mierda, pero era la cruda realidad de Horacio Pérez. 

─¿Horacio que? ─pregunte brusco, chasquee la lengua con algo de molestia, le estaba mirando mal ─. Estoy solo, y si esta mierda termina con un "buen" resultado, seguiré jodidamente solo. No te confundas, eh. No soy un suicida de esos ─mire al frente, la carretera estaba solitaria, Volkov se detuvo en un semáforo, no entendía el por que, estábamos solos en la noche de aquella carretera. Me miraba  ─. Yo tengo demasiada clase para morir así, mi muerte jamás sería así ─me reí levemente mirandole de reojo, mi rostro rápidamente se volvió serio ─. Yo moriré dando todo por lo que yo mismo quiero. No por lo que es o no correcto, no, lo haré por que yo quiera hacerlo. Así que pelearé hasta el final, ya no solo por sobrevivir, para demostrarle a mi hermano que no es indestructible, para demostrarle que siempre tuvo un arma mortal que jamás utilizó como debía, le demostrare con todo esto que yo no iba a servir a quién no me respeta ─le volvi a sonreir ─. Así que, querido ruso, no me molestes en mis planes finales, en ellos no participas. Una vez termine, si todo sale "bien" todo terminara aquí. 

Podía notar su ceño aún más fruncido, algún pensamiento le estaba haciendose preocupar, que perdida de tiempo ─. Horacio ─me llamo, le observe, ambos nos mirabamos con el parpadeo constante de los semáforos reflejados en nuestros rostros ─. No quiero que... ─enmudeció mirando con el ceño fruncido tras mía. Mire de reojo, frente a una tienda, cerrada un grupo de hombres hablaban placidamente, volvi a mirar al ruso confundido ─, ¡Cuidado! ─grito haciendo que me agachará bruscamente.

No entendí la situación, hasta que una lluvia de balas impactó en masa y en cantidad contra el resistente patrulla, los cristales estaban destrozados. Bombas de humo en cantidad estallaron, no veíamos nada. Nos miramos unos segundos entre la poca visualización.

Nos desabrochamos los cinturones de seguridad, y con pasos lentos salimos del coche. Con el arma apuntando a mi alrededor y los ojos achinados, intentando lograr ver algo, buscaba a los culpables de aquello que, en mi opinión, solo me estaban jodiendo mi salida del turno laboral nocturno. Aquello había sido un atentado muy preparado, propio de Gustabo.

Oía pasos.

Oí un quejido del ruso ─, ¡Joder!

Me alarme ─. ¿¡Viktor!? ─pregunté al aire, caminando más deprisa. No llegue muy lejos, mi cuerpo tropezó con «algo», aquello me hizo caer contra el cemento, el arma reglamentaria se escurre, alejándose de mí. Mis tobillos fueron agarrados, intente patalear, seguido de los tobillos rápidamente fueron mis codos agarrados, quede colgando a centímetros del suelo ─, ¡Soltadme hijos de puta! ─grité lleno de rabia, pero estos solo ignoraban mis maldiciones, insultos y furia.

La visibilidad volvió, pestañee aturdido, mi cuerpo fue arrojado al pavimento ─. Jod... ─alce la mirada mientras me incorporaba, ponía de rodillas. Mi maldición se esfumó tan rápido como vi como una cabellera rubia estaba acuclillada frente a mí ─, oh... ─murmure. Estaba en problemas.

El rubio me sonrió ─. Eres muy astuto ─me aseguró ─, pero no tienes el poder que tengo yo. Me llevo a ese dolor de culo. 

─¿Qué? ¡No esper...! ─sentí como me golpeaban la nuca, todo se volvió negro. Todo era tan frustrante...

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PRÓXIMAMENTE: CAP 40. AYUDA DOBLE.

Pecado delicioso. Volkacio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora