CAP 25. CHISTES TONTOS

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—¡Aléjate! —grité al sentir una presencia tras de mi, me gire apuntándole con el arma. Volkov alzo una ceja en tono aburrido, como si no le apuntara directamente al rostro.

—¿Apuntando a un comisario? —pregunto aburrido apartando de un leve empujón el cañón de la pistola, la baje hasta guardarla —. Le veo muy paranoico desde ayer —su tono nunca dejo de ser neutral, no mostraba ninguna emoción.

—Miente —me defendí comenzando a caminar junto él.

—Tiene ra... —el comisario enmudeció y miro a un punto fijo extrañado —. ¿Quién es ese sugesto de allá? ¿No cree que nos observa demasiado? 

Mi pulso de acelero posandome delante de el cubriéndole seguido de mirar por todo el lugar —. ¿Dónde? ¿Dónde? —exclame en alerta.

Una de sus manos se poso en mi hombro, alce la mirada —. Creo que algo ocurrió por la que salio corriendo —aseguro sin dudar —. Debería contarme lo que le ha pasado, recuerde, le prometí protegerle.

Sonreí dándole un manotazo a su mano y alejándome unos pasos, comencé a caminar marcha atrás —. Oh, claro, protegerme, entiendo —me reí de manera nerviosa —. ¿Sabe? Greco me necesitara para el perímetro, ¡Suerte en la negociación comisario! ¡Usted puede, si! —dicho aquello salí corriendo en dirección al callejón. Ahí se encontraba el comisario Greco Ródriguez.

—Horacio —dijo alegre el barbudo al verme. 

—Comisario —salude de igual manera, me sentía levemente mas aliviado.

Junto con el comisario comenzamos a recorrer el lugar, mirando con ojos del halcón cada esquina —. Perímetro asegurado —dijo Greco en la radio —. Parece ser que solo son los dos atracadores. 

—¿Seguro? No creo que estos imbéciles hayan venido solos y con dos bicicletas —dijo la voz de Volkov tras la radio.

—¿Han dicho si quieren huida o huir, comisario? —pregunto con amabilidad Greco.

—Los subnormales me están contando chistes, parece que solo quieren molestar a la policía.

Fruncimos el ceño, comenzando a caminar hacia el badulaque. 

—Tal vez solo son los típicos tontos que bromean —dijo Greco sonriéndome —. Que perdida de tiempo, ¿No cree?

Mi sonrisa fue contagiada —. ¡Seguro! Y pensar que estaba preocupado para na...

Un disparo resonó en lo alto del gran edificio.

Una bala atravesó mi vientre.

—Mierda —jadee deslizando mi espalda por la pared de ladrillos. 

Todo me dolía, me ahogaba en sangre que de mi, brotaba.

—¡Agente herido! —grito desesperado Greco disparando al franco tirador —. ¡Venga a mi de inmediato! ¡El alumno Horacio Pérez a sido disparado de gravedad!

Los gritos se volvieron susurro, dejando que el dolor me gritara. Tan cerca que lo sentí demasiado lejos.

Abrí mis ojos al sentir que me arrastraban tras de un coche, mi espalda estaba en el suelo frió.

—¿¡Me oye!? —grito un acento ruso —. ¡Abra de nuevo los ojos!

—Que cabrón... —susurré sin aire abriendo mis ojos lentamente —. El cabrón... hizo una buena jugada... 

—No hable, solo... no cierre los ojos —podía oír el tono angustiado.

—No quiero ir... —un dolor subió por mi garganta, comencé a toser, tosía un sabor metálico —... no... me quiero... ir... no... no... quiero hacerlo...

—No hable, no hable —la desesperación llego a su voz, apretó con fuerza la herida de bala de mi vientre, jadee de dolor —. ¡Rodriguez...!

El cielo azul, completamente despejado fue lo único que vi cuando mis pesados parpados decidieron dejar de luchar por mantenerse abiertos.


Pecado delicioso. Volkacio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora