CAP 24. ESE MOMENTO

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—¡Mierda! —grite con rabia dando un golpe leve a la mesa metálica. Estaba completamente frustrado.

—Ya le dije que le iba a ganar Horacio —me recordó por tercera vez en la noche —. Los dardos se me dan bien.

Nuestra cena se había sentido obligada a finalizar cuando estuvimos hasta el cierre del propio restaurante, de manera inconsciente, poco propio de mi, le arrastre a un bar. Siendo sincero no me arrepentía de no haber actuado como normalmente lo haría, por que en verdad me divertía, estaba disfrutando con el amargado y no tan odioso comisario Volkov.

No creía que llegaría a esta situación actual, es mas, le decías a mi yo del pasado que jugaría los dardos después de cenar con el comisario, y seguramente habría estallado en una carcajada seguido de una amenaza. Sin duda todo había dado un gran cambio en tan poco tiempo, y muy internamente aquel cambio me estaba gustando. Me aliviaba la culpa, la pena.

 —¿Horacio? —pregunto una voz lejana, pestañeo varias veces viendo que Volkov estaba moviendo su mano delante de mi rostro.

—Estaba pensando en como envenenarle —dije como si estuviera pensativo.

La sonrisa de Volkov salio unos segundos, fueron leves, los suficientes para hacer que un cosquilleo horroroso pasara por todo mi cuerpo, por reflejo puse ambas manos en mi vientre, como.

—¿Pasa algo? —pregunto sin mirarme, me había dado la espalda en mis segundos de nerviosismo incontrolable.

Le di un codazo levemente, empujándolo de la mesa para tomar mi copa entre mis manos, acerque el baso a mis labios —. Estoy perfec... —mi voz se quedo completamente atrapada al ver una chaqueta roja en la cristalera que daba al exterior del bar, el sujeto con la capucha se giro levemente, mostrando la mirada azulada. Me petrifique.

—¿Horacio? —toco mi hombro, espantado me gire a mirarle, volví a mirar al escaparate, nadie, ya no había nadie en la oscura y desolada calle. Deje la copa en la mesa rápidamente, creando un ruido algo brusco.

—Vete a casa, vamos, vete, vamonos —exclame intentando mantener al cien por cien mi tranquilidad, fracasando en ello estrepitosamente.

—¿Discul...? —no le di tiempo a decir nada mas, agarre un extremo de su manga y le arrastre al exterior, el frió calo de lleno en nuestros huesos —. ¿Horacio que mierda le pasa? —pregunto sin dejar de seguirme, me detuve en el coche del chico de pelos plateados.

—Váyase, tengo algo que solucionar —le pedí algo mas tranquilo, aun que siendo sinceros estaba aterrado —. ¡Nos vemos mañana!

Dicho aquello salí corriendo.

Tenia cosas que hacer, como salvar mi vida.



Pecado delicioso. Volkacio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora