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Los diálogos que aparezcan en cursiva en este capítulo son en chino.

—¿Qué le ocurre a Haechan? —Shotaro llegó junto a sus amigos, que observaban a Donghyuck desparramado sobre su silla y con la mirada perdida.

—Su novio es un universitario ahora —aclaró Jeno, picando la mejilla del, tal vez, cadáver frente a ellos—. Y aunque le encanta presumirlo, acaba de entender que no podrá verlo y perseguirlo durante los recesos.

—¡No me lo recuerdes si no quieres que llore o te mate! —Donghyuck tomó el cuello de Jeno, sacudiéndolo de un lado a otro.

—¿Yangyang no entró al salón? —Shotaro ignoró a los dos chicos que pelaban frente a él y se dirigió a Renjun—. Lo vi entrar al colegio antes que yo...

—No lo crucé en ningún momento, es extraño. ¿Estará deprimido porque su mejor amigo también es universitario?

Sin esperar respuesta e ignorando los pedidos de auxilio de Jeno, Renjun salió del salón, en busca de su amigo.

Si estaba deprimido, probablemente estaría en el escondite secreto, ese que solo los chinos conocen. Caminó hacia el patio, saludando a algunos conocidos en el camino. Se escabulló detrás de aquel árbol que ocultaba el camino y encontró la puerta del depósito que ni los de limpieza conocían. Un lugar completamente oculto y abandonado, ideal para sus reuniones secretas. Empujó la puerta y efectivamente estaba ahí, abrazando sus piernas y escondiendo el rostro entre sus rodillas.

¿Yang? ¿Qué ocurrió? —simplemente se encogió más sobre sí mismo—. ¿Estás así por Hen?

¿Qué? ¡No! —finalmente levantó la mirada y pudo ver el rubor en todo su rostro.

¿Entonces?

Sungchan.

Oh... —hablar de su crush, por alguna razón, era un tema delicado— ¿Qué ocurre con él?

¡Creció, es más alto que yo! Vino a saludarme y tuve que levantar la mirada. ¿Qué voy a hacer?

¿Y tú te quejas? Córtale las piernas o aguántate.

Renjun se levantó, ofendido, y salió del escondite. Escuchó a Yangyang detrás de él y segundos después lo estaba abrazado por los hombros.

¿Ya estás mejor?

Sí, me recordaste que yo no soy la pulga aquí.

Antes de poder reaccionar, Yang corrió lejos de Renjun, evitando que pudiera matarlo, pero con una enorme sonrisa en su rostro. Las campanas sonaron y aunque quería volver al escondite, no podía perderse la primera clase de su primer día.

Pero ahora no estaba tan seguro de la decisión que había tomado. Por una parte, un sentimiento extraño se instaló en su pecho cuando vio al alumno nuevo frente a la clase, la misma sensación de déjà vu que sintió al ver a Jeno por primera vez. Por otro lado, ese mismo sentimiento le pesaba horrores y por alguna razón que no lograba identificar, se sentía culpable.

El chico nuevo se sentó casi al frente pero desde que se presentó e incluso ya sentado, cruzaron miradas en más de una ocasión y ese chico le sonreía, provocando cosquilleo en su estómago. ¿Qué estaba haciendo? Aunque no fuera nada oficial, él estaba con Jeno, nadie más lo sabía, no eran más que amigos para los demás, pero eso no le daba el derecho de... Si no había etiqueta, ¿se podía considerar engaño? Quitó las tontas ideas de su cabeza, no había hecho nada más que admirar la belleza de otra persona, ni estando casado podía considerarse engaño.

Mi Pasado y Mi Futuro (#5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora