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La última vez que Kun había visto a su madre, el desprecio y la decepción estaban presentes en su rostro. Por esa razón, verla deshaciéndose en lágrimas y sonrisas lo confundía demasiado. Lucas lo había sujetado de la mano mientras lo ocultaba detrás de su espalda, y así se sentía seguro, pero la mezcla de sentimientos en su pecho lo abrumaba.

Y ver a su padre emocionado no ayudaba a su estabilidad. Ambos hermanos lo extrañaban demasiado, pero ninguno se animaba a dar un paso al frente.

—¿Quieres que los eche? —susurró Lucas a Kun, pero él se negó.

—¿Por qué están aquí? —Kun aclaró su garganta y se animó a salir de atrás de Lucas. Debía mostrar seguridad a pesar de todo el miedo dentro de él. Renjun aun no era mayor y si querían llevárselo, no tenía forma de impedirlo.

—Kun, Renjun, cuánto han crecido —murmuró Sunyoung. Hizo un ademán para acercarse a su hijo mayor pero él retrocedió. Por supuesto, no sería tan fácil.

—No contestaron mi pregunta. ¿Cómo nos encontraron y por qué vinieron? —Kun había hecho jurar a Tao de que no diría su ubicación a sus padres, y quería creer que había cumplido su palabra hasta el final. Pero el sentimiento de decepción había empezado a aparecer.

—Kun, hijo, ¿podemos hablar con tranquilidad? —murmuró Zhoumi, interponiéndose entre su mujer y su hijo.

Lucas estaba esperando cualquier señal de Kun para actuar, aunque aún permanecía escondiendo a Renjun y sus novios detrás de él. Conociendo la historia, Jeno y Jaemin también estaban en peligro. Kun se giró hacia él y pudo ver el temor en la mirada, pero también calma.

—¿Podrías llevar a los chicos al departamento? Hablaré con ellos un momento. Estaré bien.

Lucas asintió y con una seña, todos lo siguieron, escondiendo a Renjun. Sunyoung los observó alejarse y perderse escaleras arriba.

—Les daré unos minutos, no mucho más. Estamos cerca de la hora de apertura —Kun observó el reloj de pared fingiendo desinterés e intentando que no se fijen en sus manos temblorosas.

Los invitó a sentarse y él se ubicó en frente, con todas las barreras de defensa levantadas. Observó a sus padres, las arrugas en la frente y alrededor de sus ojos se marcaban con fuerza, y pudo distinguir canas en las sienes de su padre y en las raíces del cabello de su madre.

De la misma manera, Zhoumi y Sunyoung se detuvieron en cada detalle de su hijo. Su rostro de adolescente había desaparecido por completo y tenía las facciones más marcadas. Sunyoung sintió el pesar en su pecho por la culpa de no poder verlos crecer día a día. Pero Zhoumi, en cuanto sintió a su esposa tensarse a su lado, tomó su mano y acarició su palma con lentitud, relajándola.

—¿Entonces? ¿Cómo nos encontraron? —la voz de Kun era muy dura para su madre, pero no tanto como él quería.

—Leí tu nombre aquí —Sunyoung dejó frente a él una revista que hablaba de su restaurante, dejando en claro que Tao no lo traicionó. Entonces era verdad que su "fama" había llegado a China—. Investigamos en internet si realmente eras tú y encontramos muchas notas sobre tu restaurante. Estoy muy orgullosa de ti.

La sonrisa maternal y las lágrimas que le mostraba la mujer frente a él, lo hizo dudar un momento, pero su corazón aun permanecía de piedra.

—¿Y por qué vinieron? —respondió, regresándoles la revista—. Si nos escapamos de China sin decir a dónde, era para que no nose encontraran. ¿Qué les hizo pensar que eran bienvenidos? —la rudeza de sus palabras impactaba en sus padres y podía verlo en el dolor de sus miradas, pero no le importaba.

Mi Pasado y Mi Futuro (#5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora