Los diálogos que aparezcan en cursiva en este capítulo son en chino.
Kun y Doyoung hablaban de muchas cosas todas las tardes, mientras los más pequeños vivían aventuras inimaginables. Todos los días eran divertidos estando juntos, por eso, aquella tarde donde la tormenta era fuerte y el frío se colaba por todas las capas de abrigo, Renjun comenzó a llorar cuando le dijeron que no podían ir al parque.
—Pero mis amigos van a estar esperándome y se van a enfermar y se van a enojar conmigo —el pequeño limpiaba sus lágrimas con la manga de su camiseta.
—No, cariño. Ellos están calentitos en el hotel, deseando verte y sabiendo que ninguno puede.
—Yo quiero ir con ellos.
La señora Qian abrazó a su pequeño, intentando consolarlo de alguna manera. Kun observó con dolor a su hermanito triste y, cuando una idea cruzó su mente, corrió escaleras arriba hacia la habitación que compartían.
Momentos después, apareció en la sala cargado todos los lápices y pinturas que tenía Renjun. Las colocó con cuidado en la mesa y fue a buscar a su hermanito, sacándolo de los brazos de su madre.
—Podemos hacer un dibujo, para que te recuerden incluso si no están juntos.
Los ojitos de Ren se iluminaron y corrió detrás de su hermano hasta la mesa. Sus padres intercambiaron una mirada de ternura por sus hijos y juntos fueron a la cocina, a preparar chocolate caliente y unas deliciosas galletas. Después de horas de colorear, Kun ayudó a su hermanito a envolver en un lindo papel de regalo y con un gran moño cada dibujo.
—El de Jaemin es el celeste con el moño blanco, y el de Jeno es el verde con el moño azul— contó Renjun a sus padres, aunque momentos antes lo había dicho al revés a su hermano.
Y el tercer dibujo, que se quedaría Renjun, fue colgado en la cabecera de su cama, también con la ayuda de su hermano mayor.
Al día siguiente, la tormenta había terminado y aunque había mucha nieve, era seguro salir. Renjun apenas lograba quedarse sentado durante el almuerzo, emocionado por ver a sus amigos otra vez. Fue el primero en estar abrigado y listo junto a la puerta, con sus regalos en cada manito.
Apuró a sus padres a llegar rápido al encuentro y, al ver a sus amiguitos en uno de los juegos, corrió hacia ellos, con una enorme sonrisa y gritando de emoción. El frío golpeaba sus mejillas, volviéndolas rojas, y secaba sus ojitos haciéndolo lagrimear, pero no le importaba. Cuando sus amigos escucharon a Renjun, corrieron a su encuentro y se abrazaron con mucha fuerza.
Renjun entregó sus regalos a cada uno que, saltando de emoción, corrieron hacia sus padres para mostrarlos y guardarlos. Kun se acercó a su amigo con el libro que le había prometido en mano.
Los adultos charlaron entre ellos, observando a sus hijos felices. Y tuvieron una brillante idea que comenzaron a planificar.
Mientras tanto, los más pequeños corrieron a su escondite secreto y se ocultaron mientras vaciaban sus bolsillos. Jaemin había logrado llevar algunos caramelos y Jeno chocolates, los ojitos de Renjun se cristalizaron cuando metió sus manos en sus bolsillos y encontró las galletitas hechas pedazos. Extendió su manito con algunas lágrimas asomándose, pero sus amigos se sorprendieron por lo que él había llevado y comenzaron a comer esos pedacitos. Cuando Jaemin notó las mejillas húmedas de su amigo, se quitó los guantes y las limpió con su manito. Y sin resistirlo, apretó las mejillas con fuerza, haciendo que los labios de Ren parecieran un pico de pato. Los tres comenzaron a reír por eso y siguieron comiendo lo que tenían enfrente.
—Nono, quiero más chocolate —Jaemin se acercó a Jeno y comenzó a revisar sus bolsillos.
—No hay más, Minmin.
—¡Nana! —ambos niños detuvieron la pelea de sus manos para observar a Renren, preguntándose si había dicho algo en chino.
—¿Nana? —Jeno aprovechó la distracción para quitar a Jaemin de encima.
—Así te llamaremos. Somos Nono, Nana y Renren.
—Hmm —Jaemin llevó su mano hacia su barbilla para pensar—, pero no me gusta Norenna.
—¿Norenna? —Jeno preguntó, mientras llevaba otro caramelo a su boca.
—Es nuestro nombre de tres, pero me gusta Norenmin.
—¡Sí! —gritaron los otros dos, emocionados.
—Pero pueden llamarme Nana si quieren.
Renjun aplaudió, feliz, mientras sus amigos reían. Pasaron el resto de la tarde jugando y divirtiéndose, hasta que sus padres los llamaron y tuvieron que despedirse.
Ya en casa, recién bañado y esperando la cena, su madre llamó a Kun y Renjun a la sala, sentándolos en el sillón.
—Estuvimos hablando con los padres de sus amiguitos y van a pasar la navidad con nosotros. ¿Les gustaría? —preguntó su madre en coreano y luego lo repitió en chino por si Renjun no comprendía alguna palabra.
—¡Sí!, tengo muchas cosas que mostrarle a Dodo.
Kun y Ren sonreían con mucha emoción por estar más tiempo con sus amigos. El padre llamó al mayor para que lo ayude con la mesa mientras la madre se ocupaba del pequeño.
—Renjun, ¿qué te gustaría de regalo para navidad?
—¡Peluche!
—¿Peluche de qué? ¿Algún animal?
Renjun lo pensó un momento, su habitación estaba llena de peluches porque son sus favoritos, tiene muchos animales, personajes de los programas de televisión, comidas, nubes y soles. No se le ocurría algo más.
—¿Qué te gusta?
Ante la pregunta de su madre, una clara imagen se formó en su cabeza: Jeno y Jaemin. ¿Existirán peluches de ellos?
—¡Nomin!
—¿Nomin? —El pequeño asintió mientras comenzaba a saltar con alegría— ¿Qué es eso?
Pero la pregunta quedó en el aire. Renjun corrió hacia el comedor después de escuchar a su padre llamándolos a cenar.
Cuando los niños ya estaban dormidos y los padres tenían un momento a solas, Sunyoung preguntó a su esposo si conocía a "nomin".
—Escuché eso en algún lugar... —Zhoumi lo pensó un momento y lo recordó—. Sí, hace poco Ren lo estaba viendo por televisión, pero es Moomin, seguramente no sabe pronunciarlo bien.
Asintió con tranquilidad, sabiendo lo que su hijo quería. Ahora debía encontrar un lindo peluche de Moomin.
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Mi Pasado y Mi Futuro (#5)
Hayran KurguEncadenado a su pasado, intentaba hacer lo mejor para su hermano menor. Pero las cadenas tiraban y dolían; después de tanto, continuaba torturándolo. Sin memorias de su pasado, seguía adelante gracias a su hermano mayor. Pero la llegada de una perso...