Muy pocas veces me levanto tarde, lo normal es estar despierta desde las 6 a.m, pero hoy, justamente hoy me he levantado tarde, gracias a que mi cabeza no dejaba de darle vuelta a todo lo que está pasando. Por otro lado, una de las cosas que me tiene corriendo de aquí para allá, es el mensaje que me acaba de enviar el profesor, en el que avisaba que ya venían en mi buqueda
Mierda
Salto poniéndome los zapatos y arreglando mi pelo, que es un verdadero desastre. Encima, no me da tiempo de colocarme ni una pizca de maquillaje, porque cuando estoy poniéndome la camisa de tiras blancas, el claxon de un automóvil me hace saber que están afuera esperando por mí. Ni modo, me toca salir así como estoy. Corro hasta el espejo y me examino; no estoy nada mal, a decir verdad, mi cabello negro, aun húmedo por la ducha cae sobre mis pechos, el cárdigan negro que combina con mi camisa oculta los rollitos de mis caderas y los vaqueros rotos en las rodillas me hacen ver más joven de lo que soy. Además, no debe importarme cómo voy vestida, porque solo voy a salir del compromiso ¿cierto?
Recojo el suéter, las llaves y mi teléfono para abrir la puerta y salir corriendo a la entrada, donde ya está esperando un señor vestido con traje negro — buenos días, señorita Conti, el señor Maldonado la espera— abre la puerta para mí, mientras yo sonrío avergonzada por el tiempo que le hice esperar
-—Muchas gracias — susurro
La camioneta comienza a emprender la marcha hacia adelante, y con ella mi estado de nervios aumenta. No quiero pensar cosas que no son, o como dijo Lucas, que todo esto sea con dobles intenciones. Suspiro resignada y me concentro en mirar las calles, los árboles y edificios que pasan como un borrón.
Aparto mi mirada de la ventana para posarla en el conductor, que se encuentra concentrado con la vista al frente, es como si hiciera que yo no existo. Me siento incomoda, y ya quiero que el recorrido acabe, porque de seguir encerrada en esta camioneta voy a ponerme a gritar, y eso no va a ser nada bonito de ver.
Afortunadamente mis suplicas fueron escuchadas, porque en pocos minutos la camioneta estaciona frente a un gran edificio, y por lo que poco que pude distinguir, nos encontramos en Pedralbes, una de las zonas Elitistas de Barcelona. Todo esto es muy confuso ¿Quién es Hugo Maldonado? ¿Es solo un profesor de universidad, o hay algo más?
La puerta de la camioneta se abre, dando paso a que ya pueda bajarme. El señor me guía hasta la entrada, la cual parece sacada de una novela estilo pretty woman, cuando ella llega al hotel de lujo. Sigo caminando hasta que el hombre a mi lado marca el llamado de ascensor
— El señor la estará esperando - dice. Las puertas se abren y él marca el número 12 — que tenga un buen día
— igualmente— suspiro aliviada cuando las puertas se cierran. El Suéter parece pesar mil kilos en mis brazos
Estoy empezando a hiperventilar. Juro que me desmayaré en cualquier momento. Aunque no debería estar así, solo voy a entregar esto y me voy. No va a pasar nada más, no es como si fuese una cita, es por eso que mi cuerpo empieza a relajarse y respiro con tranquilidad. Me veo en el espejo del ascensor y arreglo un poco mi desordenado cabello y sonrío. Estoy lista para cualquier cosa.
Ok, no estoy lista, y menos cuando las puertas se abren y frente a mí se encuentra el profesor, el cual al verme extiende la mano y me sonríe. Dubitativa extiendo la mía, el aprovecha el momento y da un beso en ella —Buenos días, Zahina, espero y el viaje haya sido placentero
— bue.. buenos días profesor — digo saliendo cogida de su mano del ascensor
— adelante, ponte cómoda ¿Te apetece té, café?
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Zahina ©
ChickLitDicen que a las mujeres ni con el pétalo de una rosa, él la lastimaba con sus espinas...