Capítulo 23

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    Al abrir los ojos lo primero que encuentro es a un arrepentido Hugo mirándome fijamente — hola, pequeña.

— Buenos días.

— Espera un momento

Veo que se levanta de la cama y desaparece detrás de la puerta para momentáneamente volver con el desayuno. Me quedo de piedra... Hugo normalmente no es romántico, él no hace estas cosas. Sí, es atento y cariñoso, pero nunca romántico a este punto.

Se sienta con cuidado tratando de no derramar lo que se encuentra en la bandeja. Escondo una risa boba, agradeciéndole con la mirada. Me dispongo a comer en silencio pero el recuerdo de todo lo sucedido ayer amarga mi comida. No puedo hacer como si nada hubiese pasado. Sé que él me ama, me lo demuestra a diario, pero está demostrando cosas que no me gustan. Cada día demuestra una faceta muy diferente a la otra. Cualquiera que haya leído cien facetas del señor Daemon diría que es la gloria, pero, estas facetas no me gustan, son escalofriantes y, espero no seguir descubriendo más.

— ¿Piensas en algo? — dice sacándome de mi ensoñación

— En mi vida, y lo que se ha convertido — digo por lo bajo

— Lo siento. De hoy en adelante voy a controlar mis impulsos y mi temperamento. Por ti y por este pequeño pedazo de cielo — dice tocando mi vientre

— No quiero alejarme de ti, pero si siguen estas nuevas actitudes tuyas, no me quedará de otra que tomar otro camino, amor. No puedo permitir que este bebe crezca en un hogar sin amor ni respeto; yo lo viví y eso no se lo deseo a nadie.

— Vas a ver que no será así. Yo me encargaré de que en este hogar abunde el amor y el respeto, te lo juro con mi vida, y para eso necesito que comas y te vistas que hoy se elige el vestido para nuestra boda

Tuerzo la boca disgustada

— Amor, sé que todo esto para ti es nuevo, que tal vez mi madre no habló de la mejor manera, pero en algo tiene razón, Zahina — levanta mi rostro — nosotros somos diferentes, nos debemos a una sociedad, a una elite, y eso tienes que entenderlo. No quiero presionarte pero es cierto, mi bebé no puede nacer en una familia que no esté consagrada por la iglesia.

— Tal vez si tenga razón, pero lo debiste pedir tú, no tu mamá

— Tienes razón. Pero te prometo que te haré la esposa más feliz del mundo— besa mis labios — voy a bañarme para que termines tu desayuno y puedas arreglarte ¿vale?

— Está bien.

Lo veo alejarse al baño, por ende devoro mi desayuno en segundos. No me queda de otra que quedarme callada y dejar que las cosas tomen su curso. Una vez terminado el desayuno me levanto de la cama y voy hasta el baño, en donde me encuentro a Hugo tal y como Dios lo trajo al mundo. Me apoyo en el marco de la puerta admirando su delgado pero definido cuerpo. El agua cae sobre su piel caramelo resbalando hasta sus glúteos. No puedo no suspirar, todo él es fascinante.

Tuve que haber suspirado muy fuerte, ya que él vuelve su cabeza en mi dirección. Una sonrisa plagada de picardía y deseo aparece en su rostro haciendo que un latigazo de placer invada mi cuerpo hasta llegar abajo. Movida por la lujuria camino deshaciéndome de la bata de dormir quedando solamente en ropa interior. Él cierra la llave de la ducha y camina a mi encuentro. Al mirar hacia abajo me doy cuenta que está erguido y ansioso. No obstante me limito a caminar despacio sin parecer necesitada. Al llegar a su lado el baja su cabeza y besa mi frente colocando al mismo tiempo sus manos en mis caderas — te juro que si no estuviéramos en el tiempo justo te follo aquí mismo — pega su frente a la mía y pegando su miembro a mi cuerpo.

Zahina ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora