Al principio sus padres no se lo tomaron de buena manera y llegue hasta sentirme humillada, pero luego de que Hugo saliera en mi defensa y se pusiera de mi lado la cosa cambió. Los señores empezaron a preguntar por mí y por mi familia. Eran muchas las veces en que notaba que su padre me miraba de mala manera.
— ¿Cuándo piensan casarse? —suelta Astrid
— Yo no pienso casarme todavía, aún es muy pronto
— No creas ni por un segundo que mi nieto va a venir al mundo como un bastardo. Nuestra familia es integra, vivimos bajo las leyes y tú te casaras con Hugo — levanta una ceja desafiante
— Con todo respeto, pero usted no es nadie para mandar sobre mi relación. — en ese momento entró Hugo a la habitación— estamos muy jóvenes para casarnos, ya llegará el momento en que decidamos casarnos.
— Yo no voy a permitir una vergüenza tan grande para mi familia. Primero muerta
— Pues yo no voy a permitir que usted trate de mandar en mi relación— exploto levantándome del sofá.
Siento a Hugo caminar detrás de mí, por eso aumento las pisadas pero él es más rápido, ya que en menos de dos segundo está tirando de mi brazo. Me arrastra escaleras arriba, caminamos por un largo pasillo hasta llegar a una puerta, la cual, deduzco es su habitación. Él me empuja a la habitación y en un parpadeo lo tengo sujetando con fuerza la cola de caballo
— ¿Quién coño te crees para hablarle así a mi madre? Más nunca se tiene que volver a repetir lo de hoy Zahina. Mi madre no es como la tuya que merece ser gritada. Mi madre es una mujer con clase a la que le debes respeto — aprieta su agarre y yo jadeo de dolor— más nunca le lleves la contraria ¿entendido?
— Si, Hugo, lo siento — digo asustada
— bien— suelta la cola de caballo y da dos palmadas suaves en mi rostro para después besarme — arréglate que ya nos vamos.
Lo veo salir de la habitación y no puedo evitar sentir que todo esto está mal, que debo irme ahora mismo y que todos tienen razón.
Termino de peinar bien la coleta que estaba deshecha, me miro en el espejo y salgo de la habitación. El lugar es hermoso, todo es color champagne y las esculturas y los cuadros en las paredes le dan ese toque elegante característico de las personas adineradas. Sigo caminando y admirando el lugar, cosa que no había hecho con anterioridad al ser arrastrada por él. Al pie de la escalera se encuentra Hugo, junto con su madre. Me trago la rabia y sonrío falsamente.
— Creo que le debo una disculpa— digo una vez quedo frente a ella— no reaccione de la mejor manera, solo... me cayó de sorpresa.
— No hay nada que disculpar. Ya Hugo y yo hablamos y todo está arreglado querida — mi "suegra" me regala una sonrisa torcida que me pone los bellos de punta
— Bueno, mamá, Zahina y yo tenemos que partir en ese momento porque ella tiene exámenes y yo debo ir temprano a la universidad — se dan un abrazo
— Suerte, Zahina — me abraza
— Gracias señora Astrid.
— Nada de señora. A partir de hoy soy Astrid, dejemos el formalismo, con tal. Seremos familia
Seré sincera conmigo misma al decir que me dio mucha tranquilidad no despedirme del señor Fernando. Ese hombre no me da buena espina.
Astrid nos acompaña hasta la camioneta. Ambos vuelven a despedir y Hugo me abre la puerta del copilo instándome a entrar. Al cerrarla, veo como ellos cuchichean hasta que Hugo se aparta y viene a montarse en la camioneta. No prende todavía la camioneta, solo me mira hasta que se cansa y la pone en marcha vía a su apartamento.
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Zahina ©
ChickLitDicen que a las mujeres ni con el pétalo de una rosa, él la lastimaba con sus espinas...