Mientras Hugo conduce en silencio me es inevitable preguntarme ¿en qué momento dejé que esto sobrepasara los límites? ¿Cómo puede un hombre maravilloso convertirse en un monstruo? ¿Puedo perdonarlo? ¿Estoy a tiempo? Y no, no tengo respuestas para esas interrogantes, pero lo que sí tengo es la certeza de que las señales estaban desde el principio, desde el comienzo salieron a la luz, y no quise verlas. Me cegué a la realidad y hoy pago por mis errores. Nuestra relación estaba destinada a fracasar desde el comienzo y las señales era solo la crónica de una muerte anunciada.
De reojo veo que conduce de forma distraída, ya que lanza miradas furtivas en mi dirección, se le nota preocupado y angustiado. Y, como no hacerlo si hoy el comienzo de un matrimonio se fue a la basura por sus celos. Dudo que de ahora en adelante nuestra relación sea la misma, es más, dudo que siga existiendo una relación. Además, no es bueno para el bebé — pienso llevándome la mano a la barriga— él no merece crecer en un hogar en donde la madre vivía con miedo constantemente
— El bebé... ¿está bien? ¿Tú estás bien?
— Cállate, Hugo. No quiero escucharte
Giro mi cuerpo de forma que le dé la espalda y quede mirando a la ventana. La noche prieta y el clima lluvioso se tragan por momentos mi desasosiego, y es ahí en donde me permito olvidarme de quien soy, lo que he aceptado y lo que será de mi vida de ahora en adelante.
Un suspiro de alivio sale de mi boca al ver que estamos entrando en el parking de "nuestro hogar" solo quiero llegar y quitarme esta mierda de vestido que me recuerda constantemente lo que pasó en el cuarto de baño. Abro la puerta y salgo como si nada hubiese pasado, caminando hombro con hombro con Hugo hasta el ascensor. Al abrirse las puertas y entrar en él, miro el reflejo de nosotros en el espejo y quise reír ante la deplorable imagen que estamos dando; dos personas recién casadas en un elevador, en el cual, la novia tiene un labio roto, la cara inflamada y el cabello despeinado, mientras él, en su rostro lleva tatuado el arrepentimiento.
Que ironía, el día que se suponía que iba a ser el más feliz de mi vida, ha sido en el que todo se ha desmoronado y se ha convertido en el mismísimo infierno.
El sonido del elevador me hace salir de mi embotamiento. Sin esperar que él salga, doy fuertes pasos hasta llegar a la habitación cerrando con pestillo. Trato de quitarme el vestido del demonio, cosa imposible, ya que está sujeto de una forma que solo se pueda quitar con ayudas de otra persona
— ¡A la mierda!
Resignada, frustrada y abochornada conmigo misma, me tiro en el colchón haciendo un ovillo dejando que la cólera brote en forma de lágrimas hasta que la soledad de la noche me abrazó dejando que cayera en la semi-inconsciencia. De pronto, varios toques le escuchan en mi puerta, y no tengo que ser adivina para saber que es un Hugo desesperado el que intenta entrar a mi cuarto. Hago como si no hubiese escuchado los golpes acurrucándome entre las almohadas
— ¡ Zahina, ábreme! Maldita sea ¡ábreme! — escucho un sollozo, luego el puño impactar con fuerza en la puerta — no puedo permitirme perderlos ¡Zahina!
Llevo mi mano a la boca para callar los sollozos que salen involuntariamente. Tengo miedo, tengo miedo a que vuelva a colocarme las manos encima y no poder defendernos.
— Princesa... escúchame, solo pido que me escuches una última vez, después de eso si quieres irte, dejaré que lo hagas. No puedo ni quiero obligarte a estar conmigo. Solo... solo déjame hablar, es lo único que te pido.
— ¡me pegaste! Osaste a tocarme, Hugo
— ¡lo sé!, lo sé. Déjame entrar y hablar mi amor, te juro, te juro por Dios y mi hijo que no volverá a pasar, pero déjame entrar y déjame explicarte
Ya no tengo más nada que perder, por eso me levanto en dirección a la puerta abriéndola de par en par, para luego volver hasta la cama y acurrucarme en dirección a la pared. Si quiere hablar, que hable. Ya nada me importa.
Lo siento sentarse en la cama — esto jamás me lo voy a perdonar, Zahina. Debí ser claro desde un principio contigo... debí ser sincero — dice con un deje de tristeza — pero, ya no hay tiempo para el arrepentimiento. Quiero que sepas que oculté esto porque desde el primer momento no quise alejarte, supe que al decírtelo de irías de mi lado, y sé que ya no puedo ocultarlo más... sufro de ataques de rabia y estrés postraumático
Contengo la respiración. Mientras él se explica
— Tengo tres años que no voy a terapia, las dejé porque ya estaba harto de todo. No puedo seguir mintiéndome; estoy roto, y al verte ahora me doy cuenta que no debí sobrevivir
— ¿por qué nunca lo mencionaste?
— Porque estoy seguro que te ibas a ir. Déjame terminar por favor
Asiento.
Todo esto empezó cuando tenía once años; fui secuestrado y torturado. Aun no entiendo el por qué y nadie quiso tocar jamás el tema, lo cierto es que pasé ocho meses secuestrado, recibiendo humillaciones, abusos, hasta golpes. Cada abuso, cada golpe está tatuado en mi ser y cuando la cólera se apodera de mí, solo los veo a ellos, sus rostros llenos de burlas vienen a mi mente y solo quiero descargar mi rabia con la persona que esté frente a mí
>> Por desgracia, tú has estado hoy en mi camino. He pagado mi frustración a través de los celos... no quiero hacerte daño, no quiero que vuelva a pasar Zahina. Eres el amor de mi vida — solloza— y por el amor que te tengo, te pido, que te alejes de mí. Vete antes de que sea tarde, aléjate. Yo me encargaré de que no les falte nada.
No sé qué decir. Solo sé que mi corazón duele al imaginarme a un Hugo tan pequeño pasar por todo eso. Me vuelvo lentamente viendo como él tiene la cabeza entre sus manos de forma descalabrada. Me está pidiendo que me vaya... ahora no sé si soy capaz de irme
— Por favor vete — solloza — fui tan egoísta en quererte a mi lado, y ahora que te tengo, solo quiero que te vayas. Quiero alejarte de un monstruo como yo. Y, no es la primera vez que pienso en dejarte ir... cuando terminamos pensé que fue lo mejor, ya estaba empezando a darme los ataques más seguidos; te juro que siempre traté de controlarme y lo lograba. Cuando me dijiste que estabas embarazada, te soy sincero; quise acabar con esa vida, quise llevarte yo mismo a abortar — un jadeo horrorizado se escapa de mi cuerpo. Automáticamente mis manos van a mi vientre — pero, luego recordé tu dulzura, tu alegría y esa elocuencia que te caracteriza en ese pequeño, y amé la idea.
— Yo....
— No quiero perderlos — se derrumba abrazándome — no estoy preparado para decirles adiós. Sé que tengo que dejarte ir, pero no quiero, no puedo y eso me hace un maldito egoísta.
Devuelvo el abrazo sintiéndolo temblar. Nunca había sentido o presenciado a un hombre llorar. A mi lado Hugo parece un niño desvalido, no es el hombre prepotente que todo el mundo está acostumbrado a ver, el egocéntrico y altanero. En cambio, tengo en mis brazos al verdadero Hugo, al dañado, el que todos marginan, al niño desamparado y violentado y solo quiero protegerlo, pero ¿Quién me protege a mí?
— ¿Estás dispuesto a volver a terapia? — alzo su rostro fastuoso lleno de lagrimas
— Si eso me asegura que no vas a irte, empiezo mañana mismo — afirma con vehemencia
Trago saliva con dificultad sabiendo que tal vez me arrepentiré de esta decisión — esta vez, solo esta vez voy a ser egoísta y a elegirte antes que a mí — susurro
— Te amo, los amo tanto — impacta sus labios en los míos dejando que sus manos recorran mi cuerpo. Sus manos agiles empiezan a desatar el dichoso vestido pieza por pieza.
Él me dio a elegir: salvar lo nuestro o salvarme... no sé si tomé la mejor decisión
Discúlpenme si los guiones salen chicos, es que estoy actualizando desde el teléfono. Oigan, necesito que estén preparados para los próximos capítulos. Siento que de ahora en adelante si van a querer ahorcarme jajaja
Los ama con la vida, aunque la quieran matar
Fabi ❤️
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Zahina ©
ChickLitDicen que a las mujeres ni con el pétalo de una rosa, él la lastimaba con sus espinas...