Maratón de fin de semana 1/2
¿Alguna vez en la vida has sentido que te encuentras estancada en un lugar en el que no hay retorno? ¿Qué sientes que la vida se queda corta y que te faltó mucho por vivir? Bueno, así me siento en este momento. Sé que al bajarme de la camioneta todo será real, y, estoy segura que venir a darle la noticia, o noticias a mis padres hará que todo sea cierto. Si bien es cierto que no llevamos una buena relación aún siguen siendo mis padres y no puedo dejarlos de lado. Aunque para ser totalmente sincera, pensé en dejarlos de lado y seguir con la boda sin ellos.
— ¿Preparada?
— Te mentiría si te dijera que sí.
Llinás del Vallés sigue igual que siempre, al igual que la casa de mis padres. Tomo una respiración profunda, abotono mi rebeca y me lleno de valor. Es ahora o nunca. A mi lado, Hugo sujeta mi manos entre las suyas infundiéndome valor, cosa que agradezco totalmente. Desde que me fui de aquí a la universidad solo he venido una sola vez, y de eso hace ya dos años, por ende no sé cómo reaccionen al verme acompañada. De igual forma, subo los pequeños escalones y toco la puerta de madera.
Siento que todo mi cuerpo es un manojo de nervios, mientras a mi lado Hugo está inmutable con la mirada al frente. De pronto la puerta se abre dándole paso a una mujer de mediana edad, ojos azules, tez blanca y cabello rubio. Ella mira de forma petulante en mi dirección
— Hola, mamá
— Hasta que te dignas a venir — mira a mi derecha y alza una ceja inquisitiva — ¿Quién es?
— Él es ...
— Hugo, el prometido de su hija — dice de golpe
Ha dejado a mi madre sin palabras. Desde abajo lo miro cabreada, se suponía que quien iba a dar la noticia soy YO.
— Pasa — es lo único que dice.
Aprieto la mano de Hugo instándolo a seguir dentro de la vivienda. Todo sigue igual a como cuando me fui; las paredes blancas, las plantas dentro de la casa, los muebles color salmón y la vieja tv que adorna la sala. Es como si el tiempo no hubiese avanzado.
— ¿Qué vienes a hacer realmente aquí, Zahina? — dice con voz queda mi madre. A mi lado Hugo se tensa
— Vengo a darles la noticia de mi próxima boda. ¿Dónde está papá?
— Atrás, lo busco y hablamos, mientras, tomen asiento
La veo caminar de forma erguida hacia al patio y sin tener que decirle nada a Hugo este me sigue y se sienta en el sofá. Su cara de póker me hace saber que no le gusta para nada esta situación y mucho menos mi casa. Al cabo de unos minutos en los que ninguno dice nada entra mi padre seguido de mi madre. En sus rostros se refleja la sorpresa y la confusión.
Tengo que aclararme la garganta varias veces antes de soltar la bomba. No me siento preparada para enfrentar a mis padres y mucho menos delante de Hugo.
— ¿nos vas a tener todo el día así Zahina?
— No, es que... bueno, como dijo Hugo. Nos casamos pronto, en dos semanas para ser específicos — mi madre va a replicar, pero levanto la mano pidiéndole calma — además de informales que estoy de siete meses de embarazo — listo. Lo dije
— ....
— ¿No vas a decir nada? — inquiero
— No puedo decir que me sorprende. Lo cierto es que imaginaba esto. Zahina, tú nunca servirás para otra cosa que no sea atender a un hombre y dejarte preñar todas las veces que le de la gana. Así que no me pidas que me alegre por ti. Tanto como si la que me está contando esto es una desconocida.
Siento que el mínimo respeto que quedaba hacia mi madre hoy acaba de ser demolido. Esperaba que fuese fría, pero no a este modo.
— Espero y se disculpe con ella — suena de pronto la voz de Hugo, quien se había quedado callado todo este tiempo
— ¿por qué me voy a disculpar? ¿por decir la verdad? Sabes que cuando ella salió de aquí dijo que jamás en su vida iba a repetir la historia, pero estoy más que segura que la volverá a repetir. Es más, ya la veo viviendo en una casa, pasando hambre y necesidades, porque por lo visto usted es un don nadie que no tiene ni donde caerse muerto, y me alegro de que así sea, así ella aprende por las malas lo que es la vida real.
— Carmen...
— Carmen nada. Ella decidió darle la espalda a su familia. Ahora es su familia la que le da la espalda.
— Para su información. Zahina está en las mejores manos, mis padres son dueños de medio Barcelona, no por nada la familia Maldonado ha estado siempre en la cima de los empresarios más ricos del país. Así que no se preocupe porque su hija pase necesidades. No las pasará a mi lado. Ella no necesita vivir en una pocilga como esta. Si nos disculpan— dice parándose del mueble
— Estas perdiendo el tiempo con ella. No vale la pena
— Si vale la pena o no es mi incumbencia. Una cosa antes de irme. No quiero que jamás se acerquen ni a Zahina ni a mi hijo. Borren su número y olvídense de que ella es su hija. Si antes no estaba muerta para ustedes, hoy acaba de morir.
Tiende su mano ayudándome a levantarme. Doy una última mirada a los que un día fueron mis padres y sigo a Hugo hasta la puerta. Una vez afuera el aire gélido impacta en mi rostro. No quiero llorar, no quiero parecer débil. Tomando toda la fuerza de mi interior, levanto la cabeza dirigiéndome a la camioneta
— ¿Estás bien pequeña?
— Nop, pero no se puede hacer otra cosa. Vamos a casa — le digo abriendo la puerta y montándome en el asiento copiloto.
Cierra mi puerta disponiéndose a rodear el auto. Una vez dentro, coloca sus manos en mi abultado vientre — Siempre estaré para ustedes. Yo soy tu única familia, solo me tienes a mí. Nadie más va a apoyarte como yo lo voy a hacer, los amigos pasan, pero la familia, o sea, yo. Es lo único que te queda. Ahora vamos a terminar de pasar nuestras navidades en la casa. Solo tú, yo y el pequeño que está creciendo. Por cierto, feliz navidad, pequeña.
— Feliz navidad, amor mío.
Esperaba que hoy el día fuese diferente, que pudiese pasar una navidad en familia, tranquila. Pero la realidad es otra. Solo espero que como dijo Hugo, nuestra noche pase tranquila, solo nosotros dos.
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Zahina ©
Chick-LitDicen que a las mujeres ni con el pétalo de una rosa, él la lastimaba con sus espinas...