Al salir de la iglesia nos esperaba una limusina muy distinta en la que yo llegue. Esta es totalmente blanca adornada con flores y es sumamente larga, hasta podría decir que es de película. Hasta los momentos mi boda ha sido algo que no esperaba, y si bien es cierto que Astrid se encargó de todo, también hay que darle el mérito por todo, ya que se ha tirado la casa por la ventana. Sin contar que aún falta la recepción, que ni siquiera sé dónde será.
— Te vez hermosa, Zahina. Por Dios, podría enamorarme de ti todos los días, pequeña. Gracias por hacerme el hombre más feliz del mundo— dice una vez dentro de la limusina.
— ¿sabes? Siempre soñé con una boda así, y, aunque nuestros planes se adelantaron, he de decirte que hubo un momento que me imaginé esto contigo Hugo.
— Lo sé, pequeña. Lo sé — dice trayéndome hacia su lado para besarme apasionadamente. En ese momento siento un pequeño dolor que me hace separarme de él
— ¿Estás bien? — pregunta alarmado
Me quedo estática en el asiento a la espera de que vuelva a pasar. Abro los ojos al sentir nuevamente la incomodidad — Hugo... se está moviendo
— ¿ah?
— El bebé, se está moviendo — susurro a punto del llanto
— Estas... ¿estas segura?
— Que sí, toca.
Posa su mano en mi vientre cubierto por el vestido de novia. — No siento nada
Tomo su mano y la meto dentro del vestido hasta tocar mi vientre. Mi cuerpo tiembla Involuntariamente al sentir su mano fría, y al parecer al bebé tampoco le gusta porque patea mucho más duro que hace unos minutos
— Ahí está— dice sorprendido — hola pequeñín — se ríe para luego colocar su rostro frente a mi vientre — gracias por hacernos feliz, si tu no existieras nada de esto estuviese pasando
Sube hasta mis labios y los besa como si no existiera un mañana. Estos momentos son felicidad en su máxima expresión, y cosas como éstas hacen que el pasado quede enterrado bajo tierra y olvide todo lo malo que pudo habernos afectado.
— Te amo, Zahina. Te amo con mi puta vida
(****)
Una vez llegamos al lugar en la que se celebrará la recepción quedo igual a como estaba en la iglesia. Con la boca abierta. El lugar es al aire libre, en la entrada se encuentra un arco con rosas blancas y algunas rosadas, más allá, se puede visualizar mesas vestidas de blanco con centros de mesa de flores blancas y rosas del mismo color. El amplio espacio está decorado de forma sutil, pero elegante y de cierta forma mágico que hace que te sientas en un cuento de hadas.
Las personas al vernos comienzan a aplaudir, y la música clásica suena debido a que una orquesta; sí, una orquesta en vivo inicia la melodía. Hugo toma mi mano llevándome hasta el centro del lugar y comenzamos a movernos despacio, disfrutando de la música y el momento disfrutando nuestro primer baile como esposo. Escucho a Hugo tararear la letra de la música y solo me queda apoyar mi cabeza en su hombro hasta que la música se detiene y los aplausos suenan por doquier.
Como es de esperar, una vez acabado el baile cada uno va hasta donde están sus conocidos y familiares a recibir sus felicitaciones. Al principio y tomados de la mano Hugo me presenta formalmente ante la sociedad y amigos, luego y disimuladamente camino hasta la mesa en la que se encuentra la familia de Lucia, ésta y Gianluca.
Lucia al verme ir en su dirección se levanta y me abraza antes de llegar a su mesa — Realmente lo hiciste perra, te casaste a pesar de todo — dice abrasándome
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Zahina ©
Chick-LitDicen que a las mujeres ni con el pétalo de una rosa, él la lastimaba con sus espinas...