Capítulo 22

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   No me quedó más remedio que montarme en el carro. Si hubiese tenido dinero suficiente para el taxi, no lo hubiese pensado dos veces, pero, hasta los momentos, dependo única y exclusivamente de él. Cada puto segundo me replanteo ¿qué carajos hago con Hugo? En este tiempo que llevamos juntos como pareja nunca había demostrado esa actitud, y a veces me asusta.

Respiro hondo e ignoro a Hugo, quien conduce en silencio. Saco mi teléfono de la cartera e inmediatamente llamo a la única persona que siempre ha estado para mí. Espero varias veces hasta que al fin, ella contesta

— Espero y me pidas perdón — dice nada más descolgar

— Lo siento... he hecho las cosas mal lu. No quiero que te apartes de mi vida — al decir esto veo como Hugo aprieta el volante haciendo que sus nudillos se tornen blancos

— Claro que no, Zina. Jamás me apartaré de tu lado, eres mi mejor amiga, mi hermana y óyelo bien, te amo a pesar de todo, que se te meta en la cabeza

— Yo también te amo, no me veo en una vida en la que no estés a mi lado

En ese momento, siento que Hugo me arrebata el móvil de la oreja — ¿pero... ¿Qué mierda? — tira el teléfono a la carretera haciendo que otro auto le pase por encima ¡Hugo! ¿Qué coño te pasa? — le doy manotazos en el hombro

Frena el carro de golpe haciendo que mi cuerpo se deslice de golpe hacia adelante dándome un susto de muerte

— ¿estás loco o qué coño pasa contigo? —grito asustada

— Eres mi maldita mujer, solo a mí me tienes que decir que me amas. Nadie más en este maldito mundo tiene que escuchar de tu boca un te amo ¿entendido?

— Estas mal de la cabeza, por Dios, es lucia, mi mejor amiga — me defiendo sintiendo que mi cuerpo tiembla entero

— Tanto como si es la reina Isabel, te alejas de una maldita vez de ella. Te lo advertí, Zahina. Te dije mil veces que no la quiero en tu vida, y vas tú y le dices que no te ves sin ella. Por Dios— Da golpes al volante enfurecido

— ¡Cálmate! — grito asustada

— ¡No me calmo una mierda! — grita haciendo que las venas de cuello se hinchen para luego tomar mis manos por las muñecas apretando con mucha fuerza. Está poseído por la rabia — te alejas de una maldita vez de ella. Si no, quien saldrá afectado en todo esto es ella. Tú serás la culpable de lo que le pase

— Me estas lastimando — siento una lagrima caer — me haces daño, Hugo.

— Me importa una mierda. No la ves y es mi última maldita palabra

Suelta mis manos con desprecio y con fuerza, de modo que mi cuerpo impacta con el vidrio de la puerta. Respiro hondo y sollozo en silencio. ¿Qué mierdas acaba de pasar? ¿Qué acabo de permitir?

El auto emprende su curso. Ninguno de los dos dice nada. En este instante sobran las palabras, y ambos lo sabemos. De vez en cuando una lágrima rebelde se empeña en salir. Con sumo cuidado y sin que Hugo se dé cuenta las limpio y hago como si nada estuviese sucediendo. Siento mi brazo palpitar y al bajar la mirada a la palma de mi mano me doy cuenta que me he lastimado la herida. Con disimulo escondo el brazo. Es que hasta ahora ni siquiera se ha dado cuenta que tengo la mano lastimada. Ya esto es el colmo

No quiero hablarle más, por ello cierro los ojos y me obligo a atraer a Morfeo. Necesito la paz que me da el sueño. Cuento del uno al cien, pero nada. Resoplo varias veces frustrada. Milagrosamente el camino se hace corto y en un abrir y cerrar de ojos ya estamos adentrándonos al parking. Empiezo a ordenar todo en mi cartera y a sacar la llave magnética para tenerla a la mano.

Zahina ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora