Capítulo 30

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POV Gianluca

— Entonces, y debido a lo antes expuesto, la sociedad se descubre como una realidad objetiva, eso quiere decir - la cacofonia que produce mi teléfono interrumpe la clase. Avergonzado, saco el teléfono, viendo que Lucia es quien osa a interrumpir mi clase. Ella sabe que no contesto el teléfono, por eso nunca llama.

— Discúlpenme, chicos, es una emergencia. Por favor, vuelvan a leer en silencio mientras atiendo.

Llevo el teléfono a mi oído sentándome en el escritorio, ya que no puedo dejar a los chicos solos, de ser así, cuando vuelva tengo el aula patas arribas.

— Lucia, ¿Qué pasa? — acomodo mis lentes de montura negra, lastimando mi mallugado rostro en el proceso

— es Zahina — solloza —Dios, Lucas.

— cálmate, respira y cuéntame ¿qué pasó? — trato de mantenerme sereno, pero mi alocado corazón está a punto de salirse de mi pecho. Desde ayer no he podido dormir pensando en ella. Desde mi pelea con Hugo, he querido llamarla y tenerla a mi lado.

— lleva dos días en UCI. Me acabo de enterar

Siento que algo se rompe en mí. Esto mierda no puede ser cierto

—¿ Cómo? — aprieto el teléfono tratando de controlarme — por favor, dime qué ese maldito no es el culpable

— ¡No! No sé. En el noticiero dicen que se metieron a robar mientras ella se encontraba sola. Estoy segura que él es el culpable, Lucas. Yo estoy aquí esperando noticias

Salgo corriendo del aula dejando atónitos a mis alumnos. Si de por sí estaban sorprendidos cuando me vieron aparecer con el rostro amoratado. Ahora creerán que estoy loco. Pero no me imparto, joder.

No me importa dejar todo atrás. Ahora lo único que importa es ella. Siempre será ella.

— ¿Dónde la tienen? Voy para allá

Mientras ella dicta la dirección, arranco el auto haciendo chirriar las ruedas. Y, a medida que voy acelerando, voy cambiando las velocidades. Hoy doy gracias por ser corredor de autos, ya que eso me facilita el transcurso al hospital.

¡Maldita sea! Debí llevarla conmigo, no debí dejarla con ese maldito. Golpeo el volante con frustración.

— Siri, llama a Max.

Espero inquieto a que mi teléfono marque el número de mi hermano.

— Oi, menino gostosinho

— no estoy para juegos, Maximiliano. Necesito que. Ya va, ¿Dónde estás?

— Pero, qué ánimos, don gruñón. Estoy a punto de salir de su castillo meu Rey.

— Max — llevo el dedo pulgar e índice al puente de la nariz — ésto es serio. Por favor

— sí, debe de serlo para pedir un favor

— ¡maldita sea! Coge el puto auto y espérame en el hospital que está cerca de la casa. Yo ya voy en camino. Es zahina

— ¿ A garota?

— sí, max. Creo que el boiola es el responsable — aprieto los dientes

— en unos minutos estoy allá, irmão - dice serio.

Acelero todo lo que mi auto da, escuchando los caballos de fuerza trabajar. Respiro hondo tratando de calmarme y concentrarme en conducir, pero el constante recuerdo de Zahina invade mi mente. No puedo permitir que le pase nada, no cuando pude haberlo evitado.

Zahina ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora