Epilogo

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Seis años más tarde...

— Disculpa, Zahina, el jefe te está esperando — asiento levantándome de mi cómodo asiento.

Al pasar delante de la secretaria sonrío con dulzura, ya que ésta ha sido como un ángel de la guarda desde que llegué a las instalaciones de esta empresa multinacional que me ha abierto las puertas de par en par, y no solo por venir recomendada de los padres de Lucia, sino porque a lo largo de los años me ha sabido ganar el cariño y respeto de los señores Materrazi, un matrimonio italiano que ha estado a la cabeza de dicha corporación y que nos ha tendido la mano a Beatriz y a mi desde el primer día, y eso. Eso siempre se lo voy a agradecer

— ¿Me llamaba, señor? — digo con ironía

— Déjate de chorradas, te he dicho mil veces que no me gusta que me llames señor, me hace sentir más viejo de lo que ya estoy.

— Está bien, papá — ruedo los ojos con una sonrisa

— Poniéndonos serios, Zahina — su rostro se pone pétreo — desde que tú y Beatriz aparecieron en las puertas de mi oficina, tú con el rostro amoratado, y la bebé con tan solo un par de días de nacida, lees he tomado un cariño gigante, tanto que ustedes llegaron a ser como si fuesen mi hija y mi nieta, por ello, Zahina. Quiero que tú estés al frente junto con mi hijo. Pienso retirarme dejando la vacante libre de CEO a Elijah, y quiero que tú lo guíes en este camino.

— Yo... es un honor poder ser parte de tu familia y de tu empresa, por tal, acepto — me río— Claro que acepto

— Eso me hace muy feliz — mira la hora en su reloj — ya es hora de que te vayas, Beatriz debe estar impaciente por su mami

— Gracias Francesco — le doy un beso en la mejilla para luego salir de la oficina.

Dicen que después de la tormenta viene la calma, cuánta razón tenían. Aquí encontré a la familia que nunca tuve. Francesco y Berenice han hecho de mi estadía en New york la mejor de todas. Hace seis años que dejé toda mi vida atrás para empezar desde cero en la compañía y hoy por hoy soy una mujer completa, una mujer fuerte y que puede con todo y más. No voy a decir que todo fue un cuento de hadas, claro que no, ser una madre soltera con una niña de apenas diez días de nacida y prematura fue un caos, por las noches lloraba, dejé de comer, sufrí de depresión, pero gracias a Berenice pude levantarme del piso, dejar atrás el sufrimiento y concentrarme en mi hija.

Después de haber manejado todo el camino a casa por fin llego a nuestro departamento, el cual, está solo a dos calles de los Materazzi, ya que jamás permitieron que me alejara con la niña, y desde ahí ese se ha vuelto nuestro hogar.

— ¡mami! — grita Beatriz una vez se da cuenta que he abierto la puerta de entrada.

Mi niña es una preciosa de ojos verdes como los de su padre. Toda ella es Hugo, y cada vez que la veo recuerdo todo lo bueno, lo malo lo dejé en el pasado junto con él. Beatriz me observa con ojos vivaces y con sus dos coletas negras

— Beso — pone el piquito para que reciba el beso.

Con cansancio dejo la cartera y las llaves tanto del auto como de la casa en la encimera para luego cargar a mi bebé entre mis brazos

— ¿Cómo te portaste hoy? ¿Le hiciste caso a Clara?

— Sí, ¿verdad Clara?

— Sí, señora Zahina. ¿gusta comer? Ya está lista la comida

— Deja que primero tome un baño laaargo y luego comemos las tres ¿vale?

— Está bien. Ven, pequeño demonio — toma a mi hija entre sus brazos haciéndole cosquillas

Camino con pesadez hasta mi habitación, en la cual voy desvistiéndome y quitándome los tacones

¡Por fin!

Dirijo mis pasos hasta el baño, en donde pongo a llenar la bañera aplicando sales aromáticas y encendiendo las velas. Coloco en el teléfono música a bajo volumen, todo esto con la intención de relajarme. Digamos que este es mi santuario, el lugar en el que diariamente me puedo dar el lujo de disfrutar. Una vez dejo todo preparado, termino de quitar las últimas prendas de mi ropa y ve veo en el espejo de cuerpo completo.

Cada vez que veo mi cuerpo lo hago con tristeza, ya que quedó marcado a causa del embarazo y de los cristales que se incrustaron en mi cuerpo, sobre todo en mis piernas y brazos. Es imposible no temblar al tocarlas, es recordar nuevamente el dolor que sentí y el miedo que viví en esa época.

Desecho todos los pensamientos negativos para luego meterme en la tina recostando la cabeza en la orilla y dejando que mi cuerpo se sumerja dentro del agua caliente. Suspiro aliviada al sentir mi cuerpo tenso relajarse de apoco y repito la mantra que me ha ayudado a sobrevivir todos estos años...

— Soy fuerte, estoy bien, salí del infierno quemándome en el proceso, viví, morí y resurgí. Siempre resurgir, nunca morir.... Siempre florecer, nunca marchitar.

Cada quien vive su propio infierno. Algunos son obligados, unos lo van creando y otros, como el mío son disfrazados con flores y promesas falsas, para luego golpearte tan fuerte que te dejan estancados en ese lugar. En mi caso, pude salir de ese infiero gracias a dos personas que siempre amaré, tal vez no de una forma romántica, pero si de una forma fraternal. Dicen que después del infierno se llega al cielo ¿podré volver al cielo algún día?

N/A

Gracias por acompañarme en este emotivo viaje de superación y amistad, de sufrimiento y lealtad. Gracias por todos sus comentarios, votos y apoyo, ya que sin ustedes no hubiese podido terminar esta hermosa historia. .

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Se viene una segunda parte de esta historia, pero ya no tratará de Zahina... ¿de quién cree que tratará?

Una pista.... Se encuentra en el capítulo 11

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Zahina ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora