Capítulo 4

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    Todo el camino lo he pasado en silencio, no quiero parecer ansiosa o estúpida frente a él. De vez en cuando me hace una que otra pregunta, pero respondo con monosílabos. Las imágenes de lo sucedido se repiten una y otra vez y agradezco a Dios cuando veo que pasamos la universidad, eso quiere decir que estoy a muy pocas calles de llegar a mi residencia.

— ¿Te arrepientes? — pregunta de la nada. De reojo veo como aprieta las manos en el volante hasta que sus nudillos se vuelven blancos

No, solo pienso en las consecuencias— admito

— Soy consciente de que esto está mal Zahina y que tienes miedo, pero no toda la vida voy a ser tu profesor. Es más, si quieres podemos mantenerlo en secreto hasta que tu decidas conveniente.

Frena frente a la residencia y apaga el motor volviéndose en mi dirección para mirarme — piénsalo por favor, Zahina— se impulsa hasta quedar a poco centímetros de mis labios— piensa en lo bien que podemos pasarlo— no me aguanto y lo beso con ganas. Con hambre

— Adiós, Hugo— digo abriendo la puerta

— Espero y sea un hasta pronto Zahina — cierro la puerta y camino hasta la entrada de la residencia

No he terminado de dar tres pasos cuando escucho que me llama — ¡Zahina!

— Me encantas — dice sonriendo de lado y subiendo el vidrio, para después arrancar su camioneta

Sonrío como una tonta. Definitivamente estoy metida en un lío, que digo lío, en un problemón, pero como me encanta el artífice de mis problemas. Un suspiro brota de mi cuando abro la puerta de mi residencia, cuanto quisiera que se pareciera por lo menos al cuarto de baño de Hugo ¡Es más grande que mi cuarto! Con frustración veo el pequeño espacio en el que sólo está mi cama, un baño pequeño, una pequeña mesa plástica, una cocina portátil y un refrigerador de oficina. Sé que algún día voy a tener todo lo que merezco, mientras tanto, tengo que conformarme con lo que tengo.

Me quito la ropa desganada, me meto al baño y tomo una ducha rápida, estilo militar. Me coloco una camiseta de mi hermano y unas bragas. Con tal, nadie va a verme, y, en mi "casa" yo puedo vestirme como me da la gana.

Ya una vez vestida me voy hasta la cocina y preparo un té. Mientras está, reviso las redes sociales, encontrándome con la grata sorpresa de una solicitud de Instagram de Lucas, la cual acepto y espero que me confirme para indagar en su vida. Al mismo tiempo recuerdo escribirle para quedar mañana

— Hey grandulón, ¿mañana quedamos?

— Hola perdida. Por supuesto, o piensas dejarme tirado

— Para nada grandote. Hasta mañana

— Hasta mañana gatita.

Me río a carcajadas por sus ocurrencias, mis amigos están locos. Pero todo empieza a encajar y estoy feliz. Creo que mi vida va a mejorar de aquí en adelante. Estoy segura.

Me dirijo hasta la cama y me acuesto a revisar las fotos de mis amigos de Instagram. Me entretengo pasando las fotos y chismeando en la aplicación, cuando, de repente, me acuerdo del agua para el té ¡mierda! Ya debe estar seca. Me levanto de la cama con un brinco y llego a la cocina, donde justamente el agua está seca. Definitivamente nunca seré mujer de hogar, porque si no puedo atenderme yo, ¿cómo atenderé a otra persona?

En fin, hoy toca dormirme sin tomarme el té. ¡Hasta cuando! Enfurecida vuelvo a la cama y busco debajo de ella el libro que me calma, que cuando tengo tristeza en el alma, me calma. El principito, muchos piensan que es un cuento para niños, pero si supieran las enseñanzas que hay detrás de sus metáforas todos los leyéramos y enseñáramos a nuestros hijos todos los valores que hay en él.

Zahina ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora