Capítulo 25

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Maratón fin de semana 2/2

Es increíble como pasa el tiempo. Ya hoy es cinco de enero, mi cumpleaños, cosa nada relevante al lado de la celebración del año; mi boda. Qué fácil es decirlo, joder. ¡HOY ES MI BODA! Estoy emocionada y a la vez nerviosa, a partir de hoy empieza mi vida como una Maldonado, atrás quedara la ingenua estudiante de literatura y se presentará Zahina Maldonado, futura literata.

Con una sonrisa en la cara me vuelvo y beso a Hugo en los labios, el cual, aún se encuentra durmiendo plácidamente. Como era de esperar, no quiso pasar el día de ayer en casa de sus padres. Según él, todas esas supersticiones son puras patrañas.

— Hugo

— Mmm

— Despierta

— No quiero— sus grandes manos toman mi cintura para luego arrastrarme hacia su cuerpo

— Es hoy — susurro

Abre los ojos y sonríe — hoy te conviertes oficialmente en mi mujer, a partir de hoy eres solamente mía

— Siempre lo he sido

De forma rápida su cuerpo se posa arriba del mío con cuidado — creo que esa barriga nos dificultará el trabajo — se ríe para luego besar mis labios con vehemencia. Lo recibo gustosa y avivada. Nuestras manos hacen su juego, de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba. De pronto, tres golpes en la puerta nos hacen saltar del susto.

— ¡Buenos días, tortolos!

NO. PUEDE. SER. POSIBLE

— ¿Cómo es que tu madre está aquí?

— Lo siento pequeña

Se levanta con premura, coloca su ropa interior y abre la puerta — dime madre

— Por Dios, ¡vístete, Hugo! Además, es de mala suerte que...

— Sí mamá. Ya sé

Espero a que cierre la puerta para soltar la carcajada. La cara que ha puesto esa víbora ha sido de película. De todos modos, procedo a levantarme de la cama, hacer mis necesidades y colocarme la bata de dormir para empezar con el proceso del día de hoy.

— Ahora si te tienes que ir Hugo, tengo que arreglarme

— En unas horas, señora Maldonado

— En unas horas, señor Maldonado — me da un beso en los labios y sale de la habitación.

No ha terminado de salir cuando Astrid entra como un vendaval — en unos minutos vendrán a arreglarte. Ve y come, que mi nieto necesita estar sano

Dame paciencia...

Asiento y me encamino hacia la cocina, en donde se encuentra un plato ya servido con tostadas, beicon y aguacates. Mis favoritos.

Mientras desayuno, es inevitable no sentir cierta tristeza dentro de mí. Se supone que los padres deben de estar con sus hijos el día más importante de sus vidas, se supone que tienen que apoyarlos y darles su mano, en cambio, hoy estoy sola. ¿Quién me entregará? ¿Qué se supone que diga cuándo pregunten por mis padres?

— Acaban de llegar las mujeres que te van a arreglar, Zahina. Deja de jugar con la comida y apresúrate. Tampoco es que tienes todo el día

— Está bien — seco mis ojos y termino de masticar

Aparto el desayuno con desagrado. Ya uno ni si quiera puede llorar mientras come en paz. Vieja metiche, me ha arruinado el desayuno. Suelto un suspiro cansado disponiéndome a arreglarme para "el día más feliz de mi vida" juro que hubiese preferido escaparnos a un pueblo y casarnos en secreto a toda esta sandez que pretende imponer Astrid. Pero, no queda de otra, ya no hay tiempo de retractarse, así que cuando llego a la habitación principal y veo a cinco mujeres de pie frente a mi cama, hago lo que se tiene que hace; que es seguir el juego.

Zahina ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora