Comida de mediodía

253 24 13
                                    

POV. ELIZABETH

Intenté no dormirme con todas mis fuerzas y lo conseguí. En realidad me di cuenta de que estaba cansada pero no tenía sueño, todavía sentía la emoción de la batalla corriendo por mis venas y eso me mantenía activa. En unos cuantos minutos llegamos al templo abandonado y Meliodas me bajó con una gran delicadeza. Parecía que nunca podíamos estar más de veinticuatro horas tranquilos, cuando eso sucediera sería una gran hazaña para recordar.

-¿Cómo estás?-me preguntó con amabilidad

-Sorprendentemente no estoy tan mal como lo esperaría, no me he desmayado y ya puedo estar orgullosa de haber vencido a los dos hijos del Rey Demonio, eso es más de lo que puede decir el pobre de Mael

Él soltó una risa floja antes de darme un beso en la mejilla y guiarme hacia las gradas del coliseo

-Debes estar en perfectas condiciones si puedes bromear

-No estoy bromeando, no me digas que te duele admitir que también te derroté

-Fue un pequeño despiste

-Despiste o no, te gané, deberías estar agradecido de seguir vivo

Meliodas me enarcó una ceja-¿estar agradecido?

Asentí y luego el demonio con una sonrisa plasmada en su cara hizo una gran reverencia con la que pudo haber llegado a tocar el suelo con la nariz. Me comencé a reír, pero me detuve cuando sentí un dolor en mis costillas.

-Oh gran diosa, líder de su clan más conocida como Ellie la sangrienta, su compasión ha hecho que siga vivo porque sino hubiera sido asesinado brutalmente por su majestad. Le debo mi vida, ama y señora de mi corazón

Levantó ligeramente la cabeza y me guiñó un ojo, gesto que respondí con una pequeña sonrisa

Cuando nos sentamos cómodamente en las gradas él me indicó con un gesto que esperara, se levantó y desapareció en uno de los pasillos por unos cuantos minutos en los cuales reflexioné acerca de la batalla.

Por un lado, nunca pensé que Zeldris me atacaría con tanta rabia y había tenido en la mente todo el rato lo que había dicho que él tampoco podía tocar a Gelda, ¿qué había pasado?¿qué más estaba ocultando el clan de los demonios?, no creía que fueran capaces de hacerles algo a los vampiros porque disgustarlos significaba no contar con su apoyo, una ayuda que en ese momento era crucial para los demonios, tampoco pensaba que fuera por las obligaciones que tenía ahora que ya no la podía ver, a pesar de que su tiempo libre se reduciría bastante suponía que su maestro y los diez mandamientos le ayudaban con las labores al igual que en algún momento lo hicieron con Meliodas.

Mael era otro caso, tenía que pensar en cómo explicarle todo lo que pasaba con Meliodas, pero si había sido difícil convencer a Drole y Gloxinia, pensaba que hacerlo con el arcángel sería una misión imposible y mucho más después de que hubiera sido derrotado por el demonio que se suponía, no quería herir a nadie del clan de las diosas. Su cara en mediodía me había asustado un poco, parecía fuera de sí, como si hubiera estado dispuesto a matar a todos sin importar las consecuencias, eso lo tendría que conversar también, si se le había dado la gracia del sol era porque consideraba que podía controlarla, no porque la iba a usar de una forma desquiciada cada vez que quisiera. Tenía que asegurarme que eso no volvería a pasar. En esos momentos los otros tenían que estar volviendo al clan de las hadas para hacer sus informes y posiblemente se preocuparían al ver que ninguno de los dos volvíamos, tenía que volver lo más rápido posible al Bosque de las hadas y esperaba que por lo menos Mael ya hubiera despertado y se fuera al clan de los celestiales.

Estaba tan inmersa en mis pensamientos que casi no percaté de que Meliodas había aparecido por el mismo camino por el que se había ido y traía consigo una canasta con frutas, vino y algo parecido a carne, cuando volvió a mi lado hizo un pequeño hueco en el suelo del anfiteatro y con su energía oscuro creó una fogata de fuego oscuro donde comenzó a cocinar la carne.

Si no hubiera guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora