El guardaespaldas

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POV. ELIZABETH

¿Asustada?, ¿asombrada?, claro que lo había estado, no todos los días te encuentras con alguien que dabas por muerto y te enteras que pertenece al Clan con el cual estás destinado a luchar a muerte. El día anterior había sido complicado y tenía muchas preguntas rondando por mi mente, pero decidí que tenía que ordenar mis prioridades, luego pensaría en el demonio, me tenía más intrigada lo del templo, nunca había visto uno, además me habían contado que todos estaban destruidos, no tenía idea de que quedara uno en tan buen estado, teniendo en cuenta que no lo habían pisado en siglos, no sabía a quién preguntarle, madre me castigaría si la molestaba por una pregunta tan tonta, Mael era menor que yo, así que mi única opción era Ludociel, no tuve que buscarlo, él llegó a mí, aparentemente enojado.

-¿Se puede saber dónde estuviste ayer?-preguntó él

-Creo que ya soy lo suficientemente grande como para tomar mis propias decisiones, ir a donde yo quiera y no tener que avisar cada vez que deje el castillo-contesté enojada por el reclamo, luego recordé que necesitaba preguntarle por lo del templo así que agregué rápidamente- pero tienes razón, estamos en guerra y algo me pudo pasar, fue un acto irresponsable de mi parte salir sin avisarle a nadie, y por eso pido una sincera disculpa- luego le dí una sonrisa inocente, se lo creyó todo, como se nota que no me conocía.

-Está bien, pero de ahora en adelante Mael te seguirá acompañando-respondió él

Iba a replicarle, pero él hizo un gesto para que me quedara callada.

-Sé que no te gusta estar vigilada, pero nos hemos enterado que el Clan de los Demonios desea matarte con fervor, no les hizo gracia quedarse sin doscientos demonios, y menos que dejaras a dos mandamientos heridos, te consideran peligrosa. Además son órdenes directas de tu madre-terminó él.

Mi quijada había bajado dos centímetros, era imposible que mi madre me mandara a tener un guardaespaldas, ella sabía que me podía cuidar sola, a menos que supiera lo del encuentro con el demonio y no quisiera que volviera a suceder un acontecimiento como ese, desheché la idea en un segundo, mi madre era poderosa, pero en esta guerra ella solo vigilaba que ganaramos cada batalla grupal, las peleas individuales eran sin importancia para ella, y dudo mucho que porque fuera su hija hiciera una excepción. Mis pensamientos fueron interrumpidos por Ludociel.

-Hablando de mi hermanito, aquí llega-

-Hola a todos-dijo Mael

-Ya sabes que hacer, cualquier problema me avisas-dijo Ludociel

El arcángel menor asintió, parecía lamentar algo, y yo no fui la única que lo notó.

-Oye, no es tu culpa lo que pasó en la última batalla, estabas desprevenido, además los dos volvieron vivos, y eso es lo importante- manifestó Ludociel, luego él se fue caminando por uno de los pasillos dejándonos solos a Mael y a mí.

-Oye Elizabeth, ¿a dónde quieres ir?, es decir, si quieres ir a algún lado, porque si no quieres no tenemos que salir del castillo, y...

-Mael, tranquilizate, me gustaría ir al Bosque de las Hadas, hace rato que quiero hablar con Gloxinia, y si tengo suerte, tal vez también esté Drole- le respondí tratando de aplacar los nervios que tenía el pobre chico.

-Está bien-se limitó a decir él.

El recorrido fue muy tranquilo, teniendo en cuenta que había un todo el Clan de los Demonios me quería ver muerta, Mael también estaba muy callado, así que le pregunté.

-¿Te preocupa algo?-

-No, por qué debería preocuparme algo, no pasa nada-dijo él

-No me convences, si me vas a mentir tienes que esforzarte- le respondí

Si no hubiera guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora