Volver en el tiempo

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POV. ELIZABETH

Había dormido de maravilla. Hacía días que no tenía un sueño tan reparador como ese, me sentía llena de energías para afrontar cualquier cosa que sucediera, era reconfortante que incluso desde mi habitación podía sentir la energía de Meliodas, era una sensación a la que me podía ir acostumbrando. Sin embargo el buen estado de ánimo se fue desvaneciendo poco a poco mientras recordaba lo hablado en la reunión de las diosas. Los reclamos por parte de los arcángeles no se habían hecho esperar, decir que los tres estaban enojados conmigo era poco y eso que todavía no sabían nada de lo de Mael. Ludociel quería tener control en el Bosque del rey hada principalmente en la barrera, no había querido decir sus razones pero ya podía sospechar que no podía ser para algo bueno. Lo peor es que no terminaba de comprender por qué quería hacerlo si eso significaba perder más de su poder, no es que le hiciera mucha falta pero aún así no comprendía que podía ser tan importante que el nivel de energía quedara en un segundo plano. Y no entender el porqué hacía que la idea fuera mucho más peligrosa. Sin embargo los argumentos que daba eran convincentes, algo que era bastante detestable ya que había convencido a los otros dos arcángeles para que apoyaran la idea, así que muy pronto Gloxinia conocería la idea del Ludociel.

Ese día Drole, Gloxinia, Meliodas y yo tendríamos otra vez entrenamiento, esperaba que esta vez si pudiera enseñarles la técnica que tenía ansias por probar. Me organicé rápidamente y tomé la espada de Meliodas que había dejado en el pasillo el día anterior, mientras caminaba por los pasillos de Luz de gracia todo el mundo se volteó a mirarme, no era muy común verme con una arma y menos de tal magnitud porque tranquilamente esa espada podía medir el doble que yo, muchos conocían mi fuerza mágica, pero pocos sabían que no me quedaba atrás con mi capacidad física solo que no me gustaba sacarla a relucir. Sin embargo, la necesitaba en ese momento porque nadie más le haría el favor de llevársela y como había dicho ayer el demonio, no creía que fuera a entrar por ella.

Al salir los rayos de sol acariciaron mi rostro y con la mirada comencé a buscar al demonio que estaba con unos humanos que estaban repartiendo algunos alimentos, cuando me vió una sonrisa se formó en su rostro y se comenzó a acercar hacia mí mientras su mirada se volvía un poco confusa al observarme llevar su arma.

-Pero que...

Antes de que terminara de formular la pregunta le lancé la espada sin temor alguno y él la atrapó en el aire para luego ubicarla sobre su hombro

-No deberías dejar tus cosas tiradas por cualquier lado Meliodas

-Pensé que a estas alturas Ludociel ya la habría fundido

-Él no tocaría nada perteneciente a un demonio

Me acerqué a él y rápidamente le di un beso en la mejilla. Meliodas me miró como si quisiera decirme algo...pero al final ninguna palabra salió de su boca. Lo tomé de la mano y nos comenzamos a dirigir a lugar donde habíamos hablado la noche anterior. Recordaba claramente todo lo que le había dicho y no me arrepentía de nada, mis palabras habían salido con una fluidez que incluso me sorprendió a mí, había estado un poco nerviosa antes de darle respuesta a su pregunta porque yo misma me quedé pensando unos segundos en la misma, ¿por qué lo ponía a él por encima de Mael o cualquiera que conociera? Sin embargo más me demoré pensando la pregunta que diciendo la respuesta porque muy en el fondo siempre lo había sabido. Desde que lo conocía a él mi vida era mucho más emocionante, mi corazón se acelera solo con verlo y se parte cuando lo ve cuestionarse si es suficiente para mí, no quería que Meliodas se sintiera inseguro por eso.

Lo de su hermano me había dolido bastante, porque incluso sin conocer a la chica, conozco la sensación de querer hacer cualquier cosa por mantener a salvo a los que amamos y no pude evitar pensar qué hubiera pasado si la situación fuera con nosotros dos, tenía certeza de que Meliodas no sería capaz de matarme y yo tampoco lo haría, pero ¿Qué castigo recibiríamos por eso?. La orden de Zeldris había venido directamente del Rey Demonio y no podía llegar a imaginar lo que haría si alguien le desobedeciera y no quería pensar lo que haría madre al enterarse.

Si no hubiera guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora