Si no hubiera guerra

5.Consejo de guerra

POV. MELIODAS

Habían pasado años, posiblemente décadas, no lo sabía, cuando tienes una vida tan larga ya no le das mucha importancia al tiempo, los detalles se te iban olvidando, al igual que me pasaba a mí con todas las diosas y víctimas de esa guerra, asimismo sucedió con los rasgos de la chica de aquel día, me acordaba muy poco de ella, me quedaba una sensación de que debería estar viva, lo cual no tenía ningún sentido, al día siguiente de esa masacre había vuelto al pueblo tratando de descubrir cualquier señal que me indicara que ella seguía viva, pero no encontré más que cenizas, no existía rastro alguno de que hubiera un pueblo en ese lugar. Cómo es lógico, nunca le mencioné a nadie de esa chica, ni siquiera a mi hermano, tenía una imagen que mantener y terminé aceptando que con el tiempo me olvidaría de ella, aunque no lo logré totalmente por alguna razón que no alcanzaba a comprender sí tenía la plena certeza que ella no había significado nada para mí y solo era una piedra en el camino a la cual le había dado mucha importancia.

Además tenía asuntos más importantes para atender, esa tarde habría un ataque al clan de las diosas, lastimosamente no estarían los diez mandamientos, me hubiera gustado destrozarlos yo mismo, pero nuestras fuerzas están reservadas para los cuatro arcángeles, además esa batalla nos serviría para ver que tanta fuerza tenían las hijas de la Deidad Suprema, por lo que había oído estaban bien entrenadas, aunque ya lo veríamos, al igual que todo lo que pasaba en ese clan los rostros de ambas diosas eran una total incógnita para el clan demoníaco, siempre que salían a batallar en algún lugar iban con acompañamiento de por lo menos un arcángel, lo que hacía difícil analizar sus métodos de pelea ya que no tenían que mover un solo dedo, ellos terminaban haciéndolo todo.

Tal vez ambas eran un fraude, no podía concebir la idea de que si las dos fueran poderosas serían las primeras en estar presentes en cualquier batalla, que no conociéramos nada de ellas nos ponía en desventaja y eso era lo primero que tenía que cambiar siendo el líder de los diez mandamientos, porque si algo tenía claro es que iba a terminar esa guerra lo más rápido posible exterminando por completo a las diosas al mismo tiempo que mostrábamos la grandeza de los demonios y me posicionaba como su rey.

Era el más temido al mismo tiempo que el más respetado, mi palabra era ley y lo que dictaba se cumplía, nadie me llevaba la contraria porque sabían que ileso no salía. A pesar de que me seguía considerando joven en la edad demoníaca me había ganado mi puesto con mis hazañas y no por ser solamente hijo del rey demonio, porque en este clan todo se ganaba con esfuerzo y se perdía con cualquier mínimo error, me precedían miles de muertes en esta guerra, gigantes, hadas, diosas, humanos y demonios, todos temblaban con tan solo escuchar mi nombre y eso me gustaba.

El miedo que inspiraba se veía reflejado mientras caminaba en los pasillos cómo en ese momento, todos los inferiores hacían una inclinación de cabeza respetuosa y abrían el paso para que no tuviera que desviarme de mi camino deseado, sabía que mi aura era imponente y oscura, el poder que emanaba mi cuerpo alertaba incluso a los más ignorantes de mi llegada. La decoración del castillo demoníaco era oscura en su totalidad y tenían pequeñas llamas oscuras hechas por nuestra gente para alumbrar el camino.

-Señorito Meliodas-dijo una voz alegre mientras se acercaba a mí

Maldije por dentro porque solo había alguien en todo el castillo que no le importaba ponerme ese apodo ridículo y decirlo en público.

-Chandler-hablé con un dejo de molestia claro

Mi maestro bajó el ritmo y se acercó a mí, ya había desistido hacia décadas de que me dejara de llamar así, además él era uno de los únicos miembros del clan que tenía un poder superior al mío, sería difícil derrotarlo en una batalla uno a uno, adicionándole que me conocía perfectamente, toda mi forma de batalla, técnicas y debilidades, él era mi maestro y sabía cada uno de mis métodos al momento de luchar.