Pesadilla

263 27 7
                                    

POV. ELIZABETH

Estaba oscuro, no se veía absolutamente nada. Ni una sola forma con la que pudiera identificar algo físico en el espacio, simplemente un vacío. Me sentía como si estuviera estática en el aire. Mi cuerpo emitía un pequeño brillo que me rodeaba por completo, pero era diferente al que estaba acostumbrada cuando revelaba mi poder como diosa, era tenue y no indicaba rastro de poder o energía, simplemente estaba ahí. Tal vez era para que por lo menos lograra ver mi cuerpo, no lo sabía. No escuchaba ningún ruido, ningún sonido, ni el viento o las hojas cayendo, ni siquiera el sonido del río. Nada

¿Dónde estaba?

¿Qué había pasado con Meliodas?

Tenía que reunirme con él, comencé a caminar en el espacio, si es que se podía decir que estaba caminando, porque ni siquiera el sonido de los pasos se escuchaba. Grité el nombre de Meliodas por todos lados, pero fue una sorpresa cuando al abrir la boca no emití sonido alguno. Me detuve un momento a pensar en que estaba pasando y no llegué a ninguna conclusión, todo era demasiado....¿extraño?, había desistido de intentar llamarlo, no daría ningún resultado. ¿Tal vez si volaba?. No vería nada de todas maneras, pero tal vez me podía chocar con algo y así por lo menos sabría que estaba en un lugar. Sin embargo la mayor sorpresa llegó cuando traté de volar y no despegué los pies del suelo, ¿ya tampoco podía volar?¿qué le pasaba a mis alas?. Giré mi cabeza un poco para ver las alas y grité, o por lo menos lo intenté porque nuevamente no se escuchó nada.

Mis alas no estaban. NO ESTABAN.

Inmediatamente envié mis manos para tocarme en la espalda, para por lo menos sentir el lugar donde nacían mis alas, pero tampoco había nada, parecía una humana. Comencé a entrar un poco en pánico, ¿qué había pasado con ellas?¿dónde estaban?¿dónde estaba yo?.

Cuando pensé que toda la situación no podía ser más rara pareció algo en forma circular rodeandome por completo, era la cosa más extraña que había apreciado en mi vida. Eran cabezas que se comían consecutivamente, parecía que estuvieran en un ciclo, cada cabeza del círculo se comía a otra al tiempo que le hacían lo mismo. No parecían ser de ninguna raza en específico, se les marcaban las venas en lo que debería ser el cráneo, tenían una nariz grande y unas fosas nasales proporcionales al tamaño de esta, las cuencas de los ojos estaban vacías y solo se podía ver un negro profundo y tampoco tenían orejas.

Me quedé mirándolas fijamente, tal vez no me habían visto, de todas maneras no me podían ver, no tenían ojos y parecían bastante ocupadas comiendose entre sí, pero claro que eso no iba a pasar porque significaría que tenía suerte, y si había algo que escaseaba por esos días era eso. De un momento a otro se detuvieron. Sentía como se me iba a salir el corazón de lo rápido que estaba latiendo, más sin embargo sentí un espanto total y absoluto cuando las cabezas se soltaron de la cadena, cada una había quedado con un pedazo de la cabeza de la otra en la boca y como si supieran que estaba ahí se voltearon y no pude evitar el grito de horror que proferí.

Me levanté de un golpe y me tomó un momento saber dónde estaba, me sentía un poco mareada y los rayos de luz no ayudaban a ubicarme, me cegó por unos segundos para luego dar paso al bosque en el que nos habíamos quedado, me tranquilicé al escuchar el agua del río, el viento que agitaba las hojas y el trinar de las aves, pero lo que me dio una verdadera paz fue escuchar la voz del demonio que se encontraba a mi lado

-¿Estás bien?- me preguntó mientras me acariciaba la espalda

-yo...yo...tuve una pesadilla-respondí como si fuera una niña pequeña

Se supone que ya estaba grandecita como para estarme alterando por cualquier sueño, pero ese se había sentido tan...real.Me había asustado de verdad y Meliodas lo notó, me acercó a él en un abrazo reconfortante mientras me decía casi en un susurro

Si no hubiera guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora