Capítulo 32

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Los días continuaban pasando y cada día ese maldito psiquiatra venia aquí e intentaba meterse en mi mente, intentaba indagar y buscar respuestas, pero simplemente le daba respuestas cortas y que no se dirigían a ninguna parte, además de que la mayor parte de ellas eran mentira. No quería hablar con él, odiaba tener que escucharlo, verle, todo. No lo soportaba, pero si me negaba a verle y a tomar esto que él llama terapia me llevarían a Arkham, no tenía problema alguno con ir, pero a pesar de que había pasado un mes desde que todo había ocurrido tenía la esperanza de que él llegaría de que en alguna de todas las noches en las que despertaba bañado en sudor y gritando de desesperación él llegaría, me abrazaría con fuerza y me sacaría de aquí.

Si me llevaban a Arkham podría ser más difícil escapar, el nuevo sistema de seguridad que integraron a las instalaciones era avanzado y no quería que él al igual que yo pudiese quedar atrapado en aquel maniático lugar.

Estaba demasiado centrado en mi imaginación y en los escenario donde Slade llegaba, que no prestaba atención en lo que decía el psiquiatra y la verdad poco me importaba hasta que sentí su mano sobre las mías volví a lo que era mi realidad una en la que Slade no estaba a mi lado, una realidad en donde no sabía dónde estaba.

— Richard, he permitido que me mientas todo este tiempo, pero tienes que comenzar a hablar y ha aceptar tu condición — evite mostrar sorpresa al escuchar lo que dijo, fruncí un poco el ceño ante sus palabras ¿Cómo podía "aceptar mi condición"?.

— Yo no...

— ¿Tú no tienes una condición? — me interrumpió — eso es lo que dicen muchos pacientes y al final terminan dándose cuenta de que si la tienen, a veces lo hacen a tiempo y en otras ocasiones lo hacen demasiado tarde. Richard tienes personas que te quieren mucho, que nunca dejaron de buscarte y nunca perdieron la fe de encontrarte, el que aceptes tu condición será algo liberador para ti — me miraba de cierta manera suplicante mientras acariciaba suavemente mis manos, pero me molestaba.

Me puse de pie soltando mi manos y apretándolas con fuerza en puños — ¡Yo no tengo una condición! ¡Yo amo a Slade y él me ama a mi! — dije de manera firme, le veía con un gran enojo.

— ¿Estas seguro de ello? ¿Eres tú quien dice que lo ama o el Síndrome? Y si él te ama ¿Dónde esta? Ha pasado un mes desde que te rescataron, si te amara ya habría venido por ti — sus palabras pegaron en lo profundo de mi, calando y haciendo doler mi corazón, el que mencionara aquel hecho que quiero ignorar y convencerme de que no es así.

Lentamente volví a sentarme viéndolo fijo y él a mi, me estremecí ante la idea de que sus palabras fueran verdad.

— Quiero que lo pienses Richard y lo veas desde otro punto de vista, uno donde los sentimientos no aparezcan en el filtro y solo lo veas como es. Como posiblemente y casi seguro es... — se sentó a mi lado y volvió a tomar mis manos y a dar pequeñas caricias en ellas — él te utilizó, te manipuló, te miento y engaño.

— Él... n-no... él dijo... — mi voz se quebraba en cada palabra y mis ojos se humedecían.

— Que te amaba... muchos dicen hacerlo, pero no es así. Mienten. Engañan. Richard, tu eres inteligente, quita la venda que puso en tus ojos y ve la verdad — apretó ligeramente mis manos, una solitaria lágrima bajo por mi mejilla, sus palabras hacían doler mi corazón — Te dejó pensarlo. Tengo que irme.

Soltó mis manos, se puso de pie y se retiró. Me quede ahí sentado viendo a ninguna parte, mi mirada sin fijar nada y mi mente vagando en n memorias. Escuchaba un sonido en extremo agudo, como aquel sonido que producen los electrocardiogramas cuando marcan que el corazón de la persona se detiene.

Por qué para mi... ese momento parecía ser eso... el tiempo se había detenido al menos para mi.

Los momentos llegaba y se esfumaban, aquellos preciados "te amo" que en algún momento me dijo y que tanto aprecié y guardé en mi corazón se hacían fríos y vacíos, dejaban de calentar mi corazón y solo lo hacían doler. Pequeñas lágrimas continuaban cayendo por mis mejillas, las palabras que había dicho en esta ocasión parecieron tener un mayor efecto en mi, tenía... tenía razón. Había pasado un mes desde que fue aquella "reunión" desde que lo vi y dijo que me alcanzaría, que vendría por mi, pero... no era así, nunca apareció, nunca vino, nunca llegó. 

— ¿Amo Richard? — escuche a Alfred llamarme, pero simplemente estaba perdido en mis recuerdos, en al melancolía y en aquel sentimiento de abandono, realmente... él realmente me había engañado... me había usado todo este tiempo...

El pensar que realmente había sido así, dolía. Si solo me utilizo por que... por que dijo y me hizo creer que en verdad me amaba... por que me hizo creer que le importaba... por que me sentirme de esa forma hacía él... Todas esas veces en las que me entregue a él, todas esas veces que hice lo que fuese por él... todos esos momentos ahora se desmoronaban y se hacían añicos. Dolía. En extremo dolía.

— ¿P-por qué...? ¿P-por que Alfred? ¿Por que lo hizo...? y-yo... — me abrazo con fuerza mientras que yo lo abrazaba — N-no los quiero... Alfred... n-no quiero más estos sentimientos... n-no quiero sentirme de esa forma... — no me gustaba sentirme de esa forma, tan débil, indefenso, pero en especial roto y usado. 

— Aunque no los quiera amo Richard, los tiene y debe aprender a enfrentarlos, aceptarlos y lidiar con ellos. Enfrentarlos. Usted nunca ha sido débil, ahora más que nunca debe ser fuerte y enfrentar todo esto, será difícil, si, pero nos tiene al amo Bruce y a mí — asentí ligeramente aun aferrándome a él.



El día continuo y comencé a pensarlo, comencé a analizar mis recuerdos  por más que no quisiera tenía que hacerlo, si Slade realmente me había utilizado lo enfrentaría y tendría que aceptarlo. Si realmente padecía el Síndrome de Estocolmo y lo que sentía por él no eran real tendría que lidiar con ellos y superarlos. 

Pero... también me negaba a que eso pudiese ser conservando la esperanza de que todo lo que sentí, todo lo que sentimos, que sus palabras y sus actos no fuesen mentira y fuesen verdad, no quería que esos cinco años que dije que fueron los mejores de mi vida, fueran una simple mentira, que fuesen simples engaños envueltos en dulces palabras y seductoras caricias. 

Síndrome de Estocolmo o amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora