El sonido del agua era relajante, pero al mismo tiempo hipnotizante.
Me daba calma, pero también hacía que me perdiera con demasiada facilidad en mis pensamientos. En todos y cada uno de ellos estaba él con esas dulces palabras y lindos gestos, las pequeñas lagrimas se perdían con el agua y eran arrastradas con ella, mis ojos dolían y picaban, estaban enrojecidos e irritador por haber llorado antes. Alfred intento consolarme hasta que logre calmarme un poco, intentaba repetirme mentalmente que no llorar, que eso no me ayudaría y como dijo el psiquiatra debía verlo desde otra manera.
Comenzaba a hacerlo y lo que veía, me dolía, aquello que amaba ahora me lastimaba.
Soltaba pequeño hipos, mi pecho dolía. Ahora todo debía diferente quería comenzar a deshacerme de estos sentimientos que se arraigan en mi corazón, quería deshacerme de ellos, arrojarlos lejos y nunca más volverlos a tener, pero no podía.
Cerré la llave del agua, tome la nota que estaba en el pequeño perchero y me cubrí con ella. El vapor llenaba el lugar y lo hacía estar en una temperatura agradable, pase una toalla por mi cabello secándolo un poco, deje la toalla sobre mi cabeza apoyando mis manos en el lavamanos, respiré profundo y lo solté, levanté un poco la vista viendo el espejo con una capa de agua pase mi mano por ella limpiándolo y pudiéndome reflejar.
Mantuve mi mirada fija en el, en mi. Observándome con detenimiento, analizándome y estudiándome. Recordando como soy en verdad y aquello que se reflejaba en ese momento no lo era.
— Este no soy yo — dije, por que así era.
Ese no era yo.
Yo no era débil, era fuerte.
Yo no me rompía, era inquebrantable.
Yo no me dejaba manipular, ahora parecía que si.
Yo no permitía que nadie me usara, ahora parecía que lo permití todo el tiempo.
Yo no lloraba por un desamor o un rechazo , yo lloraba por el amor que le tenía a Slade.Cerré con fuerza mis ojos y apartando la mira del reflejo, no quería verme de esa manera, no quería verme a mi mismo. Salí del baño dejando que detrás mío se quedara el humo que salía de a poco del baño, me puse una sudadera y unos pantalones holgados, jalaba las mangas de la sudadera cubriendo y ocultando mis manos dentro de ellas, el delicioso y embriagante olor a chocolate llego a mis fosas nasales, deleitando mi paladar comencé a seguirlo sabiendo de donde provenían continúe hasta llegar a la cocina donde encontré a Alfred con el horno encendido, un delantal con manchas café y una bandeja de brownies recién horneados.
Él solo sonrió ligeramente dejando la bandeja en la mesa aguardando a que se enfriaran y estaba por tomar uno de ellos sin importante que estuviesen calientes por el simple hecho de comer ese manjar, pero antes de que pudiese poner o acercar mi mano a ellos me miro de forma acusativa y filosa.
— Ni siquiera se atreva Amo Grayson — mantuve mi mirada en la de él aguardando a que parpadee más no lo hizo y termine perdiendo aquel tonto juego de miradas.
— Cuando menos los pienses Alfred me los comeré todos — amenace mientras reía y me recargaba en la mesa cruzando mis brazos.
Nos sumimos en un pequeño silencio mientras lo veía lavar los utensilios que ocupó para la elaboración de los brownies. Continuaba pensando y... analizando mis recuerdos y aunque no lo quisiera una parte de mi se convencía de las palabras del psiquiatra, una parte de mi aceptaba y reconocía que fue utilizada y engañada, pero perduraba más la razón que siempre había considerado hasta ese momento: lo amaba y él me amaba.
Su expresión aquel día donde la muerte estuvo a nada de posarse sobre mi, donde creí dar mi último aliento acompañado de una declaración. Sus ojos, el miedo, el asombro, la desesperación, el... cariño.
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Síndrome de Estocolmo o amor?
Fiksi PenggemarEn la vida de Robin todo era un rutina despertar, entrenar, visitas de su pareja, ir a combatir a los mismos criminales que siempre hallaban la forma de escapar, nada nuevo, como dije una rutina. Pero a veces algo interrumpe la rutina y le da un gir...