Capítulo 34

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Las sesiones con el psiquiatra eran un tanto más... agresivas. Las palabras que regularmente venían envueltas con una tonalidad dulce y cordial ahora eran frías y certeras queriendo que tambalee en mi decisión de confiar en Slade y en el amor que tenia.

Las amenazas eran indirectas, pero estaban y podía notarlas. La más recurrente  — Richard, el comité médico el cual lleva seguimiento de tu caso pues está en espera para decidir si se llevará a juicio, están apelando y discutiendo qué sería mejor tratarte en Arkham ya que a su parecer estas sesiones privadas no están funcionando y no estas curando — 

ARKHAM.

La policía continuaba furiosa por el hecho de que yo asesine a muchos de sus compañeros y me escondía y protegía detrás del argumento de no haber estado en un cien por ciento en mis decisiones y que mi estado mental era dudoso. Claro ellos querían justicia, hubo un par de días después de haber salido del hospital que las personas protestaron del otro lado de la reja que rodeaban la mansión, exigían mi cabeza y un juicio donde pedían la mayor de las sentencias.

Inclusive cuando salí del hospital algunos oficiales no cumplieron de manera correcta con su deber, sentía sus miras de odio sobre mi y dejaban a propósito que algunos pudieran intentar golpearme a pesar de que los esquivaba y reprimía el devolver el golpe. 

Bruce estaba preparado por si todo llegaba a juicio, contrataría a grandes abogado de gran prestigio, un equipo completo de ellos si era necesario y movería influencias para evitar que yo fuera a la cárcel o Arkham aunque ambas eran en teoría lo mismo, en ambas estaría encerrado por quien sabe cuánto tiempo. 

Medio año ya había pasado y nunca recibí ninguna señal de Slade, después aquel día en aquella sesión donde le conté al psiquiatra que yo en verdad lo amaba, deje de despertarme bañado en sudor. Las pesadillas se habían ido, pero el sueño recurrente de mi, intentando alcanzar a Slade y no poder hacerlo perduraba en mi subconsciente. Cuando despertaba podía ver un pequeño y seco sendero de donde descendieron algunas lágrimas traicioneras.

Era recurrente, noche tras noche aparecía. Yo intentaba alcanzarlo.
Intentaba caminar, avanzar, peor solo le veía alejarse. 

A excepción de una noche, dos días después de la sesión donde no dude, lo vi vívidamente en mi sueño, estaba cerca, demasiado, tanto que podía tocarlo y deseaba más que nada en el mundo hacerlo, pero no pude. Estaba frente a mi y sentía que me veía y yo a él. Solo se acercó y beso mi frente, mi mejilla y dejó un pequeño beso en mis labios; aquel lo sentí más real, como si en verdad lo hubiera hecho.
No podía mover mi cuerpo y cuando estaba por alejarse de alguna manera mi brazo se extendió y alcancé su mano. Volteo a verme y sonrió, sonrió con tristeza y algo que no había pasado desde que casi me perdía, sucedió, una pequeña lágrima bajaba por su mejilla, sus labios se movieron y dijeron algo que no pude oír, peor estaba casi seguro de que era un "te amo" me lo había dicho tantas veces que podía leerlo en sus labios.

Pero cuando desperté no había nadie en mi habitación y aquello se había sentido tan vivido, mi mano con la cual lo había detenido en mi sueño sentía un cosquilleo y mis labios se sentían ansiosos. Como si todo aquello había sido real, quería que así fuera pero no tenía certeza alguna.

La única manera en que podía verlo era en mis sueños, y por ello no quería despertar nunca. Así podría estar con él. Había momentos donde lo escuchaba decir mi nombre en la lejanía, donde parecía que el viento llevaba mi nombre con su voz y lo dejaba rozar mi oído en armonía. A veces encontraba el sabor familiar en al cocina de Alfred con algún platillo que él me había preparado.

— Extraño quitarle el café — me dije en un susurro que solo yo pude oír.

— ¿Dijiste algo Richard? — levante mi vista y vi al psiquiatra, había olvidado que estaba en una sesión. Sus palabras en algún momento s Eva aún esfumado.

Síndrome de Estocolmo o amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora