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—¿Otra vez los disgustos? —Gevanni solo recibió el sonido de arcadas al otro lado de la puerta, respondiendo a su pregunta.

Era normal en su estado. Ya habían pasado dos semanas de haberse enterado de que Near estaba embarazado, y ciertos síntomas y comportamientos anteriores habían empezado a cobrar más sentido. Entre ellos, las repentinas idas al baño del albino. La cantidad de veces que vomitaba al día habían aumentado mucho desde su ida al hospital.

No por nada, le habían puesto al albino una dieta rica en proteínas para un mejor cuidado. Near no estaba acostumbrado a comer regularmente mucho, o en un horario específico, así que el cambio no fue muy bien recibido inicialmente por su estómago.

La puerta del baño se abrió mientras sonada de fondo como se descargaba el inodoro. Fue directo a enjuagarse la boca al lavabo, queriendo sacarse el mal sabor de boca. No le gustaban los vegetales, y gracias a su vómito había tenido que volver a saborearlos.

—Sigo teniendo antojo.

—Lo sabemos, pero no puedes basar toda tu dieta únicamente en dulces y comida chatarra. —Near frunció el ceño, recordando a alguien—. Tenías la libertad de hacerlo antes, pero ahora no solo será tu salud la que se verá afectada.

—Un pastel no le hará daño al bebe…

—Aun es muy pronto para llamarlo un bebe, ¿no?

—Hablaba de mi —refunfuñó, saliendo del baño después de limpiar su rostro y boca, siendo seguido de cerca por el mayor—. ¿Que no existía la creencia de que si no complacías todos los antojos del embarazo el hijo saldría con alguna mancha o algo así?

—Dudo que tú creas en esas cosas.

—Puedo creer.

Near volvió a sentarse donde siempre, comenzando a jugar con los trenes que había abandonado antes por culpa de sus arcadas.

—Near, ya arreglé lo que me pediste ayer —dijo Lester entrando al lugar, con unos papeles en sus manos.

—¿Que cosa? —Gevanni dirigió su mirada al rubio, confundido.

—No puedo cuidar a un hijo en mi lugar de trabajo —obvió el albino, enredando un mechón de cabello en uno de sus dedos—, así que le pedí a Lester que consiguiera un lugar en donde yo pudiera... hacer una familia.

No solo a los demás se les hacía raro oírlo, hasta Near se sentía raro diciendo aquello.

Gevanni, aunque algo confundido, asintió. Lester le dio los detalles sobre el nuevo lugar, el cual se trataba de una casa mediana, de dos pisos, un ático y un sótano, quedando bastante lejos de los vecinos más próximos. Near prefería tener algo de privacidad.

—La casa está lista para mudarse, así que podemos ir ahí está misma tarde si lo deseas.

—Lo antes posible sería lo mejor, ¿no es así? —dejó ir el mechón de cabello blanco que tenía prisionero, suspirando—. Seguiré trabajando aquí durante el día el mayor tiempo que sea posible. Aunque de momento solo la use para dormir, es mejor acostumbrarme rápido a ella.

«Aunque pase más tiempo aquí, esa igual tendrá que ser mi casa...»

Los tres salieron del cuartel en dirección al nuevo lugar, tomando una parada para comprarle al menor unas papitas.

Fueron unos 20 minutos de viaje antes de llegar. El albino fue el primero en salir del auto, estando de mejor humor gracias a las frituras. Miró la casa, separada de ellos por altas rejas pintadas de negro. Se notaba algo vieja, pero estaba muy bien mantenida, y para estar rodeada en su mayoría por bosque y estar relativamente lejos de la ciudad, eso era mucho que decir. Lester se adelantó a abrir la dichosa reja, siendo seguido por Gevanni y Near, quienes caminaban a la par.

—Se mira espacioso —mencionó el menor al entrar a la morada. No era una mansión, pero considerando que tampoco iban a vivir ahí muchas personas, si que le sobraba espacio.

Era sencilla, con acabados de madera y en colores claros y grisáceos. En el primer piso había una sala de estar espaciosa con pocos muebles, una cocina adecuada de concepto abierto que tendría que aprender a utilizar, una habitación para huéspedes, mucho espacio de almacenamiento y el patio se notaba grande. Near siguió explorando el segundo piso; los mayores solo le dejaron, hablando sobre los planes a futuro.

El segundo piso no era mucho más interesante, con un espacio amplio vacío que dirigía a una puerta al fondo del pasillo, siendo seguida por tres más a los lados de este.

Abrió cada una de las puertas, encontrándose con un armario, un baño y un cuarto vacío que por el tamaño claramente no era el principal. Solo faltaba la última del pasillo, la cual tenía que ser la habitación principal.

Al abrirla, se impresionó un poco de que esta habitación si incluyese una cama. La casa en general tenía una muy fina capa de polvo encima de todo, así que llevaba sin ser habitada algo de tiempo.

El albino se dejó caer como peso muerto sobre el colchón, mirando el techo blanco de la habitación. Metió una mano en el bolsillo de su pijama, sacando un pequeño títere de dedo de este. Lo contempló, siendo de entre los demás al que más empeño y esfuerzo le había puesto.

—¿A ti te habría gustado esta casa? —preguntó, como si esperara que ese títere fuera capaz de responderle como si de la persona a quién hace semejanza se tratara.

Near suspiró, sentándose a su manera sobre el colchón, dejando al pequeño Mello descansar a un lado suyo. Comenzó a enrollar un mechón de cabello en su dedo, pensativo. Pero daba igual cuántas vueltas le diera, la idea de que esa sería su nueva casa no terminaba de hacer clic en su cerebro. ¿Quizá le hacía falta algo de personalidad? Y si así fuera, ¿como podría saberlo?

De haber estado con Mello tal vez esto hubiera sido un poco más fácil. Pero bien dicen que él hubiera no existe.

«Da igual como lo sienta de momento, este será mi hogar ahora...» pensó, mirando el pequeño muñeco a su lado.

—No, no... nuestro hogar —murmuró, acariciando su vientre de momento plano. El reto más grande de todos, y por lejos, era dejar de pensar solo en si mismo, como hasta el momento lo había hecho.

Ni hablar del largo camino que le quedaba por recorrer.

After All  [MelloxNear]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora