09

455 44 8
                                    

Noche del 21 de septiembre

—Aquí tiene su chocolatada.

El albino tomó el vaso que le había pedido a la rubia que preparara, mirando su reloj por quizá décimo quinta vez en la última hora. Lidner lo había ignorado al inicio en cuanto lo notó, pero después de un rato solo se le hacía más raro su insistencia en mirar tanto el aparato.

—Near, puedo preguntar ¿por qué te interesa tanto la hora?

—Estoy contando cada cuánto son las contracciones. —respondió indiferente, balanceando su cuerpo de un lado al otro sobre la pelota para hacer yoga que le habían comprado hacía unos días.

—¿Eh? —la rubia tardó unos segundos en procesarlo—. ¡¿Las contracciones?! ¡¿Ya entraste en labor de parto?!

—No, solo iniciaron las contracciones. Hace ya dos horas. —explicó el albino con calma, mirando como la mujer caminaba de un lado al otro por la casa, llamando a los otros dos miembros de su equipo y buscando todo lo que ya habían preparado para cuando llegara el momento.

—¡¿Por qué no lo habías dicho antes?!

—Tienes que calmarte. —pidió, terminándose su empalagosa bebida chocolatada. Algo bueno que le había dejado el embarazo fue que disfrutara de comer más, costumbre que en definitiva seguiría manteniendo—. Las contracciones son cada 10 minutos, y hace dos horas eran cada 15. Son muy lentas para considerar que voy a dar a luz pronto. Ni siquiera he roto fuente.

—Igualmente esa clase de cosas las tienes que decir de inmediato, tu no eres el único que ha tenido que lidiar con este embarazo —Near le miró fijamente, pero la rubia no añadió nada más. Pronto escucho el motor de un auto acercarse y estacionarse cerca, antes de que tanto Lester como Giovanni aparecieran por la puerta, ambos llenos de nervios a simple vista, pero el primero manteniendo la compostura.

—¿Qué pasa? ¿El bebé ya viene?

—No pronto, pero si. —respondió Near desde la sala, aún balanceándose en su pelota de yoga, y aún pensando en las palabras de la fémina.

Era cierto, él no había pasado ni un solo momento importante de su embarazo solo. Él era ahora el mejor detective del mundo, y ellos sus trabajadores, pero en definitiva habían ido mucho más allá de solo cumplir sus órdenes al pie de la letra o ayudarle en cosas importantes. No, los compañeros de trabajo no hacían ni siquiera la mitad de las cosas que ellos parecían dar por hecho que debían hacer.

Near dejó escapar una suave risa, acariciando su vientre con ambas manos. Había empezado a moverse de esa forma extraña otra vez, haciéndose notar bajo su piel.

***

El ambiente era incómodo, y por más que quien iba a tener el bebé era quien estaba más calmado, el resto seguía terriblemente tenso, atentos a cualquier cambio que este tuviera. Near estaba comiéndose una paleta de kiwi, caminando de un lado al otro en la casa por aburrimiento, y para ver si las contracciones aumentaban, pero nada.

Ya habían pasado 4 horas desde que las contracciones de Near habían empezado y dos desde que todo su equipo se reunió. Gevanni intentaba distraerse mirando la tele, sin mucho éxito, Lester tomaba un café en la cocina, y Lidner revisaba la hora cada tanto desde su lugar en la parte baja de las escaleras.

«Cada 7 minutos…» Near miró su reloj por millonésima vez, habiendo terminado su paleta. Miró su camisa holgada, notando que se había manchado un poco por el helado.

—¿Necesitas ayuda? —preguntó la rubia cuando el albino cruzó al lado suyo en las escaleras, haciendo ademán de levantarse.

—No, estaré bien. Las contracciones son una molestia menor, y solo iré a cambiarme de ropa.

La ojimiel asintió, pues no parecía haber algún problema del que preocuparse. Near seguía extrañamente calmo.

—Cualquier cosa, y en serio, cualquier cosa, no tengas miedo de gritar. —su mirada reflejaba advertencia, pero una que denotaba preocupación por su persona. El ojigris asintió.

Al llegar a su habitación, se despojo de sus atuendos. Tomó unas toallitas húmedas y se limpió el rostro y el pecho con ellas antes de buscar un cambio de ropa en el gran armario. Tardó unos 10 minutos en terminar de ponerse los pantalones estando sentado, dejándose caer sobre la cama cuando finalmente logró subírselos.

—¿Sabes, bebé? En verdad quisiera que nacieras pronto. Hay algunas cosas que extraño hacer… —hablo en voz baja, colocando una mano sobre su vientre, sintiendo una patada.

Después de descansar, Near se volvió a sentar y volvió a terminar de vestirse con un suéter de manga larga color crema con el dibujo de un robot en el pecho.

Acomodándose el suéter, se fijó en la mesita de noche junto a su cama, notando al pequeño títere de Mello que siempre le acompañaba. Near se le quedó mirando un largo rato, pensando en algo que no había notado antes.

«Se mira un poco solo…»

El joven de ya 19 años hizo el intento de arrodillarse junto a su cama, aunque en realidad estaba haciendo poses raras solo para alcanzar la caja que mantenía escondida como un tesoro. Cuando la tomó, la dejo sobre las sábanas y al abrirla, fue recibido por un montón de títeres de dedos, todos con rostros conocidos que el mismo había hecho.

Hurgó un poco en la caja, sacando los muñecos que representaban a cada miembro de su equipo sin haberlo notado, dejándolos descansando en su mano, y finalmente, encontró el que necesitaba. El títere de si mismo, algo polvoriento como el resto, pero igual de intacto.

Lo colocó con cuidado junto al muñeco de Mello, y después de mirarlos unos segundos, empujó al títere de Near más cerca del otro, casi hombro a hombro, como si estuvieran casados.

Pero aún se seguían viendo solitarios.

Miró los muñecos que había tomado de su equipo, los cuales ni siquiera había notado que había estado apretando. Dudando un poco, también los coloco en fila del lado de la mesilla dónde está su versión mini, sintiéndose más satisfecho. Pero ahora era el muñeco de Mello el que parecía solo.

Volvió a hurgar en la caja, recordando algo que no tardó en hallar. Un muñeco de cabello verde pantano, carita relajada, un suéter de rayas cubierto por un chaleco, y unos pequeños lentes naranja sobre su cabello. Era un muñeco de Matt, uno que había hecho ya terminada la investigación del caso Kira sin aparente razón. Pues, ahora tenía una razón de existir. Colocó el muñeco junto a Mello, más contento.

Miró la mini familia de títeres que había logrado armar, dejando mostrar una sonrisa sincera en sus labios.

«Supongo que me equivoqué. Tu definitivamente vas a nacer rodeado de una buena y agradable familia.» pensó al momento de ver todos esos títeres perfectamente alineados junto a su cama. Volvió a hurgar en la caja, más que nada por curiosidad, encontrando entre tantos, uno de alguien en quien no había pensado hacia un buen rato.

—L… —murmuró, mirando fijamente aquella representación de quien alguna vez llegó a admirar aunque fuera un poco.

Dudó en si debía ponerlo con los otros, pues admitía que él no había sido muy cercano al detective que digamos, incluso lo había hecho un poco más feo solo por ello. Por el lado contrario, Mello lo admiraba demasiado, el no habría tan siquiera dudado en ponerle como parte de su familia.

Un foco se prendió en su cabeza mientras miraba el títere, terminando por decidirse y dejarlo alineado con los otros. Del lado de Mello, claro.

Miró la bonita fila con una sonrisa, cuando un fuerte dolor en su espalda baja le interrumpió. Era un dolor mucho peor que el pequeño escozor que había estado sintiendo desde hacía horas. Miró su reloj con dificultad, habían pasado 5 horas desde que sus contracciones habían iniciado.

Cada 4 minutos

Las nuevas contracciones eran cada 4 minutos.

—¡Ah! —gritó sin fuerzas; el dolor estaba aumentando demasiado rápido en muy poco tiempo.

Sintió un líquido escurrir por sus piernas sin control. Ya había roto fuente.

Escucho unos pasos acercarse con rapidez a su habitación, llamando su alias.

—Es hora…

After All  [MelloxNear]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora