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—¿Estas seguro de que solo come leche?

—Si, bastante. Ahora imagina cuánto hará cuando empiece a comer sólidos. —Near cubrió su boca en un intento vano por ocultar su risa. El rostro de espanto de Mello fue tan inesperado que fue imposible evitarlo.

Se encontraban frente a la tarea mas temida por cientos de padres en el mundo: cambiar pañales. Una actividad que debería ser considerada una tortura medieval de las peores, o así lo creía Mihael. Y eso que había estado en la mafia y visto muchas cosas, pero limpiarle trasero a un ser humano, así sea pequeño, era algo diferente.

Near por el contrario, no le importaba mucho. Lo hiciera 10 veces al día o solo una cada 2 días, le daba lo mismo. El hecho de comer muchas comidas con olores demasiado fuertes y tener las hormonas tan alteradas  durante su embarazo de verdad que le hacía llegar a exudar pestes inimaginables, y lo peor es que ni siquiera lo notaba. Eran los demás quienes se lo hacían ver.

En otro tema, aún le sorprendía como podía comer tamaña cantidad de picante en ocasiones. Ahora no podía ni imaginárselo, solo con sus 3 comidas al día era más que suficiente, y ahora comidas normales, ninguna combinación extraña.

Bueno, tal vez el ramen con coca cola no era tan malo…

—Su piel es delicada, no seas tan brusco como normalmente eres. —Mello gruñó ante la advertencia, pero recordó el incidente con la cobija y mejor se quedó callado. Near se apartó del camino después de dejar a Law sobre su cambiador

—Ahora que lo pienso, el olor no es tan horrible, pero no sería tan notorio si no cagara tanto. En verdad no entiendo cómo puede algo tan pequeño llenar un pañal así, ¡y además los pañales le quedan grandes! —se quejó Mello al notar que las cintas del pañal casi se tocaban entre sí, dejando el resto gordito, lo que lo hacía lucir mas chiquito. Miró la bolsa de los pañales, preguntándose si serían de la talla correcta; grande fue su sorpresa al darse cuenta de que, de hecho, eran pañales para bebés de dos meses, dos menos que la edad de su hijo. Sabía que era pequeño, pero no sé hacía a la idea de que tanto.

—Supongo que también influye el que se beba como 20 biberones al día, además de las 3 horas en que lo amamanto. —recordó Near colocando su mano en su barbilla, sin fijarse en la expresión estupefacta que había dejado en el rostro del ex mafioso.

—No es cierto…

—Habrá heredado tu gula, o solo habrá nacido así. —se encogió de hombros—. Solo se que Lawliet es un comelón.

Bueno, Mello miró al pequeño en el cambiador, quien le devolvió la misma mirada azulada, haciéndole saber que estaba incómodo. Hizo el pañal una bola y lo dejó caer al cesto de la basura, antes de tomar un puñado, sino casi la mitad, de las toallitas húmedas y limpiar todo el desastre con el rostro inclinado hacia un lado, lo más lejos que   pudiera del olor, y dejando caer todas las toallas usadas en el cesto conforme las usaba.

Cuando finalmente estuvo limpio, Near le pasó el talco, y este pareció desvanecerse cuando lo echaba sobre Lawliet; había subestimado un poco su albinismo. Finalmente le colocó otro pañal, volviendo a confirmar como de sueltos le quedaban cuando también tuvo que hacer que los sujetadores casi se tocaran entre sí.

—Se que me dijiste que es normal que sea tan pequeño, pero ¿Cómo era cuando nació? —alzo una ceja— ¿Una pulguita blanca?

—En realidad, no ha crecido mucho desde que nació. —Near enrolló un mechón de cabello en su dedo, mientras Mello iba a lavarse las manos al baño, alzando la voz para ser escuchado desde la habitación—. En la última visita al pediatra lo pesaron y todavía no aumenta un kilo completo.

—Imposible, ¿estás seguro de que ese niño de verdad come? —hablo Mello con el sonido del agua cayendo al fondo desde el pasillo.

—Lawliet solo es del tipo que come y no engorda, no es culpa suya. —Near río un poco cuando empezó a jugar con las mejillas rosadas y regordetas de su bebé, quien lucia mucho más contento por estar limpio.

Entonces, un repicar empezó a sonar en su habitación; alguien lo estaba llamando a su celular. Lo tomó de la repisa en donde lo había dejado, mirando que en el identificador ponía “A L”. Contestó y puso el aparato entre su hombro y su oreja, mientras seguía jugando con Lawliet.

—¿Hola?... Ah, si, estaba cambiando a Lawliet… Si, lo revisaré… Si… Ok, gracias. Hasta mañana, adiós. —se despidió cortésmente antes de cortar la llamada.

—¿En que momento lo cambiaste tu?  —Mello había vuelto a la habitación durante la llamada, con una mirada juzgadora en sus encantadores ojos azules.

—¿Jo? ¿Y que querías que le dijera? ¿Qué de hecho le estaba enseñando a un tipo que se supone está muerto a hacerlo por mi? —arqueó una ceja hacia el rubio, entre confundido, arrogante y fastidiado—. A menos que quieras que venga un equipo S.W.A.T. a casa y te meta un disparo en la cien, mejor evitemos esa clase de sorpresas.

—Para ser tu equipo, es bastante violento —se quejó ante la respuesta que recibió, recordando la primera vez que se vieron. Se le hacía raro por lo pacífico que suele ser Near.

—Me estabas apuntando con un arma. —señaló lo obvio, mientras cargaba a Lawliet.

—¡Un arma sin balas! —Mello seguía intentando ganar una discusión que desde el inició estuvo perdida.

—Pero ellos no lo sabían. —Near suspiró, enrollando un mechón de su cabello en su dedo, mientras Lawliet intentaba arrancar uno de los botones de su camisa y seguramente comerlo—. Honestamente, si lo que querías era causar una pésima impresión, lo lograste.

—¿Podríamos dejar de hablar de lo que pasó durante el caso Kira? Por favor —Mello bufó, mordiendo el interior de su mejilla con molestia. Sabía que lo que hizo fue necesario para atraparlo, pero al mismo tiempo fue gracias a eso que ya no pudo aparecerse durante un año y descubrir que tenía un hijo.

Punto como detective, 0 puntos como padre y… como pareja.

Sería más fácil si hubiera tenido padres… o familia, cuando mínimo.

—Oye, Near… —el albino levantó la vista de su hijo, dándole su atención—. ¿Quién te enseñó a ser padre?

—Ah, eso… —Near jugó un poco más con ese mechón de su cabello, pensativo—. Creo que sería como una combinación de varias cosas… —sus cejas se arquearon un poco hacia abajo—. Los chicos,  el médico pediatra de Lawliet, libros de maternidad, y un poco de prueba y error. —soltó una risita, sacando el botón de su camisa que Lawliet había arrancado y que ahora tenía en su boca.

—Uh, ya veo…. —un brillo de entendimiento resaltó en los ojos grises, mirando fijamente al rubio.

—Puedes ser un buen padre aún siendo huérfano, lo sabes, ¿no? —si no recordaba mal, y él sabe que lo recuerda muy bien, Mello había llegado a Wammy’s House cuando apenas tenía unos 6 años, después de que servicios sociales le hiciera un test para determinar su IQ.

—¿Realmente te parece que es así? —entrecerró los ojos ligeramente. Mello era, y sigue siendo, excepcional, desde muy joven. Incluso él mismo Near a pesar de estar huérfano desde los 3 años, no logró que se fijarán en sus capacidades especiales hasta que cumplió 8 años. Aunque, la duda de saber cómo fue que vivió esos 6 años anteriores le carcomía, tampoco se lo iba a preguntar.

—No me considero el mejor padre, aún soy algo torpe en muchos aspectos —desvió la mirada, recordando aquella vez que sin quererlo se durmió mientras amamantaba a Law. Un escalofrío recorrió su cuerpo, pensando en lo que pudo haber pasado si Lester no hubiese estado en casa—, pero he intentado todo lo que puedo.

Mello siguió cabizbajo, pensativo, sin dirigirle la mirada al albino. Near solo le miró y suspiró. Se paró delante suyo, y le extendió a Lawliet al rubio, quien lo sujetó por instinto, acomodando bien su cabello para que no se asustara de su cicatriz. Lawliet parecía cada vez más cómodo ante su presencia. Near salió de la habitación, haciendo sonar sus pasos por el pasillo hasta que se perdieron bajando las escaleras, y cuando volvió de lo que Mello supuso era la cocina, traía una tableta de chocolate oscuro entre sus manos. Abrió el envoltorio, llamando finalmente su atención; partió un pequeño pedazo para si, extendiéndole la barra.

—Es normal estar preocupado, y Mello, esa preocupación es buena —el susodicho alzo una ceja, mirando la golosina que le era tendida. Tardó unos minutos, pero finalmente la tomó, afirmando a Lawliet contra su pecho—. Significa que te importa, y siempre que esa preocupación exista, estoy seguro de que podrás mejorar.

Mello mordió la barra, mirando el techo, como si no estuviera prestándole atención, pero ambos sabían que eso no era cierto.

—Siendo honesto, me preocuparía más si cuando cometes un error solo dijeras “esas cosas pasan” y no te importe. Eso no es muy bueno. —rio un poco, recordando las palabras del pediatra de su hijo.

—… No pienses que voy a agradecerte por nada de lo que dices. —desvió la mirada, ocultando un pequeño sonrojo en sus mejillas.

—Nunca lo haría.

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⏰ Última actualización: Jun 10 ⏰

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