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—¿Pueden cuidar a Law un rato? Tengo que completar unos documentos. —pidió Nate con calma, extendiendo al pequeño que fue sujetado de inmediato por la fémina.

—Claro, ¿cuánto tienes que hacer?

—Solo unas 260 páginas, no es para tanto. —Gevanni levantó un poco las cejas, pero logró disimular su asombro.

—Cuenta con nosotros. —hablo Lidner, notando como el chico subía a encerrarse en su alcoba.

El trio de dos adultos y un bebé se quedó en silencio unos momentos, y una vez pareció que el albino ya sea había instalado, el par de agentes se miró con sonrisas traviesas, volteando a ver al bebé a la par.

—Vamos Law… Di “Halle” —habló la rubia, meciendo un poco al pequeño mientras se dirigían a la cocina.

—No, no, no, di “Stephen” —le siguió el ojizarco, mirando como el pequeño era puesto en su sillita frente a la mesa.

—Halle.

—Stephen es mejor.

—Halle es más corto y fácil de decir.

—Por eso sería genial que dijera Stephen, significaría que ya nació con la inteligencia de su padre.

—Sus padres —corrigió la chica, creyendo que se trataba de un error inocente.

—Ah, si, en ocasiones olvido que Mello también estuvo involucrado —murmuró con un tono decaído, posando su dedo en la cara del bebé, viendo cómo este se hundía en esas diminutas mejillas. Ya se le está haciendo costumbre—. ¿Cómo alguien como él pudo crear algo tan lindo?

—Los hijos no siempre son una copia de sus padres… —respondió confundida, apartando su mirada del pequeño al azabache.

—¿Qué rayos le habrá visto Near? No lo entiendo.

—¿Te gusta Near?

—No se de qué… —Gevanni se quedó callado, inhaló un poco, y arrugó la nariz antes de apretarla con los dedos. Halle quedó confundida, hasta que un olor desagradable llegó a sus fosas nasales, haciendo que repitiera el gesto del ojizarco—. ¿Qué demonios es esta peste?

—¿No será…? —ambos voltearon a mirar al pequeño, quien solo los observaba indiferente mientras chupaba sus manos enguantadas.

Gevanni fue quien tuvo el valor de acercarse y olfatear muy por encima el pequeño, volviendo al fruncir la nariz. Si, definitivamente de ahí venia la peste.

—Dios, Lawliet, ¿qué comiste? —se quejó la rubia, cubriendo su nariz.

—Mejor dicho, ¿Cómo conviertes la leche en eso?

—Bueno, habrá que cambiarlo pronto…

—Tengo que confesar… nunca le he cambiado un pañal a Lawliet. —Gevanni agachó la cabeza al suelo, avergonzado.

—Yo tampoco.

Ambos agentes se miraron, nerviosos por darse cuenta de que ninguno tenía ni idea de que hacer.

***



—¡Piedra, papel o tijeras! —Stephen tijeras, Halle papel.

—¡Genial! No tendré que limpiar el desastre. —sonrió el ojizarco, mirando con superioridad a la rubia, quien soltó un suspiro, derrotada.

Estaban en el cuarto de Lawliet, con este puesto sobre su cambiador y un pañal cargado que necesitaba ser cambiado. Lawliet seguía luciendo imperturbable mientras hacia sonar la sonaja que le habían dado, como si eso no le incomodara en lo más mínimo.

Con pesar, Halle empezó con su tarea. Tenía una idea sobre que hacer por fijarse en ocasiones cómo lo hacía Near y por idea propia. Aún así, seguía siendo impresionante. Lawliet, por estar todavía alimentándose de leche, no debería ensuciar tanto un pañal.

—Dios mío. ¿Cómo algo tan pequeño puede cagar tanto? —se quejó la rubia mientras miraba el desastre.

—Creo que ya es momento de entender que Law no es consiente del tamaño que realmente tiene. Nada de lo que hace concuerda con su cuerpo —dijo Gevanni en voz alta, mirando al bebé, quien seguía distraído sacudiendo su sonaja.

—¿Cómo Near hace esto diario? —se pregunto Lidner, tomando un puñado de toallitas húmedas.

—Lo hemos subestimado demasiado. —Gevanni cerró los ojos, frunciendo el ceño.

—Incluso cuando le cuidábamos para que él descansara, el era quien le cambiaba el pañal.

—Si que tiene un estómago fuerte.

«¡Perdónanos, Near!» pensaron ambos al unísono.

Aún con el asco que sentía, Halle sujeto bien las toallas húmedas y se colocó en frente de ese desastre. Reunió todo el aire que pudo en sus pulmones, tomó los tobillos de Law para alzarlo y limpio lo mejor que pudo toda la zona afectada, usando más de una toalla en el proceso y desechándolas todas en la cesta junto al cambiador. Hizo bola el pañal cargado y lo arrojo también al cesto casi sin mirarlo.

Comprimió las arcadas como le fue posible, sintiéndose orgullosa una vez vio que todo estaba limpio.

—Te manchaste la mano.

—¿Qué? —Gevanni señaló su mano, en donde habían residuos de excremento de bebé.

—Ahí.

—¡Oh, Dios…! —y ni lenta ni perezosa, la rubia salió corriendo de la habitación, directo al baño, manteniendo su mano alzada lo más alejada de su cuerpo posible. Eso lo selló en su interior, no quería tener hijos.

—¡Estarás en cuarentena durante una semana! O al menos hasta que estemos seguros de que estés descontaminada —exclamó el ojizarco con una sonrisa, ahora dirigiéndose a terminar el trabajo y colocarle un nuevo pañal al niño, quien se notaba mucho más alegre que antes—. Eres una máquina para dar ternura y asco.


After All  [MelloxNear]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora