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—Traje jugo —avisó el albino entrando a la habitación, siendo inmediatamente interceptado por Lidner, quien le quitó la bandeja con las bebidas.

—No deberías esforzarte tanto. Pudiste haberme pedido ayuda —regañó la rubia, entregándole los vasos a los otros dos hombres que se habían tomado un pequeño descanso solo para beber un poco, junto con la fémina.

—No estoy discapacitado. Lo único que no puedo hacer es levantar cosas pesadas, del resto soy casi perfectamente funcional —refunfuñó el albino, dándole una vuelta a la habitación que, cuando estuviera lista, le pertenecería a su hijo.

Se trataba de la habitación vacía junto a la suya, aunque ahora ya no estaba tan vacía. El suelo estaba cubierto de periódicos, pues habían pintado las paredes de celeste y lila, y ahora estaban armando los muebles que tendría el bebe, a excepción de la cuna, la cual dejaron ya para el final.

Near paseo la mirada por cada sitio del cuarto aún en remodelación, frunciendo los labios.

—Me gustaría poner dibujos en las paredes —dijo el menor de repente, mirando al trio detrás suyo.

—Esta bien, solo di que dibujo quieres. —Halle agitó la mano restándole importancia, dejando la bandeja con las bebidas terminadas en una de las repisas ya instaladas.

—No, no, quiero pintar yo las paredes —desvió la mirada un momento, pensando, antes de volver a mirarlos—. Aunque estaría bien pintarla entre los 4.

—Suena algo peligroso... —murmuró Gevanni tocando su barbilla.

—Es solo pintura, ¿que va a hacerme? Además, yo soy su jefe, y estoy cumpliendo años. Tienen que obedecerme —refunfuñó Near enojado. No le gustaba que lo trataran de inútil solo por su panza, la cual, ya de 7 meses, estaba bastante grande, y lucía aún más grande en el pequeño cuerpo del albino.

Lester suspiró, sabiendo que insistir más solo molestaría al chico, quien no estaba dispuesto a dar su brazo a torcer. Ya tenía 19 años, después de todo.

Hurgó en uno de los bolsillos de su pantalón, sacando un lápiz de madera que suele usar para anotar cosas rápidamente y se lo extendió al menor.

—Toma. —el albino, aunque confundido, obedeció—. Primero los dibujos iniciales, ¿ok?

Near asintió con una sonrisa, buscando en cual lado de la habitación trabajar. Al final se decidieron y cada uno se hizo cargo de una pared.

Near dibujaba más que nada juguetes, cosas sencillas de ese estilo como robots y animales de peluche, y claro, algunos cuantos dados solo porque si; sus dibujos no eran la gran cosa, pero quedaban bonitos a fin de cuentas. Mismo pasaba con Lester, quien solo pintaba una simple imagen del cielo. Quien menos tenia habilidad artística era Halle, así que lo único que hacia eran florecitas pequeñas y hojas volando para no correr riesgos. Por el contrario, a quien mejor le salían los dibujos era a Gevanni, aunque tenía que buscar referencias en Google sobre que dibujar, porque a él no se le ocurría nada; le quedaba bonita la noche estrellada, bien posicionada, pues queda contraria a la que pintaba Lester del cielo azul brillante.

Cuando llegó el momento de pintar, se cambiaron por ropas que pudieran ensuciar sin sentir dolor, buscaron todo lo necesario (antes no se habían decidido por qué color pintar la habitación, así que terminaron comprando un poco de todo y ahora tenían mucha pintura de sobra) y comenzaron a resaltar sus obras de arte.

—Aunque hagamos esto, cuando crezca de seguro se avergonzará de estas paredes. —Halle fue la que rompió el silencio primero.

—Tal vez, pero serán bonitas mientras duren. —sonrió el menor, acariciando su hinchado vientre.

—Esto es más entretenido de lo que creí que sería —comentó Lester, pintando una de las blancas nubes.

—Entonces al final sí fue una buena idea.

Near sacó su teléfono celular de su bolsillo, y discretamente, tomó una foto de la mitad de su rostro teniendo de fondo a todos los antiguos miembros de la ahora disuelta SPK (pues ahora son detectives especiales de L, por supuesto) concentrados pintando la habitación para su bebé, con ropas desgastadas e incluso con algunas manchas de pintura sobre ellos.

Atesorará esa foto por un largo tiempo.

***

—Pues, aunque no quería hacerlo, me gustó bastante. —comentó la rubia quitándose el sudor de la frente.

—Si, le da bastante encanto al cuarto. —agregó Gevanni.

—Y al final la pintura no me atacó.

Halle y Gevanni soltaron pequeñas risas disimuladas, y Lester sonrió en respuesta. Aunque habían acabado todos manchados de pintura de pies a cabeza, los dibujos en las paredes eran muy bonitos, y son bastante adecuados para la habitación de un bebe. Ya solo faltaría armar la cuna de madera, y terminar de amueblar la habitación.

El proyecto ya estaba tomando forma muy rápido, y eso a Near le alegraba mucho.

—En esa pared quedaría bien puesto el nombre del bebé. —expresó Lester, señalando la pared contraria a la puerta, sitio en donde Halle había pintado un montón de florecitas de mil colores.

—Si, definitivamente. —le secundó la rubia, feliz de que su obra no le quedase tan mal pese a no haberse esforzado tanto como los demás.

—¿Cual es el nombre del bebe? —terminó por preguntar Gevanni, con una mano en el mentón.

Los tres se miraron entre si unos segundos, y después se voltearon a mirar al albino.

—Aun no tiene nombre. Así que no me miren.

—¿No has tenido ninguna idea? —Near negó con la cabeza, mirando lo bonito que le habían quedado los robots—. Esta próximo a nacer... pero supongo que aún hay tiempo.

Near asintió, limpiándose también su frente sudorosa con su mano enguantada. Estaban a finales de agosto, ¿cuando llegaría el frío del otoño? Lo esperaba con ansias.

***


Entró a su habitación con la bata de baño alrededor de su cuerpo, después de haberle deseado las buenas noches a Lester, quien se quedaría durmiendo en el cuarto de invitados está noche.

Después de hacer de artistas, entre Halle y Gevanni cocinaron un pequeño pastel de chocolate, le cantaron un corto feliz cumpleaños al albino, y esa fue la cena que tuvieron. Tenía el estómago lleno de tanto dulce, seguramente al igual que el de su bebé.

Se secó el cabello con la toalla que descansaba sobre sus hombros, metiéndose al armario para ver que usaría para dormir ahora. Se decantó por una camisa manga corta holgada y unos shorts azules, pues aunque fuera de noche y tuviera las ventanas abiertas de par en par, no soplaba ni un aire.

«Tengo que pedirle a Lester que contrate a alguien para instalar un aire acondicionado...» divagó mientras se ponía la camisa. Se dejó caer boca arriba sobre el colchón, suspirando. Buscó en la mesita de noche a un lado de su cama uno de los tantos cuentos infantiles que tiene a su disposición. Tocó un poco sus portadas laterales, y finalmente tomó uno al azar del montón.

Eran libros para niños, claro que ya no necesitaba leerlos, pero no lo hacía para si mismo. Los leía para su bebe; quería que fuera reconociendo desde ya su voz e ir formando un vínculo más rápido, así estuviera aún en el vientre.

En medio de su lectura en voz alta, se distrajo, volteando sus ojos al pequeño muñeco que le observaba inerte desde debajo de la lámpara. Quiso ignorarlo como lo hacía siempre, pero el recuerdo de Mello era mucho más fuerte que él.

Tomó el pequeño muñeco, lo colocó en su dedo y continuó con su lectura, moviendo el títere cada tanto, como si el también estuviese leyendo.

Era una acción patética, lo sabía, pero ¿que más podía hacer? Estando Mello muerto, muy seguramente ese títere sería la única representación que su hijo tendría de su padre.

—Lamento que no puedas nacer dentro de una familia feliz... —susurró una disculpa con un tono desganado—¿Puedo conocerte pronto? —murmuró, dejando el libro de lado y acariciando su vientre—. Me pregunto... ¿cómo será tu rostro? ¿Te parecerás a Mello o a mi? ¿O a ambos? Quisiera saberlo.

En el fondo, le gustaría que luciera como Mello, pero bien sabía que se pareciera a él o no, lo amaría igual. Seguía teniendo un pedacito suyo, y un pedacito del rubio.

No podía desear nada más.

After All  [MelloxNear]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora