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—No, no, no —negó Near con suavidad, tomando uno de sus propios juguetes de la boca de Lawliet. Ni siquiera supo en que momento este lo había tomado—. Tú tienes los tuyos propios.

Lawliet se quejó, agitando los brazos de arriba a abajo disgustado, queriendo tener al robot.

«Ah, tengo que ser más cuidadoso…» pensó el albino con nervios, parándose y dejando el juguete sobre la cajonera de su hijo.

Aún en su cuna, y estando rodeado de muchos otros juguetes más acordes a su edad, Lawliet siguió quejándose, molesto de que le quitaran algo que no sabía que era pero que lucía interesante.

Ya estaban dando las 11 de la noche, y Near se encontraba en su larga e importante tarea de lograr que su hijo se duerma en su propio cuarto, en su cuna. Algo que claro, era más fácil decirlo que hacerlo.

—Por favor no te pongas caprichoso y duérmete ya —rogó el chico en voz baja, haciendo notar el cansancio en su voz. Detalles que no le importaban en lo más mínimo al pequeño.

Buscó en algún lado de la habitación, encontrándose con algo que sabía que lograría distraer a su hijo. Lawliet notó como Near salió de su vista, y aprovechó ese pequeño momento para agitarse, moviendo sus piernas de un lado al otro, balanceándose con dificultad, hasta que finalmente pudo darse la vuelta y quedar acostado sobre su estómago.

El mini albino se quedó quieto un par de segundos, antes de agitar sus brazos felizmente y soltar una serie de balbuceos pequeñitos en festejo.

Near había observado todo, sonriendo al ver a su bebé tan feliz por haber hecho algo nuevo.

En silencio, Near colocó un pequeño peluche junto al bebé, sin que esté notara que él lo había puesto ahí. Lawliet levantó la cabeza, topándose con un pelaje blanco que le era familiar. Extendió sus bracitos, ahora concentrado en el nuevo juguete que le fue tendido en frente.

«Aunque sea es fácil desviar tu atención.» pensó el padre joven, agitando la mullida oveja en frente del pequeño.

Era la misma que le había regalado ese niño cuando fue a la juguetería hace meses, mientras aún esperaba a Lawliet. Pues resulta que ese peluche en particular había logrado convertirse con rapidez en el favorito de su hijo. No sabía porque, pero agradecía a todos los dioses por ese pequeño que le había salvado el pellejo aquella ocasión.

—¿Sabes? También tienes otros peluches, ¿por qué no juegas con ellos? —preguntó el albino al aire, observando como su pequeño comenzaba a morder una de las orejas de la oveja mientras lo miraba con sus grandes ojos azules.

Recorrió con sus ojos la cuna, notando la cantidad de animales de felpa a su alrededor. Tendría que quitarlos una vez se durmiera, no quisiera que se ahogara con ellos mientras duerme.

—Tienes aquí un pulpo —sacudió un pequeño peluche con la forma de dicho animal sobre la cabeza del bebé.

Éste solo lo miro unos segundos, pero lo terminó ignorando y volvió sus ojos azules a la figura de su padre, mientras aún mordisqueaba el peluche de oveja.

—No te interesa, está bien. —dejó caer el pequeño pulpo por algún lugar, volviendo a tantear los alrededores de la cuna;  con la vista puesta sobre Lawliet, quien comenzó a golpear el peluche con sus diminutas manos.

Near fue probando con varios peluches de diversos tamaños y animales, siendo todos ignorados por Lawliet, quien solo los miraba, más nunca hacia ademán de querer tomarlos.

—A este yo lo llamo: “Le gané a Gevanni 2.0” —dijo ahora mostrándole un amigurumi de una orca de casi el mismo tamaño que su bebé, obteniendo el mismo desinterés de siempre.

Aún sin rendirse, Near siguió buscando entre el desastre felpudo que tenía en el suelo, tratando de encontrar algo que lograse la misma reacción en su hijo que el peluche de oveja.

Entre diferentes tipos de tela, había encontrado algo… especial. ¿Desde cuándo había estado allí ese muñeco de fieltro? Había olvidado por completo cuándo lo había hecho. Ni siquiera recordaba en que había estado pensando mientras lo cosía.

—¿Qué tal este? —volvió a preguntar Near—. Este es… este es tu papá —murmuró, mostrándole al pequeño un peluche de fieltro, hecho a la imagen de uno de los tantos que había sacrificado su vida con tal de atrapar a Kira.

Lawliet había notado un cambio en la aptitud calmada pero alegre de su padre, provocando que él peluche que este sostenía le causara más curiosidad. Tiro el peluche de oveja, y extendió sus manos al pequeño pedazo de fieltro cosido a mano que se asemejaba a Mello.

—¿Este si te gusta? —Near sonrió victorioso, bajando al peluche hasta las pequeñas manitas del bebé, quien ni siquiera lo pensó antes de apretujar el peluche con fuerza, sonriendo tiernamente.

«Ya van a ser las 12 y media…» pensó Near, mirando el reloj digital del monitor para bebés que tenía a un lado de la cuna.

—Ya te tienes que dormir. —tomó al enérgico pequeño entre brazos, intentando primero mecerlo de un lado al otro para ver si así conciliaba el sueño, sin éxito.

Ya bastante agotado, Near tomó asiento en la mecedora blanca que descansaba junto a la cuna, meciéndose lentamente con Lawliet apoyado en su pecho, aún abrazando el peluche de Mello.

—Esto me recuerda… que yo a veces solía mecerme aquí mientras te esperaba —murmuró con pereza, aunque eso no evitó que sonriera suavemente.

Sin saber realmente porque, quizá causa del cansancio, Near empezó a tararear una melodía. Lawliet, envuelto en la paz que le trasmitía estar en los brazos de su padre, y en la canción que este le dedicaba, comenzó a dormitar un poco, dando un pequeño bostezo.

Intento mantenerse aferrado a su peluche de fieltro, y seguir consiente un poco más, pero había sido un muy largo día y su pequeño cuerpecito no podía permanecer más tiempo sin un descanso adecuado.

Pasados unos minutos de que Near terminase de tararear la melodía de Piratas del Caribe, se había dado cuenta de que Lawliet se había quedado profundamente dormido cuando dejó caer el peluche de Mello en su regazo.

Bostezando, sonrió y se levantó con el mayor cuidado posible, procurando que todo su esfuerzo no fuese en vano. Dejo a Law sobre sus bonitas sábanas con diseños de helados, removiendo además la cantidad absurda de juguetes que había usado para que se durmiera. Aunque, al último, colocó al lado suyo al pequeño muñeco de fieltro.

Near se le quedó mirando un rato, apoyando ambos brazos sobre la cuna de madera para verlo mejor. Se miraba tan pacífico; moviendo sus bracitos cada tanto entre sueños, y con sus rosáceas mejillas regordetas moviéndose al balbucear. Ya tenía unas cuantas semanas de nacido, pero seguía estando tan pequeño como un frijolito.

—¿Por qué me vi Piratas del Caribe? Bueno, al menos me sirvió para que te durmieras aquí —dijo entre murmullos.

Normalmente no tenía problemas en llevarse a Law a su cuarto para que no se le dificultara tanto la rutina nocturna, pero en verdad deseaba que su bebé aprendiera a dormir el solo, en su propia camita.

Miró el pequeño cuerpecito de Law respirar apaciblemente, y el sueño que había estado tratando de evitar, le llegó todo de golpe. Apoyando su mentón sobre una de las paredes de la cuna, finalmente se dejó vencer por el cansancio, quedándose dormido de rodillas al piso, junto a su hijo.

Como si aún dormido, estuviera cuidando de él. Aunque solo era un padre agotado.

After All  [MelloxNear]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora