23

168 21 0
                                    

—Las cafeterías son muy acogedoras en esta época del año. —comentó Lester mientras daba un sorbo a su amargo café expreso, con su vista perdida a las afueras del cristal que separaba el cálido interior del establecimiento del helado exterior de las calles de Nueva York. La cafetería estaba en un segundo piso y el cristal llegaba el suelo, así que no había el inconveniente de que algún transeúnte se cruzara en medio del paisaje.

—Deja de sujetar mi cabello —regañó suavemente Near a su bebé, quien seguía insistiendo en jugar con su pelo cada que este se acercaba, siendo sus manitas impedidas por las manos del albino mayor—. Solo yo puedo hacerlo.

—Sera que como te ve tocarlo constantemente, piensa que también es un juguete. —sonrió Gevanni, mientras Lester acariciaba con sus nudillos una de las regordetas mejillas del bebé, quien estaba sentando en una de las sillitas que ofrecía el local.

—Lawliet, tú ya tienes tus propios juguetes. Juega con ellos —entre los ojos grises y azules, un peluche de oveja se metió entre ambos, llamando poderosamente la atención de los pequeños ojos azules, quien extendió sus manos para tomarlo y empezar a mordisquearlo con sus encías—. Bien.

—¿No crees que tratas demasiado a Law como si te entendiera? —cuestiono Stephen, curioseando un poco en ese hábito de hablarle a su bebé como si tuviera la edad suficiente para comprender sus palabras, cuando Lawliet ni siquiera sabía sentarse.

—Y no hablará si no escucha gente hablando, ¿verdad, Law? —Near sonrió a su bebé, quien solo siguió mordisqueando la felpa del peluche de oveja—. Ya algún día lo hará.

—Lawliet también parece feliz de escuchar la voz de Near —hablo Lester con su voz grave, volviendo su vista a la mesa; recordaba varias ocasiones en las cuales Law no paraba de llorar hasta que escuchaba la voz de su padre cerca suyo. Algo estaba haciendo bien, era claro.

—Bueno, si es lo que mejor ayuda a Lawliet, yo feliz —sonrió el ojizarco, meciendo el contenido oscuro de su taza, el cual en realidad estaba bastante dulce y era un gusto para el paladar.

—Debería haber probado el café antes —pensó Near en voz alta, meciendo el líquido dentro de su taza, el cual no era solo café, pues también tenia leche, caramelo, mucha azúcar y un malvavisco, tal cual lo tomaría un niño—. Podría acostumbrarme a beber esto diario. —Near rio ante sus propios pensamientos—. Seguro L estaría orgulloso de mí.

—Y luego te vuelves adicto y si no lo tomas te enfermas de mil maneras. Y te es imposible despertarte antes de tomarte una taza en la mañana. —por supuesto, Gevanni se describía a si mismo, no iba a mentir.

—Creo que me basta con mis juguetes —pensó Near en voz alta, dándole otro sorbo a su taza de café.

Lawliet comenzó a golpear la mesa con el peluche de oveja, haciendo más ruido del que pudiera ser ignorado.

—Law, cálmate —Near sujetó el peluche desde el otro extremo para que dejara de estampar al pobre contra la sillita. El mini albino balbuceo algo, antes de soltar el peluche de oveja y voltearse a mirar a Lester, extendiendo sus manos hacia él.

Nate suspiró, mirando a su pequeño con reproche.

—No puedes exigir siempre que te carguen.

—Sabes que no me molesta… —murmuró Lester, mirando al pequeño aún insistiendo en ir con él.

—Ahora no te molesta, pero cuando nació ni siquiera se le acercaba —refunfuñó el albino, sacando al pequeño de su sillita para así pasárselo con cuidado al rubio, quien dejó de lado el café para acunar al pequeño frijolito vestido de negro en sus grandes y fornidos brazos.

—El comandante en verdad es bueno con los niños. —comentó el ojizarco, mirando con ternura al mayor.

—No tanto como me gustaría —corrigió, pensando en cuando fue la última vez que visitó a sus hijos biológicos.

Near observó al par en silencio, sorbiendo de su taza de café con leche lentamente, eso con una mano, mientras que con la otra enrollaba un mechón de cabello en su dedo. Si no fuera porque sabía que el bebé que cargaban era suyo, el hubiera pensado que se trataban de un matrimonio que estaba cuidando de su pequeño hijo, pues como el gorrito de vaquita de Law cubría los pocos mechones blancos que tenía en su cabeza, si que podría hacerse pasar por el hijo de ambos con facilidad.

«Podrían ser una buena pareja.» pensó el albino distraído, habiéndose terminado su taza de café con leche lo que creyó que fue bastante rápido; aunque había estado bastante rato perdido en sus pensamientos sin saberlo.

«Me gustaría que Gevanni mirara a Lester como suele mirarme a mi. O como yo miraba a Mello, o como suele mirarlo Lester.» pensó vagamente el albino, apoyando su cabeza en su mano. Oigan, ¿Cuándo empezó a entender tan bien a las personas? Había cambiado.

Distraído, volteó su vista a la ventana del local, sonriendo ligeramente.

—Ah… esta nevando. —señaló el albino, para sorpresa del par, quienes también voltearon a mirar a la ventana, notando como lo que decía era verdad: la nieve estaba empezando a cubrir las calles.

—Es la primera nevada del año. —murmuró Lester. Mecía ligeramente al pequeño albino, antes de dirigirle una mirada discreta al ojizarco a su lado, quien parecía maravillado con el tema de la nevada.

Los tres hombres se quedaron mirando a través de la ventana como los copos de nieve caían, manchando todo de blanco a su paso, haciendo ver finalmente la llegada del invierno a esta movida ciudad.

After All  [MelloxNear]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora