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Suspiró con cansancio; volvió a leer por milésima vez la etiqueta del embace de pintura que decía que no era toxica, y daba igual que ya tuviera los brazos pintados para comprobarlo por si mismo, los nervios no lo abandonaban.

Intentó calmarse, y después de 20 minutos de dudas, tomó la pintura con sus dedos, al mismo tiempo que sujetó uno de los diminutos tobillos de su pequeño, embadurnando la planta de sus pies con blanco, el cual apenas resaltaba estando encima de su clara piel. Mientras aún seguía fresca, tomó un rectángulo de cartulina negra de la mesa y ahí empezó a estampar las huellas blancas de sus piecitos.

Se lavó las manos con prisas en el fregadero de la cocina detrás suyo, antes de tomar unas cuantas toallitas húmedas y con ellas limpiar la pintura de los pies de su bebé con suavidad.

Lawliet solo se removía, empujando sus piecitos con algo de incomodidad por la sensación de la pintura entre sus dedos, pero agitó sus brazos cuando Near empezó a limpiar sus pies, como si le hiciera cosquillas.

—Espero que no seas alérgico… —pensó en voz alta, agachándose a la altura del portabebés sobre la mesa para dejar un ruidoso beso sobre la pancita descubierta del recién nacido; esto último con el propósito de que su cordón umbilical siguiera secando.

Law se quedó quieto, mirando como su papá recortaba la cartulina donde estaban impresas sus huellitas.

«Ahora solo queda esperar a que seque la pintura…»

Gevanni entro a la cocina, encontrándose con un ojigris muy pensativo en una de las sillas del comedor, teniendo en frente a Lawliet, quien solo se distraía con su chupón.

—No deberías hacer tanto esfuerzo mientras tú estómago de post-parto sigue sanando. —regañó, detallando el abdomen del albino, el cuál seguía algo hinchado aún cuando ya habrían pasado unas semanas desde que Near dio a luz. A su cuerpo aún le tomaba trabajo el darse cuenta de que ya no cargaba con un bebé dentro suyo, y el estómago que se parecía a cuando tenía unos 4 meses de embarazo lo hacía notar. Cada vez lucia más pequeño, pero para que desapareciera, si es que lo hacía, aún faltaba bastante.

—Ya casi estoy bien, esta mañana fui capaz de agacharme casi sin problemas. —hizo una mueca que asemejaba una sonrisa.

—¿Que estás haciendo? —Gevanni decidió sentarse a la mesa, mirando al menor en frente suyo y a los materiales que había dispersos sobre la superficie de madera. Near solo miraba a su bebé, al mismo tiempo que jugaba con los dedos de sus piececitos.

—Faltan unas semanas para Halloween, y Lawliet aún no puede recordarlo, así que quería hacer unas pequeñas impresiones de sus pies y tener un recuerdo de su primer noche de brujas, o en algo así estaba pensando —explico brevemente mientras mostraba las huellas hechas con pintura.

—Pareces bastante feliz con estas cosas. —sus ojos azules se dirigieron al pequeño bebé, quien estaba ocupado mordiendo sus manitas con sus encías hasta que Near le alcanzó el chupón que descansaba a modo de collar en su cuello, puesto que se le había caído.

—Obvio que si, Lawliet es tan lindo. —Near cerró los ojos felizmente, apoyando su barbilla en su mano.

Claro que adaptarse a su presencia fue, y es, extraño en cada momento que pasa. Ha estado durmiendo poco, sus órganos se siguen reacomodando, y no para de descubrir cosas nuevas de los bebés cada día que pasan juntos. Pero al mismo tiempo, a pesar de todos esos momentos y ese estrés, es capaz de sentirse feliz, por alguna razón. Le parece increíble cómo puede amar tanto a una cosita que parece no hacer más que agotarlo día con día.

—Near —el nombrado levantó su vista hacia él ojizarco, dándole su atención—. Has pensado en… no se cómo decirlo suavemente… ¿Tener citas?

—No es de caballeros preguntar esas cosas, Gevanni. —el albino junto sus cejas en confusión, ahora con toda su atención puesta sobre el mayor—. ¿A que se debe esta pregunta?

—Nada, no es nada. Solo una curiosidad tonta, tu solo olvídalo. —en un intento por desviar la curiosidad del albino, quien no paraba de mirarlo, se levantó de la mesa y le preguntó si quería una taza de café. Near solo negó con la cabeza.

—Me gusta más el chocolate caliente. —Gevanni se detuvo un momento en su sitio, y Near alcanzó a notar como apretaba uno de sus puños antes de calmarse y dirigirse a la alacena, en donde estaban los ingredientes.

Near, aún a sabiendas de lo que esa aptitud suponía, decidió quedarse callado y acariciar la barriguita de Lawliet. Gevanni solo decidió perderse en sus pensamientos mientras preparaba las bebidas calientes.

***

—Es escalofriante verte tan feliz. —comentó Lidner desde el otro lado de la pantalla de la computadora. Ya eran las 10 de la noche, y Near parecía muy animado por algo que la rubia no podía intuir—. ¿Y que es tan interesante como para que hayas querido llamarme?

Near soltó un sonido similar a una risilla; extendió su mano fuera del rango de la cámara de la portátil, sacando pedazos de cartulina negra recortados alrededor de huellas blancas de bebé, cuyo único detalle además de eso, eran tres círculos en la parte inferior de cada uno que asemejaban caras asustadas.

—Hice fantasmitas con las huellas de los pies de Law —señalo el albino con los ojos brillantes, mostrándole su más reciente y adorable creación.

—Estas más animado con esto de lo que se podría esperar. —sonrió la rubia nerviosamente.

—Por que son bonitos. —se quejó, llevándose un dulce a su boca. No solía hacer nada las noches de Halloween, pero esta vez tuvo ganas de quedarse a preparar galletas con forma de arañas mientras veía películas de terror infantiles y cuidaba de Lawliet, quien para sorpresa de nadie, seguía despierto y atento a sus alrededores en su portabebés.

—Me alegra verte tan animado, ¿Cómo va tu vientre? —curioseo la fémina.

—Ha desaparecido casi por completo —tocó su estómago, notando que estaba casi tan plano como antes—. Aunque es probable que ya se haya ido y lo único que quede es grasa.

—¿Eso te molesta?

—Un poco, no me gusta ser pesado. —saco la lengua, llevándose una galleta de las que había preparado a la boca—. Aunque esto de comer diario es muy bueno.

Lidner se río con ganas; se quedaron conversando un rato más sobre tonterías varias, hasta que Near pensó que era hora de despedirse. Cerro la portátil, y su vista grisácea se posó en los objetos varios que había detrás de esta.

Near suspiró, nunca en su vida se hubiera llegado a imaginar que algún día sería el tipo de padre que se la pasa guardando cosas de sus hijos. Pero las huellas de los pies en cartulina, las que había hecho de sus manos sobre masa de sal días después, y junto con “sus primeras obras de arte” (que no eran más que las huellas de las manos de Lawliet golpeando una hoja blanca con pintura de colores varias veces) le hacían ver la dura realidad. Además de claro, aún conservar su cordón umbilical seco en una bolsa ziploc junto a una foto de Lawliet y él el día que Lawliet nació.

—Debería dejar de hacer tantos “recuerditos” —pensó en voz alta con la boca llena de galletas, volteándose a mirar a Lawliet, quien solo se tocaba el rostro con sus manos enguantadas—. Por otro lado, Law no será un bebé por siempre, sería un crimen no hacerlo.

Y con eso dejo cerrado el asunto.

After All  [MelloxNear]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora