06

355 45 0
                                    

Near ya no puede sentarse como le gusta.

Teniendo ya 5 meses de embarazo, su vientre ha crecido lo suficiente como para ser una molestia, y ya no podía sentarse como antes acostumbraba a hacerlo, pues terminaba aplastando su estómago.

Así que ahora se encontraba acostado boca arriba en el suelo del cuartel, sin saber que hacer exactamente. Solo respiraba.

Por esta ocasión, quien le acompañaba era la única mujer en su equipo. Gevanni había salido a hacer una misión de un caso en el que trabajaban actualmente, y Lester había salido a comprarle comida china, y también chocolate derretido.

Near dejo escapar un suspiro cansado, el cual llamó la atención de la rubia, pues había permanecido callado tanto tiempo que hasta había olvidado que estaba ahí.

—Tiene una mancha en su camisa —avisó Lidner de repente, señalando un sitio sobre el pecho del albino.

Cuando Near se sentó para inspeccionarse mejor, pues no comprendía como pudo haberse manchado si llevaba una hora ahí acostado sin hacer nada. Junto con la rubia, se dio cuenta de que no era una sola mancha, eran dos, y estaban una a cada lado de su pecho, justo encima de en donde deberían estar situados sus pezones. Fijándose mejor gracias a la curiosidad, también se dieron cuenta de otro detalle importante que hasta el momento había pasado desapercibido.

Las manchas seguían creciendo.

—¿Que es esto? —Near miró su pecho extrañado, pues no comprendía a que se debía todo eso, pero Lidner no tardó mucho en dar con la respuesta.

—Near, n-no será qu-que... —la rubia llamo su atención con su tono nervioso, señalando su pecho—. ¿Estas lactando?

El joven se le quedó mirando un largo minuto, quieto como estatua, procesando su pregunta.

—¿Eh?

***

—Es perfectamente normal, con las hormonas que trae el embarazo cualquier cuerpo masculino con pezones sería capaz de lactar —explicó la obstetra entre risas, calmando tanto al embarazado como a la fémina que le acompañaba—. Todos los hombres nacen con glándulas mamarias funcionales, así que no se asusten.

—Me asustó porque no sabía ni siquiera si una mujer embarazada era capaz de lactar tanto así —explicó Halle con nervios—. Lamentamos haberla molestado con algo tan simple.

—No hay problema, de hecho esta bien que hayan venido. —la mujer se dirigió al menor, quien hasta el momento se había mantenido distante—. Esa es la aptitud; como eres primerizo en el embarazo lo mejor es que vengas por cualquier duda.

—Si... —respondió el chico en voz baja, con timidez. Estaba avergonzado, sus mejillas rosadas lo demostraban, pues sus pezones seguían goteando leche cada pocos minutos.

Aún con sus mofletes tintados de rosa, Near salió del consultorio acompañado de Halle, quien se notaba mucho más calmada.

Al llegar al auto, Halle le abrió la puerta del copiloto a Near, pero este se quedó quieto en su sitio. Incluso se cruzó de brazos.

—¿Near?

—Yo podía abrir la puerta solo —refunfuñó, entrando al auto finalmente, y cerrando la puerta con fuerza.

Lidner suspiró, negó con la cabeza y solo hizo de conductora. Ya se le pasaría el mal humor.

***

Se había equivocado, a Near no se le pasó el malhumor; ni ese día, ni por lo que quedó de la semana.

El recibía todo lo que le daban y hacían por él, pero por alguna razón siempre se terminaba quejando o siendo muy grosero. Al inicio lo dejaron pasar, pero a estas alturas ya era insoportable.

Gevanni había conducido 2 horas por toda la ciudad para encontrar un maldito lugar abierto que vendiera duraznos en almíbar, no creyendo que volvería a esas carreras de nuevo, para que al final Near solo le dijera un "¿Esto es lo mejor que pudiste conseguir? Que decepcionante." Y dejara la lata en la cocina.

Gevanni se quedó paralizado un momento en su sitio, observando como el albino subía las escaleras quejándose de un montón de cosas inentendibles en voz baja. Reaccionando, el ojizarco finalmente se movió, deteniendo a Near a mitad de las escaleras con el susto que le dio el fuerte pisotón que le pegó al suelo; incluso juraría que había hecho temblar una buena parte del piso bajó sus pies.

—¿Y ahora que quieres? No es mi culpa que no sepas seguir las más sencillas órdenes. —fue la fastidiada y prepotente respuesta de Near, la cual solo hizo rabiar más al ojizarco internamente, quien aún así lograba mantener lo mejor posible una actitud calma frente a quien era su jefe.

—¿Que conmigo? —su voz sonaba comprimida, aguantándose las ganas de alzar la voz. Gritarle a una persona embarazada no es bueno bajo ninguna circunstancia— Mejor pregunta: ¿Que ocurre contigo? ¿Por qué de repente parece que nos odias a todos?

—Yo no los odio, solo... ustedes son muy fastidiosos —miró a otro lado, mordiendo su labio inferior.

—¿En qué hemos sido muy fastidiosos? Dime y veré qué podemos hacer para solucionarlo. —Gevanni suspiró, calmándose para intentar apaciguar esa aptitud tan nefasta del chico. Near por otro lado se quedó en silencio, aún sin dirigirle la mirada.

—Es difícil de decir... no sabría cómo explicarlo... —había empezado a enrollar un mechón de cabello en su dedo mientras bajaba las escaleras para conversar mejor, aunque estuviera nervioso por la mirada acusadora del mayor. La verdad no había nada en contra de sus compañeros, el único problema era... él mismo.

—Near —cortó su balbuceo de una—. Ya basta de tantos acertijos, ¿que rayos te pasa? —su voz era firme, pero no de mala manera. Se notaba una preocupación inmensa en su tono.

—Yo... —sus ojos se aguaron de golpe, asustando al ojizarco, pensando que se trataría de algo muy serio. Antes de que se le ocurriese cualquier teoría, Near prosiguió con:— nunca antes había sentido mis pijamas tan incómodas.

Oh.

¿Por eso los había estado tratando mal toda la semana? ¿Se sentía incómodo con lo que vestía? Tiene sentido, su vientre había crecido mucho, y las pijamas que suele usar son de tela dura, así que tienen un tope.

Ya...

—¿Que clase de razón es esa?

—Por eso no les quería decir, sabía que ustedes no le tomarían importancia. —volvió a lloriquear como alma lastimera, suavizando el corazón del ojizarco.

—Ya, ya, es que tú también le estás dando demasiada importancia —Stephen se le acercó, colocando una mano sobre su cabeza como apoyo moral. Era como tocar una oveja—. Mañana mismo vamos a comprar ropa holgada que se estire o ropa de embarazadas para ti, así ya no te sentirás incómodo, ¿ok?

Near limpiaba su rostro lloroso con sus manos, aunque hiciera de sus mejillas un desastre húmedo, logrando calmarse un poco e intentando regular su respiración.

—Ok...—Near cerró sus parpados ante los mimos del mayor, sorbiendo sus mocos—... Aun quiero esos duraznos en almíbar.

Bien. Crisis solucionada, y no había desperdiciado dos horas de viaje por nada. Había sido una buena noche.

After All  [MelloxNear]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora