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El embarazo de Near había representado una gran serie de cambios para el equipo de investigación del cual estaba a cargo, pero al final todos habían logrado adaptarse bien a esos cambios, he incluso había alguna que otra cosa que disfrutaban de ello.

Entre esas cosas, definitivamente se encontrarían las veces que el bebé había empezado a patear. Momentos que fueron aún más memorables gracias a lo adorable que podría llegar a ser el albino cuando se trataba de su hijo.

***

—Lidner… —llamó Near suavemente.

Esta apartó la mirada de sus papeles, observando al menor con la pregunta “¿Qué ocurre?” grabada en el rostro.

Near no dijo nada, tan solo tomó la mano de la fémina, levantó un poco su camiseta y colocó su palma sobre su vientre. Lidner se notaba confundida, cuando empezó a sentir movimiento bajo la blancuzca piel.

—¿Está… pateando? —se notaba asombrada, a la par de enternecida.

Eran pequeñas pataditas difíciles de sentir, pero ahí estaban, y cuando la rubia habló parecieron intensificarse. Reconocía su voz.

—Le agradas —soltó Near con esa neutralidad que tanto lo caracteriza. La rubia le miró de reojo, notando aun así un brillo muy especial, además de diferente, en los ojos grises y normalmente dilatados del menor, quien solo los concentraba en su vientre.

—Por supuesto que le agrado. ¿Qué tal pequeño bebé? Aquí esta tu tía Halle —hablaba con la típica voz melosa que algunos ponen cuando tratan con niños, recibiendo aún más patadas en respuesta.

Por otro lado, Near solo pudo pensar en el que Halle se haya autodenominado la "tía" de su hijo.

***

—¡Ouch! —Near dejó caer su robot de juguete, dirigiendo su mano a su hinchada panza.

—¿Ocurre algo? —preguntó Lester preocupado, bajando la velocidad del auto.

—Nada, nada, solo una patada demasiado fuerte —sonrió Near, volviendo a hacer una cara de dolor—. Bueno, varias.

—Tienes que dejar de comer tanto picante —regañó con un cierto tono divertido el mayor.

—Es al bebé al que le gusta el picante, no a mí —refunfuñó, aún con su cara de dolor. En ocasiones, las patadas eran algo fastidiosas, lo admitía.

Sin despegar sus ojos de la carretera, Lester dejó descansar su mano sobre el vientre del albino, acariciando su piel con suavidad sobre la sudadera que traía puesta.

—Ya, deja descansar a tu padre un poco, el necesita fuerzas para cuidar de ti una vez nazcas. —casi al instante de decir eso con el tono más paterno que alguna vez alguno de ellos había escuchado salir de su boca, las patadas se detuvieron.

Y los ojos de Near se iluminaron mientras su mandíbula caía al piso.

***

Brownies de chocolate con piña, pastel de naranja con menta, leche con jugo de limón y naranja, manzanas cubiertas de salsa picante, ¿en verdad no podía tener antojos más normales? De hecho, ese no era el problema, ¿Podría no tenerlos a las 12 de la noche todos de golpe? Si, eso sería bueno.

Aún así, él estaba ahí, dispuesto a servir cualquier antojo caprichoso del niño en cuerpo de adulto.

Estaba cansado, había conducido 2 horas en la madrugada buscando tiendas aún abiertas con tal de conseguir todo lo que quería el chico, y añadiendo cosas que fue queriendo en el proceso, llamándole cada 15 minutos para avisar de un nuevo antojo o cambio de antojo.

Eso para después llegar y cocinar todo lo que quería en tiempo récord. La comida lucía deliciosa, ya si sabía así solo Near sabría, porque él se negaba a probarla.

Se quedó sentado en un banquillo con los brazos apoyados en el mesón que separaba la cocina de concepto abierto de la sala. Eran las 2, casi tres de la mañana, y estaba muy agotado; el ligero balanceo de su cabeza cada tanto lo delataba, igual que sus párpados luchando por permanecer abiertos.

Tenía que esperar a que Near terminara de comer, pero el cansancio por la noche tan agitada que tuvo le estaba derrotando.

Antes de darse cuenta, su rostro se estampó contra el cuarzo frío, quedando dormido al instante. Nunca antes había sentido ese lugar tan cómodo como esa noche.

Un tiempo indefinido después, Gevanni se despertó repentinamente, sintiendo como un dedo era quitado de su mejilla al levantar su rostro del mesón de golpe. Ahí al lado suyo estaba el albino, mirándolo con sus grandes ojos grises siempre dilatados.

—Lo siento, me dormí. —se disculpó rápidamente, cubriendo su boca por un bostezo.

Near lo ignoro, levantando su camisa de pijama hasta debajo de su pecho y revelando solo su muy hinchado estómago. Gevanni no supo que decir, cuando notó… un pequeño movimiento dentro de este.

El vientre de Near se movía.

—¿E-eso es…?

—Es mi bebé, moviéndose.

El tono casi dulce que había utilizado el menor para decir esa frase obligó al mayor a levantar la vista, fijándose en el rostro de este. Tenía una pequeña sonrisa instalada en sus labios, a la par de una mirada brillante y encantadora dirigida a nada más que su vientre moviéndose.

—Es… bastante inquieto. —Gevanni sonrió; quizá en el fondo le parecía algo desagradable de ver por como se movía su panza. Perturbador, pero tierno. El más puro milagro de la vida gestándose.

—Es igual de inquieto que su padre —soltó como si nada. El ojizarco se sorprendió, pero decidió ocultarlo; era la primera vez que Near hacia mención del padre de su bebé. Claro que todos estaban enterados de quién era, pero seguían sin poder hablar de ello abiertamente.

El pelinegro le miró el rostro un momento, para después bajar sus ojos a su vientre, dejando descansar su mano sobre este aún sintiendo como se movía.

—¿No es doloroso?

—A veces.

Ambos se quedaron en silencio a partir de ahí, Nate solo contento de poder compartir ese momento de felicidad con alguien, y Gevanni sintiéndose algo avergonzado por todo el asunto, dirigiendo unas cuantas miradas furtivas al menor cada tanto para contemplar su bonita sonrisa. Había sido un bonito obsequio de cumpleaños, a fin de cuentas.

Eso hasta que la marca perfecta de un pie sobresalió de su panza por un segundo. El segundo que duró, la forma del piecito humano a través de la pálida piel se apreció con una claridad tal, que fue sencillamente aterrador; provocó que el mayor se terminara alejando causa del susto, aunque tuvo que volver cuando Near se quejó profusamente por la patada tan fuerte.

El embarazo es lindo, aterrador y asqueroso a partes iguales.

After All  [MelloxNear]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora