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Era una mañana bastante relajada. Las hojas otoñales bañaban el jardín y los alrededores de una gran gama de cálidos colores amarillentos, naranjos e incluso rojizos, contrastando con el frío que lentamente invadía el ambiente en ráfagas de aire que tumbaban y arrastraban las hojas lejos de sus ramas de origen. Near había despertado a las 9 de la mañana, hecho un desastre como de costumbre, por el llanto de Lawiet, quien avisaba de que tenía hambre. Hace unos 3 días que ya habían salido del hospital, y a pesar de las secuelas del embarazo, el joven padre hacia todo lo que podía para estar al pendiente de su hijo.

—Basta con dos milímetros de agua para bañar a un recién nacido, el agua tiene que estar templada. —explicaba Lester con calma y paciencia, mirando como Near seguía paso a paso sus instrucciones. Era bueno tener cerca a alguien con mínimo algo de experiencia con bebés—. Aún es muy joven para sentarse, así que tienes que estarlo sujetando todo el tiempo.

—Seria más fácil si no tuviera aún mi estómago de post-parto. —se quejó el albino mientras se cercioraba que la temperatura del agua era la adecuada. ¿Cuanto tenía que pasar para que su estómago disminuyera? Sentía una horrible envidia con las madres  que recuperaban su figura apenas daban a luz, porque él tenía que seguir viviendo como si aún estuviera embarazado mientras cuidaba a su bebé. Una vez el agua en la pequeña tina de plástico estuvo lista, se giró hacia el rubio con canas y le pidió a su hijo, quien descansaba en sus grandes brazos.

—Sería más fácil si aceptases más ayuda. —Nate se quedó callado, fingiendo concentrarse de más en sacarle todas las prendas al pequeño, que solo consistía en un body de rayas celestes y blancas, junto a un babero y, claro, el pañal que tiró a la basura.

—Su cordón umbilical luce bien. —murmuró, dejando con cuidado su cuerpecito sobre el soporte con el que contaba la bañera para que no se mojara mucho.

Tomó una esponja amarilla en forma de auto, escogida por él mismo, por supuesto, y la remojó en el agua antes de pasarla por el pecho de su pequeño hijo, cuidando de no humedecer su cordón umbilical. Lawliet agitó sus brazos, percibiendo extraña la sensación de la esponja contra su piel.

—¿Lo hago bien? —preguntó el albino, volviendo su vista al rubio, quien le levantó ambos pulgares.

—Puedes intentar poner música suave, así sería más relajante tanto para ti como para Lawliet.

—Hn, lo intentaré. —paso la esponja por los brazos y piernas del bebé, haciéndole pequeñas cosquillas.

«Todo en él es demasiado pequeño...» pensó el albino con las mejillas rosas, picando su pancita. Era como un pequeño oso de peluche blanco con algunas manchas rosas salpicadas por sus mejillas y manos. Ah, ¿Cuándo le habían empezado a parecer lindos los bebés? Bueno, si lo pensaba, seguía pensando que los bebés ajenos eran feos, pero Lawliet era la excepción, él si es un bebé lindo.

—Puedo preguntar, ¿Cuál es la necesidad de que no te ayudemos? —se atrevió a sacar esa duda de su mente, porque desde que habían salido del hospital, Near no paraba de pedir a su equipo que le dejaran hacer ciertas actividades solo, especialmente cuando se trataba de alimentarlo o dormirlo. Actualmente, Lester era el único en casa, pues el albino había insistido en que quería darle una ducha tranquila a Lawliet sin tanta gente cerca; solo necesitaba a Lester para que lo ayudara. El interrogado frunció los labios, y sin despegar la vista de su hijo, dijo, enfurruñado.

—Solamente quiero estar a solas con mi bebé un rato —al rubio le pareció especialmente tierno el puchero del albino, pero también pudo comprender bastante el sentimiento de este.

—Se nota que eres un padre celoso, pero eso está bien. Es bueno que lo seas. —Lester, sin quererlo, se recordó a si mismo, siendo que cuando regresó de Irak y finalmente pudo conocer a su primer hijo, incluso cosas pequeñas como que otros cargaran a su primogénito le molestaban demasiado, y fue algo que su ahora exesposa le hizo notar de inmediato; si no lo hubiera hecho, él nunca se habría dado cuenta.

—¿De verdad lo es? ¿No estoy siendo muy egoísta con esto? —el mayor negó con la cabeza, incluso dándose la libertad de sonreír con cierta ternura.

—No, para nada. Es normal querer un tiempo a solas con nuestros hijos —le consoló, apoyándose en el lavabo del baño—. Solo también tennos un poco de paciencia, estuvimos los últimos meses juntos casi todo el tiempo, cuidándote. Es difícil aceptar la idea de dejarte solo después de eso.

—Es como un… síndrome del nido vacío, ¿No? —ocultó su pequeña sonrisa de la mirada del mayor, pero notó como su hijo posó sus ojos azules en él un largo rato antes de distraerse con cualquier cosa.

—Si, algo así.

Near acarició la cabeza de su bebé, alborotando esos escasos cabellos casi traslucidos de color blanco. Lawliet solo movía sus manos, como si cada vez que las viera estuviera descubriendo que las tenía, y considerando su edad, fácilmente así era. Los brazos son mecanismos demasiado complejos para un ser que a veces olvida como comer.

Cuando el ojigris noto que el mini albino ya estaba limpio, lo sacó de la bañera y lo envolvió con una toalla con diseño de robots; y se dirigió a su habitación a ponerle un conjunto, con el mayor siguiéndole a pocos pasos de distancia.

—Quizás deberías escoger un conjunto antes de bañarlo y dejarlo en el baño para vestirlo de una vez allí.

—¿Por que? ¿Se va a enfermar en el camino del pasillo al cuarto? —río, entrando a su habitación y dejando el pequeño bulto sobre su cama, poniendo un par de almohadas a sus lados para que no se moviera, cosa que para él pequeño era muy difícil, pero no imposible.

Lester solo se quedó callado para evitar una discusión, pues se dio cuenta de que había sonado como ese típico padre con más experiencia que siempre se la pasa dando consejos de crianza, aun cuando nadie se los ha pedido. Odiaba eso de sus ex-suegros cuando tuvo sus hijos, y se negaba a convertirse en uno él también ahora.

Near sacó del armario el conjunto negro que le había comprado a inicios del embarazo. Pronto había descubierto que le quedaba algo grande, como casi toda su ropa, pero se le seguía viendo lindo.

Lawliet ya estaba vestido de negro, haciendo un gran contraste con el color blanco de todo su cuerpo. El parecido le sigue impresionando cada que detalla el rostro de su hijo; mientras más lo ve, más puede decir que sacó las facciones del rostro de Mello.

Sus ojos se dirigieron a su mesita de noche, en donde descansaban la pequeña familia de títeres de dedo. Estaban tal y como la dejó cuando las colocó el día de su parto, excepto por un pequeño detalle. Entre las figuras de Mello y Near, había una pequeñita estatuilla, no más grande que la punta de su dedo pulgar, de un pequeño niño albino, blancuzco y con un rostro calmado. Near había disfrutado mucho tallándolo y pintándolo.

La familia en miniatura fue un detalle que no pasó desapercibido por Lester, teniendo la delicadeza de avergonzarse. ¿Quién iba a pensar que ese niño apático que conoció hace poco más de 3 años que decía ser el sucesor de L resultaría ser tan dulce? En verdad, se sorprendió al darse cuenta de lo lejos que había llegado el albino.

Ambos lo hacían.

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WoW, cuando vi este ranking en la última actualización quedé pero fue loca, ¿cómo llegamos tan alto? Bueno, ahora que reviso la historia bajo al puesto #2, pero eso no lo hace menos impresionante

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WoW, cuando vi este ranking en la última actualización quedé pero fue loca, ¿cómo llegamos tan alto? Bueno, ahora que reviso la historia bajo al puesto #2, pero eso no lo hace menos impresionante. Fue #1 al menos por un rato, y todo es debido a ustedes, así que muchísimas gracias por seguir leyendo cada capítulo a pesar de las tardanzas 🤗💖

Es todavía más impresionante el ranking considerando que Mello no aparece en la historia directamente… de momento.

Bueno, nos leemos luego, y de nuevo gracias por su apoyo, los quiero 😚💕

After All  [MelloxNear]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora