Capítulo Cuarenta y Uno - Todo el día.

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La semana con Harry se me pasó volando. Cada vez que lo veía en el colegio su famosa sonrisa de lado se dibujaba en sus labios mientras que cuando estábamos solos sus brazos no dejaban de rodearme un solo momento. Me sentía a gusto con él, me sentía yo misma, incluso aunque todo fuera un secreto, me sentía libre en sus brazos. Me sentía plena, y feliz. 

El viernes por la tarde, llegué a su casa, recibí su beso en la frente y, sin esperarlo, subí corriendo las escaleras a su habitación, donde me desplomé sobre la cama al llegar. Su cuerpo tardó menos de diez segundos en aplastarme y acorralarme contra el colchón. 

- Es la primera vez que entrás sin que te diga. - me dijo con una sonrisa. 

- Es que intuí que ibas a hacer esto. - dije, hablando de la forma en la que me había aplastado. - Y tenía ganas de poner a prueba mi intuición. 

- Estás loca. ¿Sabías?

- Suelen decirme eso. 

Sus labios llegaron a los míos con un beso dulce, lento y entrecortado por unas cuantas sonrisas. Permanecimos en su cama, entrelazados, hablando de cualquier cosa, besándonos cada tanto y riendonos a carcajadas. 

- ¿Vas a ir hoy al acto que hay en el colegio? - me preguntó de repente. 

Esa noche, mi escuela organizaba un acto en el que se nos mostraría una presentación de un grupo musical. No teníamos idea de quién estaría cantando para nosotros, así que la mayoría de los estudiantes (y sus padres, que también estaban invitados) irían guíados por la curiosidad. Como yo. 

- Sí, claro. - contesté.  - Me intriga saber qué vamos a ver. 

- Al, quiero que te sientes al lado mío esta noche. - me dijo. 

- Pero, H... Jennie va a estar ahí. Y tus papás. Y los míos. - le dije, un poco preocupada. 

- Ya lo sé... - dijo, con un suspiro. - pero te quiero conmigo. Solo esta noche, por lo menos una vez. No tenemos que hacer nada, solo quiero que estés conmigo. Y estar al lado tuyo y hablar con vos. No soporto tener que verte lejos de mí, Al. 

Lo miré unos segundos deteniéndome en el color de sus ojos. Y en la manera en la que me estaban mirando. Tal vez no era una mala idea lo que me estaba proponiendo: podríamos hacer como si fuera una casualidad los lugares en los que terminamos sentados. 

Le dediqué una sonrisa. 

- Está bien. 

- ¿Sí? - preguntó, también sonriendo. 

- Sí. Podríamos hacer como que es una casualidad... ¿no? Vos te sentás en un lugar y ¡pum! voy yo y me siento al lado tuyo como si fuera...

Sus labios chocaron con los míos mientras su cuerpo se colocaba sobre mí, sosteniéndose con la fuerza de sus brazos estirados para no aplastarme. Su boca me buscó sin la dulzura con la que antes me había besado sino con cierto deseo oculto, que me hizo saber a través de sus labios. 

Se apartó apenas unos milímetros y susurró contra mis labios: 

- Dejá de hablar tanto. 

Me reí y recibí otro de sus besos. Atrapó mi labio inferior entre los suyos haciendo que sienta una corriente eléctrica a través de todo mi cuerpo. Siguió besándome, suavemente, hasta que su lengua trazó la línea de mi boca, pidiendome permiso para

entrar. Lo dejé, y mientras su lengua me exploraba y la mía lo recibía, aferré mis brazos alrededor de su cuello y lo obligué a acercarse a mí. 

Se apartó de nuevo, y volvió a susurrar: 

- Podría besarte todo el día. 

Suspiré mientras una sonrisa se dibujaba en mis labios.

- No veo razón para que no lo hagas. - le dije, antes de besarlo nuevamente. 

Never felt like this. (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora