Capítulo Cincuenta - Gran avance.

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Todo mi mundo se detuvo en ese instante. En sus dedos sobre mi piel, en su voz ronca inundando mis oídos.

Pensé en cómo segundos atrás había pensado que no era el momento perfecto. En cómo me dije que tenía que ser especial. Pero ahora, con Harry diciéndomelo mirandome a los ojos y sosteniendo mi rostro, ¿cómo podía no ser especial?

Los segundos pasaban y sus palabras seguían suspendidas en mi mente.

- Al, te amo.

Solo podía ver sus ojos mirando fijamente los míos de esa manera llena de... llena de amor. Podía sentir sus dedos contra mis mejillas, sus palmas sobre los costados de mi cuello. No podía sentir nada, nada que no fuera él.

- Al, decí algo por favor.

Su voz me devolvió a la realidad, y por un momento, pensé que todo era un sueño.

- ¿Qué dijiste? - pregunté, y me sentí una tonta un segundo después de haber dejado que las palabras escaparan de mi boca.

- Que digas algo, por favor.

- No, antes.

Escuché como soltaba el aire, y sentí como sus pulgares acariciaban los lados de mi rostro. Sujeté sus muñecas con mis manos.

- Que te amo, Al. - susurró. - Y no lo dije, pero lamento mucho lo de ayer. No quiero presionarte, no quiero hacerte sentir mal. Solo quiero estar con vos, porque te amo. Y te amo mucho.

Las lágrimas volvieron a llenar mis ojos, pero esta vez no eran las mismas que las que se habían hecho presentes el día anterior al discutir, sino que eran lágrimas de emoción.

- Te amo, H. - murmuré con la voz entrecortada. - Te amo mucho.

Sus labios rozaron los míos para después besarme con dulzura. Sus manos nunca soltaron mi rostro y mis manos nunca soltaron sus muñecas. Cuando se apartó, después de unos instantes que parecieron eternos, secó las lágrimas que corrían por mis mejillas con sus pulgares.

- No quiero que llores.

- No es un llanto malo. - le dije, con una sonrisa.

- ¿Cómo es que sos tan chiquita? - me preguntó, totalmente fuera del tema, haciéndome soltar una carcajada distorsionada por el llanto. - Con una mano te pude arrastrar hasta acá.

- Sí, y me asustaste mucho.

Sus brazos me envolvieron en un abrazo. Envolví con fuerza su cintura, descansando mi rostro contra su pecho mientras él apoyaba su mentón sobre mi cabeza.

- Mi chiquita. - susurró, y jamás pensé que un apodo tan simple pudiera gustarme tanto. - Mi chiquita asustadiza.

Me reí contra su pecho e inhalé su aroma. Sabía que me sentía completa de nuevo. Había sido imposible la noche pensando que él había estado enojado conmigo. Y aunque habían pasado menos de veinticuatro horas, se sintió como un reencuentro después de años de distancia.

- H. - lo llamé.

- ¿Sí? - me dijo, volviendo a la posición original, en la que él me tomó el rostro con las manos.

- Lo que te iba a decir era eso. - le dije.

- ¿Era eso?, ¿qué era eso?

- Que ayer, lo que te iba a decir era eso. - aclaré. - Que te amo.

Sonrió ampliamente, con una de sus sonrisas que me dejaban sin aliento, y besó mi frente.

- Lamento lo que pasó ayer. - me dijo. - Si te hubiera dejado que hables primero, nada de esto hubiera pasado.

Negué con la cabeza.

- Estoy feliz porque me lo hayas dicho... aunque yo te lo quería decir primero.

Soltó una risita.

- Yo siempre gano, Al.

- Eso no es verdad. - dije, riendo. - Y, H...

- ¿Sí?

- También te iba a decir que me di cuenta de que siempre fue así. Siempre te amé, siempre fuiste vos y solo vos. Ayer, hablando con mi mamá, me di cuenta de eso. Vos siempre estuviste ahí, en cada uno de mis pensamientos, cada año, siendo el único.

Una sonrisa ténue se dibují en sus labios.

- Y vos siempre fuiste la única para mí. - me dijo. - Al... ¿tu mamá sabe sobre nosotros?

- Sí.

- Genial. - dijo, antes de besar mi frente. - Eso es un gran avance.

Never felt like this. (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora