Capítulo Treinta y Cinco - Diminuta.

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Esa tarde de ese lunes fue una de las más lindas que pasé con Harry. Tal vez fue una de las más lindas porque por fin estoy acostumbrándome a lo que está pasando entre nosotros. Me estoy haciendo la idea de que yo, siendo nada más que lo que soy, provoco en el lo que él provoca en mí. Difícil de creer, pero es la realidad. 

Pasamos el rato que estuve en su casa tirados en su cama, con música de fondo. Con Coldplay de fondo en realidad, ambos amábamos esa banda. Mi cabeza descansaba sobre su pecho mientras que sus brazos estaban amoldados a mi alrededor. Podia escuchar los latidos de su corazón y el eco que provocaban dentro suyo sus propias risas. 

- No puedo creer que seas tan chiquita. - dijo de un momento a otro. 

- Yo no soy chiquita. - le dije con un falso enojo plasmado en mi voz. - Vos sos demasiado alto al lado mío, ese es el problema. 

- El problema es que vos sos chiquita. - con una sonrisa en sus labios, se sentó, haciéndonos quedar frente a frente. - ¿Cuánto medís, un metro y medio?

- ¡H! - le grité enojada, antes de golpearlo suavemente en el brazo. - Mido más de un metro y medio. 

- ¿Ah, sí?, ¿cuánto?, ¿un metro cincuenta y uno?

Me tapé la cara con las manos antes de confesar mi verdadera estatura. 

- Un metro cincuentra y dos. 

Harry estalló en risas, inclinándose hacia atrás, haciéndome reír. Recordé el momento en el que también me había dicho algo parecido: cuando me sostuvo para que no me caiga en la escalera, ese día que me quedé a cenar en su casa. Sonreí aun más recordando eso.

- Te estás burlando de mí, H. 

Su cuerpo se abalanzó sobre el mío en un abrazo que me dejó aprisionada entre él y el colchón de su cama. Rodeé su torso con mis brazos, y después él levantó su rostro para mirarme a los ojos. 

- No me burlo de vos, Al. 

- ¿Y por qué te estabas riendo tanto? - pregunté riendo yo también. No me molestaba en absoluto mi estatura... es más, amaba la manera en la que mi cabeza llegaba nada más que a la altura de su pecho. Amaba tener que ponerme en puntitas de pie para llegar a besas sus labios. 

- Porque me encanta que seas así, diminuta. 

- ¡No soy diminuta!

- No... 

- ¡H! 

Sus risas volvieron a llenar la habitación. Sus hoyuelos se marcaron con nitidez y sus rulos caían sobre mi rostro. 

- De verdad me encanta. - susurró cuando dejó de reír, a centímetros de mi piel. 

- A mí también. 

- Genial... - se acercó más y más y más, hasta que sus labios rozaron los míos, pero no hizo nada más que quedarse en ese lugar. - Al... 

- Sí...

- Sos hermosa. 

Y con eso, sus labios encontraron los míos y se fundieron en un beso largo, que no pude determinar cuánto duró. Primero mi espalda yacía sobre la cama, mientras que él se sostenía sobre mí con sus codos y mis manos descansaban en su espalda. Después, se dio vuelta, y quedamos los dos de costado, completamente entrelazados, sin despegar nuestros labios. 

- H. - dije en un momento. - Tendría que irme. 

- No, no te vayas. - me dijo casi sin apartarse de mi boca. 

- H, van a llegar Jennifer y tu mamá. 

Soltó un bufido y se dispuso a despedirme, no sin antes besarme de nuevo en los labios en la puerta de su casa y despedirme con su beso en la frente de todas las tardes. 

***
Dedicado para todas las petizas como yo! Jajaja
Espero que les esté gustando, muchas muchas gracias por todooooo, voten y comenten si les gusta :) un beso enorme!!

Never felt like this. (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora