||Línea de tiempo cuando Valentina tenía 13 años de edad.
A veces detesto a Blake, a ese rubio tonto y flacucho, ahora se cree mucho porque es más alto que yo y se le fueron esos cachetes de cuando era un mocoso, aparte que claro, a él no le salio acné ni tiene que usar aparatos de ortodoncia.
No es por eso que estoy molesta, estoy acostumbrada a que la suerte no me sonría, pero porque Blake tenía que entrar a esta edad, donde los hombres se vuelven tontos por una sonrisa o un par de piernas.
Maldita seas Renata Luviegh, siendo dos años mayor que nosotros y fue a fijarse en mi mejor amigo, osea MI MEJOR AMIGO.
A veces la vida no es justa y tenía que ser precisamente el fin de semana que nos daban libre al mes para ir a casa, tenía mil planes para este dia, bueno no, pero todo hubiera salido mejor si él estaría conmigo en vez de con su primer novia.
- ¡Los hombres son unos tontos! Ellos y su jodida calentura, que no los hace pensar con su otra cabeza, imbéciles, idiotas, agh - estaba tirando todas mis almohadas por mi habitación cuando de repente la puerta de ésta se abrió y una de las almohadas fue a dar directo a cara de mi padre.
Andrew Adams, padre, amigo y espía, mejor dicho al revés en prioridades, primero era espía, después hombre y al final de todo padre.
Estaba con mis hormonas alteradas debido a los cambios de mi adolescencia (todavía esperaba la etapa en donde me crecían los pechos y las caderas) pero en mi mente y mi humor estaba todo patas arriba.
-Creo que alguien esta molesta - dijo el ojigris mayor mirándome con una sonrisa de lado - ¿Quieres seguir sacando tu frustración con almohadas o vamos a algo más divertido?
La sonrisa ladeada que me dio era la misma que yo ponía en mi rostro cuando se me ocurría hacer alguna travesura, vaya, que aparte de haber heredado los mismos ojos grises y las facciones, también había heredado su desdén por romper las reglas.
Nos encontrabamos en el "basurero" de La Academia, era un lugar donde se dejaba lo que ya no servía, autos viejos que ya no se utilizaban, charrateria, entre otras cosas.
Andrew sacó dos bates de béisbol de acero y me dio uno.
Con lo cual me voy con el, estaba demasiado pesado para mi escuálido cuerpo, si que ya estaba en entrenamiento físico desde los 11 años, pero aún así, era demasiado pesado.-Ey agarralo bien pequeña, tienes que aprender a canalizar tu energía y tus emociones - dijo en tono tranquilo, con una sonrisa.
-Papá pero esto pesa como 100 kilos, no te pases - le conteste haciendo un mohín y volviendo a intentar levantar el bate de béisbol.
El morocho solo soltó una carcajada posandose tras de mi, me enseñó con paciencia como sostener el bate, haciendo un equilibrio entre mis piernas y brazos, como equilibrar la fuerza de mis brazos sosteniendo en mis piernas.
Unos cuantos intentos más y ya podía sostener el bate sin caerme de cara con el al suelo.
Acto seguido Andrew agarro una charrateria y me la tiro como si de una pelota de béisbol se tratará, abriendo los ojos de par en par, le di un bataso al pedazo de motor que había impactado en el bate.
Eso había sido raro pero interesante, proseguimos aventandonos unas cuantas piezas de los autos, acto después proseguimos a romper los vidrios de estos.
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Cronicas de La Academia. Libro 1. Descubrimiento.
Novela JuvenilValentina Adams es una joven de 21 años, recién egresada de la Academia de agentes especiales, academia secreta encargada de reclutar y entrenar a jóvenes con algún talento especial, demasiados persuasivos, perceptivos, que podían fácilmente jugar c...