Capitulo 35.

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Llore porque tu voz no esta en la casa, reí porque me amaste con todo tu ser, es una mezcla que me agarra el alma y rompe cada esquina de mi ser y como no, si eras mi todo.

El cielo de Seattle se miraba nublado, como cada día en ese lugar, parecía estar en sincronía con mis sentimientos, me sentía apagada, sin ganas de hacer nada, mis ojos secos después de llorar hasta el cansancio, me encontraba en el departamento de la tía de Blake, no tenia fuerzas para entrar al que compartía con Andrew, el dolor en mi pecho era como una llama de fuego que no me dejaba, sentía que me estaba matando por dentro, el dolor se extendía a cada parte de mi cuerpo, respirar y caminar dolía, el solo hecho de existir.

Mi mejor amigo no se había alejado de mi en todas esas horas, solo hacia 24 horas que nos habían informado de la muerte de mi padre, estaba en shock todavía, tenia vagos recuerdos de lo que había sucedido después de que Alexandra nos dio la noticia, recordaba que grité, lloré y me encerré en mi habitación, mis manos dañadas me recordaban el desastre que había hecho en mi habitación, destroce todo a mi paso, apuñale el espejo de mi recamara, mis manos estaban vendadas, no soportaba mirarme en el espejo, cada vez que me miraba, veía a mi padre reflejado en mi, los mismos ojos grises, las mismas facciones de nuestro rostro, hasta los gestos. 

Por mucho que me recordara que era parte de su trabajo, que a todos nos podía pasar, eso no aminoraba el dolor que embargaba mi pecho, no consolaba nada, no dejaba de doler, había podido dormir unas pocas horas y gracias al sedante que me habían inyectado cuando la crisis exploto en mi, cuando me había vuelto loca... Literal.

-Bonita... - los brazos de Blake rodearon mi espalda, el calor que me daba, era lo único que necesitaba pues sentía que estaba muerta en vida, que no había mas en mi, que estaba vacía, joder me sentía tan perdida.

-Lo extraño Blake, lo extraño tanto, de a ver sabido que era el ultimo abrazo el que me daría, las ultimas palabras, joder, lo hubiera abrazado mas fuerte, no lo hubiera dejado ir, me duele mucho, no puedo... Yo no puedo ir, por favor no me hagas ir.

La ceremonia en memoria del agente Andrew Adams seria en una hora, en las instalaciones de La Academia, recinto que quedaba a unos minutos del complejo de departamentos donde vivía, el piso de arriba era el de mi padre y ahora solo mío, no podía entrar en casa, ver sus fotografías, oler su ropa, me mataría por dentro, seria como mil cuchillos penetrando mi piel y matándome lentamente, simplemente no podría.

-Bonita, necesitas ir, tienes que... Despedirte. Yo se que te duele, tal vez solo tenia 4 años cuando perdí a mis padres, pero recuerdo el dolor claramente, es algo que jamás se va, solo aprendes a vivir con el, cuando menos te lo esperas te vuelve a pegar, cuando eres feliz, no te crees merecedor de esa felicidad.

Como siempre, mi mejor amigo sabia usar las palabras exactas para hacerme sentir mejor ¿Quién mas me podía entender si no era el? Las lagrimas que creía extintas caían de nuevo por mis ojos, tenia que ser fuerte y entrar al departamento, no soportaría la ceremonia si no entraba y tomaba una chaqueta de mi padre, al menos así lo sentiría conmigo.

Blake me acompaño al piso de arriba, con las manos temblando abrí la puerta del departamento, no sabia como lo iba a hacer, el olor del departamento era el de mi infancia, en cada lugar podía ver a mi padre, comiendo juntos, viendo películas, comiendo helado mientras jugábamos en la play, haciendo camping en la sala Blake y yo, cuando le hacia mis pataletas y berrinches, cuando le choque su auto favorito, mi cuerpo temblaba mientras trataba de doblar mis nudillos adoloridos, el dolor me recordaba que estaba viva.

-¿Quieres que te acompañe? 

La voz de Blake se escuchaba lejana, mientras yo caminaba a pasos cortos a la habitación de mi padre, pensaba que ya no tenia mas lagrimas por salir de mis ojos, pero seguían cayendo por mis mejillas, sin poder evitarlo, negué lentamente, tenia que hacerlo sola.

Cronicas de La Academia. Libro 1. Descubrimiento.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora