Capitulo 39.

5 0 0
                                    


El silencio reina en todo el lugar, solo interrumpido por un ligero pitido que se escucha desde las máquinas, siento mi cabeza pesada, todo mi cuerpo molido, es como si un auto hubiera pasado encima de mí, me cuesta recordar lo que paso, mi mente evoca solo oscuridad y está completamente en blanco. 

Abrir mis ojos cuesta tanto, los siento tan pesados, el sabor metálico inunda mi boca, el sonido se hace más persistente, cuando por fin consigo abrir mis ojos, la luz blanquecina del techo, me hace parpadear un par de veces, lastimando mis ojos, vuelvo a cerrarlos para irme acostumbrando, todo está en silencio, excepto por el sonido de "bit, bit, bit" que se escucha a mi lado, levanto mi mano por inercia, viendo como una manguera está canalizada a mi brazo, así como varios aparatos cubren mi cuerpo. Estoy vestida en una bata de hospital, mi abdomen lo siento tirante, haciendo que mi mano libre vaya hacia él, palpándolo y sintiendo algunas vendas, cubriendo mi torso.

De repente todas las imágenes de lo que sucedió antes de caer inconsciente me invaden, el pitido de aquella máquina comenzó a sonar rápidamente, mi respiración se acelera, el miedo, no por lo que hubiera pasado conmigo o donde estuviera, el miedo de perder a Blake me tenía alterada. No podía perderlo. No a él también. No por mi culpa, mis acciones tan irresponsables, siendo tan impulsiva como para llevármelo entre mis errores. Lo último que recordaba de mi mejor amigo, era una imagen suya tirado en sangre, pálido, casi muerto. 

—Señorita, no puede alterarse, debe descansar — Una voz masculina me saco de mi trance, era un chico rubio con unos ojos color avellana, vestido con un traje como de ¿Enfermero sería?     No podía reconocer bien aquella ropa, parecía pijama, de un color azul que resaltaba más el rubio de su cabello. — Hablen a la doctora Watson por favor, su paciente despertó.

¿Dónde rayos estaba? ¿Qué mierdas hacía ahí?

 La herida en mi abdomen, el disparo de aquel sujeto, era lo último que recordaba. Las náuseas invadían mi cuerpo y solo quería regresar lo poco o nada que tenía en el estómago. 

La puerta de la habitación se abrió, dejando entrar de nuevo a aquel joven rubio, junto a una mujer con una bata blanca, que indicaba era la doctora de cabecera o al menos eso parecía. El cabello castaño rojizo lo llevaba recogido en un moño, esos ojos verdes ... Joder. Mi respiración se aceleró, así como mis ojos grises se abrían aún más. La conocía, era quien ... Quien había disparado a ese hombre. Esos ojos color verde podía reconocerlos donde fuera. 

—Señorita, ¿Se encuentra bien? 

Su voz ... Era como recordar algo, de un sueño demasiado lejano, era conocida, pero a la vez tan distante, una parte de mi subconsciente parecía reconocerla, pero no había de donde. No podía. 

—Yo ... — Mi voz parecía haber abandonado mi cuerpo, me costaba pronunciar palabras, una mezcla de sentimientos me recorria, me sentía fatal, cansada, de repente todos los dolores regresaban a mi cuerpo, el pitido se intensificó en las máquinas y sentía mi cerebro desconectarse. 

Cerré mis ojos, por lo cual me parecieron unos pocos minutos, escuchaba voces lejanas, hablando en términos desconocidos para mí, algo de unos medicamentos, algo de dormir, pero yo no quería dormir de nuevo, necesitaba saber como estaba Blake ... Pero esa mujer. Dios mío, me ponía de los nervios, había algo en ella que movía todo en mi interior.

Entre abro mis ojos usando toda mi fuerza, o al menos la que me quedaba, necesitaba saber de mi mejor amigo.

De nuevo, esa mujer estaba ahí, revisando unos papeles en una tabla, tenía que sobreponerme a lo que me afectaba su cercanía.

—El chico ... — susurre, sentía mi voz patosa y cansada, la doctora me miró levantando una ceja, era intimidante ciertamente, ya imaginaba lo difícil que sería ser trabajar con ella cerca — Se llama Blake, el rubio, estaba herido ... 

Cronicas de La Academia. Libro 1. Descubrimiento.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora