38. Lo que pasó y lo que está pasando

409 28 1
                                    


No tuve que haber permitido que se fuera sola, yo no tuve que haberme alejado de ella bajo ninguna circunstancia. Quizá todo hubiese sido diferente. Incluso podría estar muerta, pero ella no.

La idea de que no volvería a ver su mágica sonrisa era en lo único que podía pensar. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal al recordarla. Me hacía sentir en casa, incluso cuando básicamente vivíamos en una pocilga que, gracias a los males de un hombre, tenía fecha de vencimiento.

Beth había muerto y aún no podía hacerme a la idea.

Una vez más mi mente me jugaba una mala pasada. Cientos de momentos juntas rondaban por mi mente, haciendo que mi corazón duela aún más. 

—¿Estás aquí?— cuestionó Glenn, sacudiendo su mano frente a mi rostro, haciéndome reaccionar casi al momento.

—Ojalá que no.— rio suave y volvió a mirarme.

—Dime, ¿Dónde quisieras estar?— sabía que solo quería distraerme de mi mente, pues últimamente muchos trataban de hacerlo. Días, casi semanas fueron las que pasé sin emitir palabra, con la mirada perdida. Pero hoy sí tenía ganas de acceder a sus intentos de ayuda.

—En un concierto de Rock.— asiento, y una ligera risa se escapa de mis labios al ver el sorprendido gesto de mi amigo.

—Desconocía por completo que te gustaba el Rock.

 —Aún no me conoces muy bien, querido amigo.— utilizo un tono irónico que lo hace reír un poco.

—A ver señorita misterio, ¿A qué banda te hubiese gustado ir a ver?— se cruzó de brazos y me miró, acomodándose en el asiento. En la camioneta somos exactamente seis personas, y nosotros dos nos encontramos en el último asiento, cosa que nos permite estirarnos cuanto queramos casi sin límites, pues entre Glenn y yo había bastante confianza. Lo consideraba como el padrino que nunca tuve.

—Difícil elección, teniendo en cuenta la variedad de buenas bandas que me gustan.— ahora la que se acomoda en el asiento soy yo— No lo sé ¿Nirvana? Definitivamente sería Nirvana.

El asiático asintió satisfecho.

—Muy buena elección. Sinceramente tienes pinta de que te gusta Nirvana.

—¿Tanta apariencia de depresiva tengo?— preguntó con una pequeña sonrisa plantada en mis labios, y Glenn vuelve a asentir entre risas.

—Poco a poco se me va haciendo costumbre verte así.— su risa fue desapareciendo con cada palabra, y ambos semblantes vuelven a tornarse serios y callados.

—Todos nos estamos haciendo fans de Nirvana...— solté de repente luego de un corto silencio, y el coreano volvió a reír. Me hacía más que bien oír una risa en estos momentos. Aunque sabía que él también estaba pasando por un momento horrible, y saber que solo reía para hacerme sentir bien era algo que le daba calidez a mi corazón.

Bajamos del vehículo, este emitía molestos chirridos al abrir las puertas, pero no es de extrañarse teniendo en cuenta su antigua y dañada apariencia.

—Aquí está bien.— volteo al oír la voz del líder— De lejos se verá como parte de la chatarra.

—Es por acá.— seguimos los pasos de Noah. 

Él es un muchacho afroamericano bastante simpático que se unió a nuestro grupo en un muy mal momento. Conoció a Beth en aquel hospital que se encontraba. Es más que deprimente el hecho de que, el mismo día que le dimos enormes esperanzas a Maggie de que volvería a encontrarse con su pequeña hermana, esta última sea asesinada por una completa desconocida luego de que la rubia tenga un arrebato. Que fácil es arrebatar una vida valiosa, y en este caso, una sola acción se robó el recuerdo de toda una vida. Una vida joven y llena de esperanzas de un buen futuro incluso en este mundo. Todo era tan injusto y no puedo hacer más que resignarme y seguir viviendo lo que tantas otras personas merecían más que yo.

DESDE PEQUEÑOS│𝑐𝑎𝑟𝑙 𝑔𝑟𝑖𝑚𝑒𝑠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora