20. Creados para sufrir

702 68 10
                                    


La noche había caído hace ya algunos minutos. Las puntas de mis dedos estaban rojizas y heladas, pero no puedo cubrirlos, debo terminar de limpiar y alistar las armas. Claro, con la ayuda de Hershel y Beth.

—Finalmente logramos que Judith se durmiera.— comenta Hershel luego de un suspiro.

—¿Cuánta leche nos queda?

—Nos alcanza para un mes más.

—Llevaré a Carol para buscar más en una semana.— argumenta cabizbaja, mi ceño se arruga inconscientemente.

—Tú papá y los demás ya habrán vuelto.— dice Beth, básicamente era lo que estaba pensando. Grimes solo la mira fijo.

—No lo sabemos.— dice luego de una pausa—. Por ahora, ella es lo único que me queda.—Mis ojos descienden al suelo. En tan solo una milésima porción de segundos sentí una fuerte punzada en mi pecho, a causa de recordar todas mis perdidas. Cada una de ellas había arañado mi corazón hasta el punto de destrozarlo. Es un peso que se lleva todos los días, y no puedes hacer más que solo vivir con él, acostumbrarte.

 No podía permitir que Carl pase por eso.

Mi vista vuelve a alzarse, y la punzada se expande por mi cuerpo a través de mis venas, dejándome la simple sensación de adrenalina y piel de gallina.

—¿Qué fue eso?

—Vino de adentro.— comento sin relajar mis cejas. Aferro mis dedos al arma en mis manos.

—¿Fue Carol?

—Está haciendo guardia en la torre con Axel.— le contesta Hershel, negando.

—¿Y si volvieron a buscar algo y sí hay problemas?

—Veamos la torre, veamos si está allí.— Me apresuro a cargar mi pistola y colocarle el seguro.

—¿Cómo podría entrar alguien?— pregunta Beth, asustada.

—El sótano está lleno de caminantes que entraron de alguna forma, alguien pudo haber entrado igual.

—Vamos Vero.— ambos nos levantamos con prisa, pero Hershel nos detiene levantando su muleta delante de nosotros.

—No puedo dejar que vayas, ninguno de ustedes.

—Mi papá lo haría.— argumenta Grimes, mirando al hombre. Él se lo piensa un poco y finalmente asiente bajando la muleta, accediendo. Nos alejamos al instante, corriendo.


Avanzamos lentamente por el pasillo. Carl va delante mío, con su arma y linterna en alto. Apenas podemos ver correctamente en la densa oscuridad del pasillo, más allá de la luz de la luna transitando por los pequeños ventanales.

Los desesperados gritos de ayuda resonaban en mis oídos, me ponía los nervios de punta. 

—Esa no es nuestra gente.— musito luego de prestarle atención a la voz que vocifera, es una mujer, pero su voz no me parece conocida.

—No.— contesta en un desconfiado susurro. Centramos nuestra vista en un pequeño cartel color rojo. No logro terminar de leer lo que dice cuando un caminante aparece a mi lado, acercándose con velocidad.

No tardo mucho en traspasar su cabeza con un bala. 

Volteamos al localizar de donde vienen los gritos, nos damos una rápida mirada, pensando lo mismo, y nos metemos a pasos decididos en otro pasillo. Apenas giramos por el pasillo, podemos ver a un grupo de personas, luchando contra los muertos. Corremos en su dirección, decididos a ayudarlos. Acabo de un disparo con el caminante frente a una mujer, ella voltea confundida, y pocos segundos después todos tienen sus miradas en nosotros dos.

DESDE PEQUEÑOS│𝑐𝑎𝑟𝑙 𝑔𝑟𝑖𝑚𝑒𝑠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora