37. Presa fácil

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—Te he dicho que te quedaras con Carl.— dice, tomando mi brazo. Sus ojos estaban alertas al más mínimo movimiento a nuestro alrededor, estaba inquieto. Ahora mismo no me está mirando fijamente, pero sé que su molesto gesto está dedicado a mí.

—No podía quitarme de la mente que no estaba haciendo nada. Él está aquí afuera y yo allí sentada como una niña esperando a que sus padres la recojan del colegio. Ya no soy una niña. Puedo ayudar en muchas cosas.

—No empieces, otra vez no.— dijo cansado el ex alguacil, luego de un corto suspiro. Su boca se abrió para continuar con su sermón, pero la frágil voz de Sasha le interrumpió.

—Debe tener miedo.

—Quizá no este solo. Daryl y Carol también desaparecieron.

—¿Y qué demonios hacemos aquí parados?, ¿Por qué no salimos a buscarlos, con el resto? Iré por ellos.— Grimes coloca una mano en mi vientre, deteniéndome en el momento.

—No podemos, ahora no.

—¿Porqué?

—Verónica, es de noche. Somos pocos. Y lo peor, seremos presa fácil para cualquier enfermo que nos esté observando.— asiento, neutralizando mi acelerada respiración en un intento de tranquilizarme.

La puerta se cierra detrás de nosotros. La vieja y gastada madera cruje, siendo el chirrido lo único que se oye por unos segundos. El resto está esparcido por la iglesia, algunos se movieron de sus lugares al vernos llegar, pero, a juzgar por nuestros rostros, vuelven a nadar en sus pensamientos. Con la poca luz que abunda el lugar, brindada por las velas colocadas en el altar, logro identificarlo a la distancia. La persona que me vino a la mente en cuanto me enteré de la ausencia de Bob.

Gabriel se percata de que camino directo hacia él, y de mi mirada de pocos amigos. Al parecer eso bastó para que parase con lo que sea que estuviera haciendo y centre su atención en mí. Su confundido gesto solo aumentaba mi furia, la cual destaca en mi forma de caminar.

—Verónica.— me llama Carl en un intento de detenerme, mas decide no volver a meterse al ser ignorado.

 —Está todo conectado.— digo, atrayendo la atención de todos. Mi tono de voz era inconscientemente suave, sabía que si lo elevaba más, me largaría a llorar— Apareces tú, nos observan, y ahora desaparecen tres de los nuestros.

 —No tengo nada que ver con esto.— asiento, pasando mi lengua por mi labio inferior y tensando mi mandíbula.

Volteo al oír el filo de un cuchillo siendo desenfundado. Sasha se acerca al hombre lentamente.

—¡No!— trata de interferir Rosita, pero el pelirrojo rápidamente la toma de los brazos. Sabe que es lo que hay que hacerse.

—Deja eso.— dice Tyreese.

—Repíteselo a ella.— digo fingiendo una sonrisa.

—¿Quién está ahí afuera?— el cura eleva sus manos retrocediendo a la par que la morena se aproxima y de sus ojos comienzan a asomarse lágrimas.

—No tengo nada que ver con esto...—

—¿Dónde está nuestra gente?

—No tengo nada...—

—¡¿Dónde está nuestra gente?!

—Por favor, no tengo nada que ver con esto. Yo...— se detiene luego de que Rick tome el antebrazo de Sasha y la aleje, ella ya había comenzado a llorar, y sin haberme dado cuenta, yo igual.

DESDE PEQUEÑOS│𝑐𝑎𝑟𝑙 𝑔𝑟𝑖𝑚𝑒𝑠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora